Poco a poco, el número de personas dadas de alta tras superar los síntomas del coronavirus chino se va haciendo esperanzadoramente más grande. Por desgracia, sigue encontrándose muy por debajo de la cifra de víctimas, formadas en su mayoría por personas mayores, inmunodeprimidas o con problemas respiratorios previos, pero se va acercando paulatinamente.
No existe un tratamiento específico. Al igual que ocurre con otros virus, como la gripe, solo se pueden tratar sus síntomas, aunque también en algunos casos se está probando el efecto de los antivirales convencionales. Pero, sin duda, el medicamento más deseado ahora mismo tanto en China como en el resto del mundo es una vacuna que ayude a frenar la expansión de la enfermedad. Por eso, un gran número de laboratorios se encuentran ahora mismo trabajando en la producción de una. Aún queda mucho para tenerla, pero los científicos que están trabajando en ello se muestran optimistas al respecto.
La importancia de secuenciar el genoma del coronavirus
Pocos días después de que se diera a conocer el brote, investigadores chinos secuenciaron el material genético del coronavirus y lo pusieron a disposición del resto del mundo, para que cualquier laboratorio que lo deseara pudiera comenzar a investigar el desarrollo de una vacuna.
Son muchos los países que están en ello ahora mismo. Es el caso, por ejemplo, del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC. En el laboratorio dirigido por Luis Enjuanes, ya obtuvieron en el pasado virus atenuados del SARS y el MERS, los dos coronavirus responsables de las enfermedades respiratorias que mataron en total a más de mil personas en 2002 y 2015 respectivamente. Al encontrarse debilitados, son la “materia prima” perfecta para el desarrollo de vacunas, pues estimularían la producción de anticuerpos en el organismo, sin llegar a desarrollar la afección. Según ha explicado Enjuanes recientemente en una entrevista para El País, la producción de ambas vacunas no ha sido posible hasta el momento por las estrictas regulaciones que supone. Sin embargo, en caso de una epidemia grave, estos trámites se aceleran mucho más. Por eso, en conjunto con otros laboratorios de Estados Unidos, han aprovechado su experiencia previa para diseñar cómo obtener también este nuevo coronavirus atenuado y comenzar los pasos necesarios para desarrollar una vacuna eficaz.
No son los únicos que han aprovechado lo que en su día se aprendió del SARS y el MERS. Es también el caso de Peter Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical del Baylor College of Medicine en Texas. En su día, desde su centro desarrollaron una vacuna contra el SARS que, de hecho, llegó a mostrar una gran efectividad en ratones. En un estudio publicado en 2017, daban a conocer que, dados esos resultados, con la financiación necesaria podrían desarrollar una vacuna definitiva para ensayos en humanos y producirla en masa, de cara a posibles epidemias futuras. Pero el brote había finalizado en 2003, perdiendo el interés del gobierno de los Estados Unidos, que se negó a aportar los fondos pertinentes. Lo cuenta el propio Hotez en declaraciones a Gizmodo. Si hubiesen podido seguir adelante, tendrían ya muchos pasos recorridos en el camino hacia la vacuna contra el 2019-nCoV; pues, si bien este es un coronavirus mucho menos letal que el SARS, cuenta con suficientes similitudes para que se pudiese obtener un fármaco útil a través de modificaciones del anterior.
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Por su parte, como no podría ser menos, en China también se está tratando de conseguir una vacuna lo antes posible. Lo anunciaba el pasado domingo el científico Xu Wenbo, del Centro para Control y la Prevención de Enfermedades, en una rueda de prensa.
¿Cuánto tardarán en conseguir resultados? Es pronto para saberlo. Desde el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, anunciaron a Bloomberg que los ensayos en fase I podrían comenzar en un periodo de tres meses.
En cuanto a China, el consejero delegado de la compañía de biotecnología Stemirna Therapeutics, Li Hangwen, ha dado hoy a conocer que esperan poder lograrlo en 40 días. Esta velocidad se debe a que están utilizando tecnologías basadas en el ARNm, una molécula encargada de “trasladar” la información del ADN y servir como base para la síntesis de proteínas. Las vacunas basadas en ella suelen ser más rápidas de producir, por lo que se han atrevido a apuntar hacia este plazo.
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Quizás, quienes ya han dado los primeros pasos, no requieran tampoco mucho tiempo. Por ahora, solo nos queda esperar, mantener la calma y recordar las medidas de prevención, especialmente en los países afectados por el coronavirus. Mientras tanto, las cifras siguen cambiando. Los infectados son ya más de 4.600 y las víctimas se mantienen desde esta mañana en 107. Por suerte, los pacientes dados de alta han pasado de 63 a 71 en unas horas.