No hay un porqué para explicar esta tradición lusa, pero en el pueblo de Vale de Salgueiro durante dos días al año los padres dan a sus hijos de menos de cinco años cigarros para que fumen. En el pueblo no lo ven como algo extraño, pero a los visitantes suele causarles indignación: ¿quién dejaría que su hijo fumase aunque sea solo dos días al año?

Los habitantes de Vale de Salgueiro cuentan que esta práctica se ha realizado durante siglos y que está muy ligado a la Epifanía cristiana y al solsticio de invierno, pero que no se sabe qué simbolismo tiene que sean los padres quienes animen a fumar a sus propios hijos, a pesar de que la edad para poder adquirir tabaco esté situada en los 18 años, como en España. La tradición termina con una misa y, además de los cigarros entre los menores, incluye bailar alrededor de las hogueras, un flautista tocando música y un rey elegido que distribuye vino y bocadillos.

"No puedo explicar por qué [existe esta tradición]. No veo ningún daño en eso porque realmente no fuman, inhalan e inmediatamente exhalan", explica Guilhermina Mateus, propietaria de una cafetería en el pueblo. Además de que el mecanismo que esta mujer describe es, ya de por sí mismo, fumar; sabemos que el tabaco no es bueno ni siquiera para los fumadores. Aunque, matiza Mateus, esto solo sucede dos días al año y los niños "nunca vuelven a pedir cigarrillos", uno se puede llegar a plantear cuáles son las consecuencias sobre los pequeños. No sabemos exactamente cuáles son, pero sí podemos hacernos una idea ya que los estudios científicos indican que no hace falta que fumen activamente para sufrir las consecuencias del tabaco.

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Los pequeños, como fumadores pasivos pueden encontrarse "en una situación vulnerable en relación a la exposición a tabaco", tal y como explica el doctor Pablo Bertrand, especialista en enfermedades respiratorias pediátricas de la Pontificia Universidad Católica de Chile en su artículo Efectos clínicos de la exposición directa e indirecta a tabaco en los niños. "Debido a que presentan en forma proporcional un volumen minuto mayor, son capaces de inhalar más gases tóxicos sin contar con la posibilidad de evitar la exposición. Esta exposición al humo de tabaco y sus irritantes aumenta la prevalencia de tos, flema e infecciones respiratorias en aproximadamente el doble, incluyendo resfrío común, otitis media aguda, bronquiolitis, bronquitis, neumonía y otras infecciones serias", añade el especialista.

Además, la nicotina "predispone a infecciones a través de multiples mecanismos", como puede ser suprimir o inhibir la actividad fagocitaria celular o suprimir la actividad de los linfocitos Th1, es decir, los que se encargan de activar los macrófagos para que estos destruyan bacterias intracelulares.

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Andres Siimon

Es más, también se ha vinculado el humo del tabaco con la aparición del asma en los primeros años de vida de los pequeños. En "distintos estudios epidemiológicos muestran un aumento del riesgo que oscila entre un 30 y 70% sobre aquellos niños no expuestos", recoge el doctor Bertrand. "El efecto tóxico del humo de tabaco también produce aumento de la inflamación y congestión de las vías aéreas", añade el especialista en enfermedades respiratorias pediátricas, llegando a aumentar el riesgo de otitis media aguda.

El experto concluye que "la exposición al humo de tabaco presenta consecuencias severas en los niños tanto durante el período de vida extrauterina como luego del nacimiento". Estudios preliminares, afirma Berdtran, "han mostrado una relación importante entre la exposición a tabaco y alteraciones del desarrollo congnitivo, obesidad y también cánceres de la infancia", aunque como señala son preliminares y habrá que ver qué dicen nuevas investigaciones al respecto.

Además, el doctor apunta a que se debe actuar en el núcleo familiar "promocionando conductas preventivas" para que los cuidadores no fumen cerca ni alrededor de los pequeños y que lo mejor para evitar que el humo del tabaco afecte a los más pequeños de la casa es que vivan en un espacio sin humos: ni en casa ni en el coche. Para ello, las personas que fumen deberán hacerlo fuera del hogar porque ni aún fumando en la ventana se evita el riesgo, ya que el humo puede entrar dentro de la casa. Además, el experto indica que hay que llevar "mensajes educativos" desde la infancia para evitar que se conviertan en fumadores durante la adolescencia y las siguientes etapas de la vida.

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