Comienzan los años 20 del siglo XXI y aunque hace solo unos días que todavía nos encontrábamos en 2019, el 2024 se nos antoja mucho más cercano.

Ese año se espera que tenga lugar uno de los eventos más esperados de la carrera espacial: la vuelta del ser humano a la Luna. Al menos eso es lo que ha previsto la NASA, a pesar de que desde otros países creen que se trata de un objetivo demasiado ambicioso, especialmente después de que el gobierno de los Estados Unidos les haya retirado parte del presupuesto del que disponían para fabricar su módulo lunar. Pero, incluso en esta tesitura, la agencia espacial americana se muestra positiva al respecto y ha querido hacer partícipe a la población de los pasos que seguirá la misión, bautizada como Artemisa en honor a la diosa griega de la Luna. Para ello, han publicado un vídeo de cinco minutos en el que se desglosa paso a paso el periplo que seguirán los próximos visitantes del satélite, alguno de los cuáles, según lo previsto, podría ser una mujer.

Las próximas huellas en la Luna podrían pertenecer a una mujer

Allanando el camino

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Al contrario de lo que ocurrió con las misiones Apolo, los próximos astronautas en la Luna dispondrán ya de parte de su equipo instalado en la superficie selenita, gracias a la colaboración de varios socios comerciales y estatales, entre los que también está la Agencia Espacial Europea.

Algunos de los elementos que ya se encontrarán preparados para su uso serán experimentos científicos, rovers y la Gateway, una estación lunar dedicada a orbitar alrededor del satélite, que además está preparada para abastecer a varias misiones humanas a la vez. Pero eso no es todo. Esta estación lunar cuenta con otros dos puntos fuertes. Por un lado, es capaz de ajustar su órbita para permitir el acceso a toda la Luna, cosa que no pudieron hacer en las misiones Apolo. Por otro, puede servir como enlace entre la Tierra y otras partes del sistema solar, como Marte, de cara a proyectos futuros.

Ahora bien, ¿cómo llegarán hasta allí los astronautas? Lo harán a bordo de Orión, una nave compuesta por un módulo en el que se encontrarán los cuatro tripulantes, otro de soporte, con el combustible, el propulsor y los sistemas de soporte vital, y un sistema de aborto, dirigido a poner a salvo a los astronautas si las cosas se ponen feas durante el inicio de su viaje.

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Todas estas piezas saldrán hacia la Luna a través de SLS, un sistema de lanzamiento compuesto por cuatro motores, que se convertiría en el más potente del mundo hasta el momento. Con su ayuda, Orión se colocaría en órbita estacionaria alrededor de nuestro planeta, dando lugar al siguiente paso, en el que sus tripulantes deben comprobar los sistemas, para confirmar que todo está yendo según lo previsto. Si es así, aprovecharán el momento justo para alcanzar una velocidad que les permita escapar de la atracción gravitacional terrestre, a la vez que dirigen la nave a un punto que les permita cruzarse con la Luna en su camino. También es importante que coincidan con la órbita elíptica establecida por la estación lunar, pues deberán fusionarse con ella antes del alunizaje. Una vez llegados a este punto, los miembros preseleccionados para posarse sobre el satélite pasarán al módulo de aterrizaje, mientras que los otros permanecerán en órbita. De ahí, el módulo de aterrizaje pasará a una órbita lunar más baja, desde la que descenderán hasta la superficie.

Muchos de los amantes de la conspiración que insisten en que el ser humano nunca pisó la Luna argumentan que, si lo hubiesen conseguido, con los medios de los que disponemos hoy, lo habrían hecho más veces. La respuesta es sencilla. Conseguir lo que pretenden con la misión Artemisa es mucho más complejo que lo que se hizo con las Apolo. Los próximos visitantes lunares también emprenderán un viaje titánico, no carente de riesgos, pero mucho más seguro y fructífero que el de 1969. Para eso, se necesitaba (y se necesita todavía) mucho más tiempo.