Los tardígrados son conocidos por ser unos verdaderos “super bichos” de la naturaleza. No hay que confundirlos con súper héroes, pues en realidad no hacen nada por salvar a otras especies, pero se les da bastante bien protegerse a sí mismos. Lo hacen frente a enemigos como las temperaturas muy altas o muy bajas, la desecación, la salinidad, el vacío del espacio y hasta las radiaciones cósmicas. Vamos, que si en vez de humanos quisiéramos mandar tardígrados a la Luna o a Marte no habría que andarse con tantos miramientos y precauciones como se están teniendo con las misiones que pretenden viajar a esos dos enclaves.

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Tan resistentes son que incluso han logrado sobrevivir a cinco extinciones masivas a lo largo de la historia terrestre. Pero, ojo, no usemos la palabra indestructible porque en realidad sí que se pueden destruir. De hecho, un equipo de científicos de la Universidad de Copenhague ha dado recientemente con un enemigo de estos animales microscópicos. Y no, no se trata de algo especialmente descabellado, sino de un villano que amenaza a toda la Tierra desde hace tiempo y que ya ha comenzado a lanzar sus primeros ataques sobre los habitantes de este planeta: el cambio climático.

Destruyendo lo ‘indestructible’

La resistencia de los tardígrados se basa en su capacidad para hibernar en condiciones desfavorables, retrayendo la cabeza y las patas y secándose casi por completo. Esto da lugar a una estructura en forma de barril, conocida como "tun", que les permite resistir en ambientes de lo más hostiles.

Pero no siempre. Ya en 2018 se publicó un estudio en el que se demostraba que una de las 1.300 especies conocidas de tardígrado, el Acutuncus antarcticus, podría estar en peligro a causa del cambio climático.

Ahora, otro trabajo, publicado en Scientific Reports, indica que Ramazzottius varieornatus podría correr también esa mala suerte. No obstante, se sabe que estos animales son capaces de resistir temperaturas por encima de los 150ºC. El cambio climático pinta feo, pero no tanto. ¿Cómo puede ser entonces que esto suponga un riesgo para ellos? La clave está en el tiempo de exposición.

Es la conclusión a la que llegaron estos científicos con ayuda de una serie de muestras de esta especie de tardígrado, extraídas de las canaletas del techo de una casa, ubicada en la ciudad danesa de Nivå. Comprobaron que, en los ejemplares activos, el 50% de la población fallecía después de mantener durante 24 horas una temperatura de 37’1ºC, una cifra que ya se alcanza fácilmente en muchas partes de todo el mundo y a la que llegarán aún más a causa del cambio climático.

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No obstante, la cosa mejoraba si se aclimataban sometiéndolo durante dos horas a 30ºC y después otras dos a 35ºC. En ese caso, eran capaces de resistir hasta los 37’6ºC. Por otro lado, si se desecaban, soportaban mucho más, hasta 63’1ºC durante 24 horas. La clave, por lo tanto, está en la aclimatación y el desecado, ambos procesos que parece ser que están preparados para desarrollar por sí mismos. Eso sí, hasta que los alcancen, el cambio climático puede ponerlos en serio peligro. Y si puede con ellos, ¿qué no hará con el resto de especies?

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