Si el episodio siete de Watchmen se dedicó a Ángela y su historia personal, además de aportar todo tipo de datos de la forma en que su vida parece relacionada de una manera u otra con el Doctor Manhattan, el penúltimo capítulo de temporada reveló lo que ha hecho el superhéroe de piel azul en las últimas décadas. Además, ha ofrecido todos los elementos para una conclusión impredecible. Y entre el mapa de easter eggs de esta entrega, quizás las claves para una futura, y aún sin anunciarse, segunda temporada.

El azul en todas partes

El capítulo comienza con los primeros acordes de Rhapsody in Blue de George Gershwin, lo cual es toda una declaración de intenciones de los productores sobre el argumento. De hecho, los puntos centrales del capítulo se enfocan en su totalidad en el doctor Manhattan y su historia después de la última viñeta de la novela gráfica.

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La Biblia y Dave Gibbons

La serie tiene un enorme interés en homenajear a los autores de la novela gráfica original, por más que Alan Moore no se sienta aludido en cualquier celebración a su obra y arte. En este episodio aparece el ejemplar de una Biblia por completo dibujada por Gibbons (una información confirmada por Syfy Wire), lo que además es un metamensaje por partida doble: el Dios creador del Universo se manifiesta de manera visible.

Los dominios de Veidt y otras ruinas del pasado

El doctor Manhattan se convierte en el centro del hilo narrativo y gracias a él, tropezamos con la evidencia directa que la serie y la novela gráfica se complementan entre sí. Una de las más evidentes, es el momento en que Doctor Manhattan se teletransporta a la Antártida y atraviesa lo que fueron las ruinas de Karnak, la guarida y cuartel general de Adrian Veidt.

Más allá de las críticas, Watchmen siempre ha sido controvertida

Relojes amarillos y viejos dolores olvidados

El laboratorio de Adrian Veidt —donde lleva a cabo todas sus maniobras para mantener el vínculo interdimensional— está lleno de relojes amarillos y objetos semejantes que recuerdan, por supuesto, una de las imágenes más conocidas del cómic original: el rostro feliz con una gota de sangre sobre su superficie.

Pero además, las referencias al Veidt de la novela gráfica se encuentran en todas partes: desde la imagen del escritor desordenado (que es casi idéntico al que se muestra en la novela gráfica) hasta el hecho que el personaje sostenga una figura de acción de sí mismo —y que recuerda la época en que era parte del exclusivo grupo de héroes respetados y queridos— el capítulo intenta explicar la connotación de la visión de Veidt (y lo que ha hecho) en medio de una situación mundial cada vez más compleja.

Incluso, en Peteypedia, se explica que la aparición esporádica de los calamares fracasó porque el mundo que sobrevivió a la gran tragedia de Nueva York tiene un verdadero terror a la tecnología para asumir lo que ocurre como otra cosa que una réplica del primer gran evento.

El doctor Manhattan en plena forma

De la misma manera que en la novela gráfica, el doctor Manhattan puede transportar personas por su seguridad y lo deja claro muy pronto. Un indicativo que el superhéroe de piel azul conserva sus poderes y sus antiguas motivaciones al momento de usarlos. Además, claro, de volatizar a uno que otro Rorschach (o alguien con su máscara) en homenaje directo a uno de los sucesos centrales de la novela gráfica.

El final de temporada deberá responder a la gran pregunta sobre lo que podrá hacer la séptima caballería en posesión de un tipo de poder que, difícilmente puede manejar. Watchmen es una gran y meditada reflexión sobre nuestra época, el racismo, los prejuicios y el miedo. Material volátil que en la serie está a punto de estallar.

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