Watchmen, la nueva serie HBO creada por Damon Lindelof inspirada en la obra de Alan Moore y Dave Gibbons apenas lleva tres semanas en antena. Desde el principio el cocreador de Lost dejó claro que su propuesta se alejaría bastante de lo que se nos contó en las viñetas originales de 1987. Seguramente una decisión inteligente, debido al carácter muchas veces inadaptable de la obra original que ya lastró a la película de 2009 de Zack Snyder.

Sin embargo, pese a los avisos y que la narración de la serie se sitúa en un marco temporal distinto al de la novela gráfica -en concreto, en un 2019 alternativo-, los cambios planteados han llegado de la mano de fuertes críticas de una parte de los seguidores. Por ejemplificar, en Rotten Tomatoes, los usuarios han expresado su decepción con la serie, ya que si bien su calificación por parte de la crítica es del 98% -sobre 100%-, su puntaje por parte de la audiencia es solo del 43% con más de 2900 votos. En IMDb es similar, ya que la serie tiene una calificación de una estrella por parte de cerca de 1.800 usuarios.

Aunque quizá no tenga que ver con estas opiniones, la serie también ha ido perdiendo audiencia desde el esperado primer episodio al segundo. Según los informes, el primer episodio de Watchmen tuvo 1,5 millones de espectadores en todas las plataformas de HBO en Estados Unidos, una cifra que descendió en 200.000 en el segundo. La audiencia en vivo a través de cable también experimentó una disminución, de 799.000 a 765.000 espectadores.

‘Watchmen’, la ambiciosa adaptación de HBO, conquista sus más altos cometidos

¿Qué le achacan las opiniones más críticas a la revisión de HBO? En primer lugar, algunos de los comentarios en redes y webs de votaciones muestran cierto hartazgo con que el conflicto racial sea el punto sobre el que han basculado los primeros episodios. Pero, sobre todo, lo que le echan en cara a la creación es la transformación de algunos de los personajes y símbolos de la obra original hacia posiciones aún más oscuras, como por ejemplo hace con Rorschach, cuya herencia ha inspirado a los miembros del Séptimo de Kaballería, un grupo racista de ultraderecha en clara alegoría al Ku Klux Klan.

Watchmen, una obra “incómoda” por definición

Pero, ¿ha pervertido de forma impúdica o casi con intención provocadora la nueva serie el personaje de Rorschach? ¿Se ha metido de lleno HBO en el tema racial para cumplir con la aparente nueva política de Hollywood de aplaudir los dramas en torno a segregación? La respuestas seguramente sea tan compleja como la propia obra de Moore y Gibbons, la misma que sigue provocando hoy en día lecturas que van desde los foros de internet a tesis doctorales.

En gran medida, la grandeza de Watchmen -el cómic- está en su capacidad para ponernos frente al espejo como sociedad. Un espejo que nos devuelve un reflejo completamente incómodo. En la época de su publicación, como retrato satírico y bañado por superhéroes de la norteamérica neurótica ante la tensión nuclear y la herencia de la Guerra de Vietman. Si lo leemos hoy, aún si cabe más por el trato y la psique de las mujeres, doblegadas ante la figura de los personajes masculinos.

Moore, quien sigue rehusando que aparezca su nombre en las nuevas versiones y materiales extendidos que se hacen de su obra, ha dicho en varias ocasiones que sus intenciones al crear el cómic eran justo esas: “Intentar conscientemente hacer algo que hiciera sentir incómoda a la gente".

Por ello, quizá el comienzo de la serie de HBO también haya querido recuperar ese leitmotive con el problema racial, enlazando desde el preludio de la matanza de Tulsa de 1921 -un hecho real- hasta su 2019, donde vuelven los conflictos raciales con el resurgir de la Kaballería de los Rorschach, en analogía al aumento de los mismos problemas en los Estados Unidos modernos en los últimos años.

Ante esto, parte de las críticas se centran en señalar que la nueva Watchmen intenta complacer los marcos de la llamada 'woke culture'. El término 'woke', sin traducción directa al español, hacía referencia a un lema de la comunidad negra para “mantenerse despierto” en los años 70 ante el racismo subterráneo que seguía existiendo en la sociedad. Hoy, actualizado, este término se ha tomado como una forma de describir el afán desmedido por cumplir con lo políticamente correcto; en otras palabras, una crítica a los sistemas de cuotas o la sobrexposición de personajes femeninos o de razas no caucásicas en el cine.

Rorschach, un chiflado en palabras de Alan Moore

¿Se ha traicionado por lo tanto a la obra original con la traslación del personaje de Rorschach en la nueva serie? La pregunta de nuevo vuelve a ser abierta por la visión de prisma de las viñetas. Rorschach es, dentro de la obra coral que supone Watchmen, el personaje principal por el peso que tiene su diario y por cómo él impulsa la búsqueda de respuestas ante la muerte de El Comediante cuando el resto de héroes ya están mirando hacia otro lado.

Sin embargo, Watchmen también nos golpea cuando, con el paso de los capítulos, vemos como quien asume ese rol de antihéroe descarnado pero íntegro en sus convicciones, va bajándose del pedestal. Para Moore, Rorschach nació según sus palabras como una forma de contar la historia de un Batman “motivado por la venganza”, resumiendo su figura como la de “un chiflado”.

A medida que avanzamos en las páginas sabemos que detrás de la máscara de Rorschach está Walter Kovacs, un tipo con una infancia más que complicada, inestable mentalmente, y que ve el mundo a través de las figuras de su máscara: en blanco y negro. Él defiende hasta el final su visión de Estados Unidos, es anticomunista de forma radical, aunque da la impresión de porque le ha tocado estar en ese lado, y en gran medida, su figura va cambiado ante nuestros ojos de justiciero a un pobre hombre limitado y preso de su mundo, aquel que le había dado su alter ego. Hasta tal punto, que el personaje de Ozymandias lo describe como un tipo “que ve el mundo en términos maniqueos. Personalmente, creo que tiene una limitación intelectual importante”.

Es decir, que Moore nos entrega un justiciero íntegro para después desvestirlo hasta convertirlo casi en un imbécil.

Por ello -y siempre atendiéndonos a las muchas lecturas a las que se presta Watchmen- si a Rorschach le quitamos toda la pátina que tiene al principio, y nos fijamos en lo radical de sus ideas, no es difícil encontrar en él lo que hoy podríamos llamar un defensor de la extrema derecha. Un hombre que no conoce de puntos medios, y que ha encontrado un posicionamiento del que no quiere bajarse.

De hecho, la lectura que hace la serie del personaje no es nueva. El propio Moore también lo definió así, y DC, en el intento que está llevando a cabo por mezclar a los personajes de Watchmen en su universo con Batman o Superman en los cómics, ha intentado incluso quitarle ese matiz haciendo que su heredero tras su muerte sea una persona de raza negra.

Las mujeres de Watchmen, una lectura con aristas

Otra de las patas de incomodidad y controversia de la obra original, como decíamos, es el retrato que se da a los personajes femeninos. Sally Jupiter, la Espectro de Seda original, demuestra al final que sigue teniendo cariño por El Comediante a pesar de que la violara.

Las mujeres del Doctor Manhattan son otro reflejo del papel dependiente al hombre en las que las sitúa el cómic. El único personaje con superpoderes verdaderos de la historia deja a un lado a su primera mujer, Janey Slater, para iniciar una relación con la nueva Espectro de Seda cuando esta solo tiene 16 años, para después también abandonarla posteriormente. En la lectura queda la salvedad de que Doctor Manhattan no es un hombre tal cual, sino un ser casi divino que acaba exiliándose a Marte cansando del griterío de la humanidad; incapaz de empatizar y que expresa literalmente el hecho de que cualquier mujer con la que tenga una relación envejecerá, mientras él seguirá siendo eterno.

En internet se pueden encontrar ensayos enteros donde se plantea esta perspectiva de género en Watchmen, en algunas ocasiones adjudicándole el apelativo de ser una obra misógina. Lo único cierto es que, de un modo u otro, la obra de Moore y Gibbons supo incomodarnos a finales de los 80 y lo sigue haciendo ahora. Y quizá que también lo esté haciendo la nueva propuesta de HBO, sea su mejor acierto.

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