Recientemente ha sido noticia en todo el mundo la publicación de un equipo de científicos chinos, que ha conseguido obtener quimeras de cerdo y mono, con el fin de dar los primeros pasos para desarrollar en un futuro órganos que puedan trasplantarse sin rechazo a seres humanos. Es un gran avance, sin duda, ¿pero qué son exactamente las quimeras?

En la mitología griega se conocía así a una criatura con cuerpo de cabra, cola de dragón y cabeza de león. Esta descripción deja intuir a qué hace referencia este término en el ámbito de la genética, aunque en realidad no se trate de algo tan extremo. Más bien son organismos que cuentan con células compuestas por dos constituciones genéticas diferentes. Puede producirse de forma natural, cuando dos cigotos se fusionan para dar uno solo, cuya composición celular tendrá parte de cada uno de ellos. También es posible generarlas intencionadamente en el laboratorio, como han hecho estos científicos. Esto tiene un gran número de aplicaciones, aunque a veces puede implicar ciertos problemas a nivel ético.

Microquimerismo tras el embarazo

Uno de los casos más curiosos es el microquimerismo, que se produce cuando, durante el embarazo, tanto la madre como el feto intercambia entre ellos a través de la placenta una pequeña cantidad de células, que se podrán detectar en su nuevo destino durante décadas.

Aunque aparentemente no causa consecuencias en ninguno de los dos involucrados, se cree que puede estar implicado en la aparición de un amplio abanico de enfermedades autoinmunes, así como tumores y alteraciones en la reparación de tejidos.

Quimerismo tetragamético

Esta es una de las formas más habituales de quimerismo, pues es el que se da cuando dos cigotos, cada uno formado por un óvulo y un espermatozoide, se fusionan, dando lugar a uno solo. El resultado es un organismo con dos poblaciones celulares diferentes, que se distribuirán por su cuerpo de forma heterogénea.

A veces es indetectable, mientras que en otras ocasiones sí que puede verse a simple vista. Es el caso de la cantante Taylor Muhl, que en 2009 descubrió que lo que ella creía que era una marca de nacimiento, que partía su torso en dos tonalidades de piel diferentes, era en realidad una señal de quimerismo. En su caso, se debió a la fusión de dos cigotos con dotación cromosómica femenina, de ahí que no haya desarrollado anomalías genitales. En cambio, si se hubiese tratado de un XX y un XY, podrían haberse generado genitales ambiguos, como explicaba en 2018 el genetista Brocha Tarshish en declaraciones a Live Science.

Pero el torso bicolor no es la única consecuencia que el quimerismo ha traído a la vida de la cantante. Por ejemplo, también ha crecido con un gran número de alergias, intolerancias alimentarias y enfermedades autoinmunes, derivadas del hecho de que el sistema inmunitario de uno de sus linajes celulares ataca al otro, al considerarlo como un agente extraño.

Consecuencias legales

Uno de los grandes problemas del quimerismo es que, si se desconoce su existencia, puede afectar legalmente a quien lo tiene. Es precisamente lo que le ocurrió a Lydia Fairchild. En 2002, esta mujer estadounidense estaba embarazada de su tercer hijo cuando decidió separarse del que era su marido. Al solicitar la manutención de su descendencia, fue necesario que los dos miembros de la pareja se realizaran las pruebas de parentesco con los pequeños. El padre dio positivo, como cabía esperar, pero lo más curioso fue que, según los análisis, Lydia no era la madre de ninguno de sus hijos.

Ante estos resultados, fue acusada de fraude, por solicitar la manutención de unos niños que no eran suyos, e incluso se iniciaron los trámites para quitarle su custodia. Afortunadamente, su salvación fue estar embarazada en ese momento, pues el juez solicitó que hubiese testigos legales durante el parto y que después se repitieran las pruebas. Tras verla dar a luz, no cabía duda de que el bebé era suyo. Sin embargo, los análisis genéticos seguían indicando lo contrario. Aún cabía la posibilidad de que se tratase de una madre de alquiler, pero ella insistía en que este no era el caso.

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Finalmente, al conocer la existencia de casos similares debidos a quimerismo, la defensa solicitó que se realizaran pruebas a la madre de la acusada y que a esta se le extrajeran otras muestras aparte de su sangre. Así, comprobaron que el ADN de la madre de Lydia se correspondía con el de la abuela de los tres niños y algo más curioso todavía: el material genético de la sangre de la desconcertada mujer no concordaba con el de sus hijos, pero sí que coincidía con ellos el extraído de las células de un frotis cervical. Esto indicaba que poseía dos poblaciones celulares y que los pequeños eran genéticamente “hijos” de una “hermana” que se fusionó con Lydia en los inicios de su desarrollo embrionario.

El donante que donó mucho más que su médula

Otro caso curioso de quimerismo es el que se ha dado recientemente en un hombre de Nevada, Estados Unidos, que vio como parte de sus células fueron reemplazadas por las del alemán que le había donado su médula para ayudar a tratar la leucemia que sufría.

Todo empezó después de que sus compañeros de la oficina del sheriff en la que trabajaba le alentaran para realizarse las pruebas de ADN, al escuchar hablar sobre casos raros de quimerismo. El hombre no dudó en hacerlo, pues también él sentía curiosidad al respecto. Las pruebas de sangre se correspondían con las de su donante, aunque las células extraídas de sus mejillas y sus labios contenían material genético de ambos. Pero la cosa no quedaba ahí, ya que también sus espermatozoides ahora contenían la dotación genética del hombre que ayudó a salvarle la vida.

Un hombre donó un testículo a su hermano gemelo: ¿de quién serán los hijos?

Esto da lugar a un caso complicado, que de hecho fue presentado el pasado mes de septiembre en un congreso sobre ciencias forenses; ya que, de cometer un delito, por ejemplo una violación, podría ser que se acusara injustamente al donante. Eso no quiere decir que el receptor vaya a hacer algo así. De hecho, ha sido muy participativo desde el principio y se ha sometido a todas las pruebas que han sido necesarias para analizar su caso. No obstante, no por eso deja de llamar la atención de los expertos que algo así pueda ocurrir, aunque sea de una forma tan remota.

Quimeras en investigación

Finalmente, las quimeras se pueden generar en el laboratorio, como han hecho recientemente con el caso de los cerdos y los monos. Concretamente, estos científicos han utilizado células madre de macaco cangrejero, previamente modificadas para que produjeran una proteína, llamada GFP, muy usada en investigación por generar fluorescencia, que sirve como indicador de que se han transferido adecuadamente.

Estas células fueron inyectadas en 4.000 embriones porcinos, que posteriormente fueron implantados en cerdas. Esto es algo que se ha intentado en otras ocasiones, pero hasta ahora no se había logrado llevar los embarazos a término. Esta vez consiguieron que nacieran 10 lechones, de los cuales solo dos exhibían la fluorescencia que indicaba la presencia de las células de mono. Comprobaron que estas se habían diseminado por numerosos tejidos de los cerdos, desde el corazón hasta el hígado, pasando por el bazo, los pulmones y la piel. Eran quimeras, aunque la proporción de estas células era muy baja en comparación con las de cerdo, aproximadamente entre un 0’01% y un 0’1%.

Desarrollan los primeros monos procedentes de una quimera

Los diez cerditos murieron dentro de su primera semana de vida. Sin embargo, según explican los autores del estudio, publicado en Protein and Cell, lo que han conseguido ha sido un paso muy importante de cara a la futura obtención de “células y órganos funcionales específicos de tejido en un modelo animal grande”.

No tendrán cuerpo de cabra, cola de dragón y cabeza de león, pero estas quimeras, que a veces pasan su vida sin ni siquiera saber que lo son, no pertenecen a la mitología, sino a la vida real. Y eso las hace mucho más interesantes.