Con el día del estreno a nuestras espaldas, mucho se está diciendo de Star Wars: El ascenso de Skywalker, que ha dividido a fanáticos y a la crítica especializada, con muchos sintiendo que es un muy buen cierre a una larga historia de cuarenta años y otros pensando que se trata de una película floja, que busca responder preguntas que nadie ha preguntado, borrar líneas argumentales propuestas por Los últimos Jedi y que se preocupa más de tratar algo de contexto para iniciar nuevas series o películas de origen de la franquicia, que dar el tratamiento necesario —tan arriesgado como haga falta— al final de una saga tan importante.

Creo que nunca había visto tanto abuso del recurso de deus ex machina en la ciencia ficción o en una superproducción de este calibre. Pero no, ese no es el problema. Star Wars: El ascenso de Skywalker se embarca en hacer tanta retrocontinuidad de tantas cosas, no solo de su predecesora, sino de algunas cosas que ocurrieron en el Episodio IV, V y VI que terminó sorprendiéndome: "¿de verdad?" pasó por mi cabeza varias veces.

"Rey es una Palpatine" puede ser visto como un esfuerzo arriesgado por justificar muchas de las cosas que han sucedido en el pasado —aún cuando le resta dimensión al personaje, que tenía un grado de misterio interesante al no tener claro, ni la audiencia ni ella misma, de donde surge su cercanía con la fuerza— pero es el mayor abuso de retcon que da pie al mayor problema que tiene la película.

A medida que avanza la historia y se desvela el verdadero origen de Rey y las motivaciones de Palpatine descubrimos que, aún siendo el ser vivo más poderoso de toda la galaxia decidió tener un hijo en secreto, a quien después mandó a asesinar, e inició una gran estafa intergaláctica que involucró a otro de los seres más poderosos de la galaxia emprenda una búsqueda para matarla, causando un encuentro en una gran cueva de un planeta recóndito, tan solo para que ella esté frente a el, lo mate en una especie de ritual satánico, y así terminar dentro del cuerpo de su nieta junto a las demás almas Sith.

Rey finalmente se enfrenta a Palpatine

Pero cuando Rey no lo mata, cosa que parecía que ya anticipaba, él decide "robarles la vida" para rejuvenecer y recuperar su forma física, lo cual pudo haber hecho con Kylo Ren o cualquier otro ser vivo, por lo visto, y salir a conquistar la galaxia con la flota de Destructores Estelares más poderosa del universo, capaces de destruir planetas, pero que estaba escondida y sin usar por quién sabe qué motivo.

Ese es, en realidad, el mayor problema de Star Wars: El ascenso de Skywalker. Cuando Avengers se estrenó, la crítica número uno de la película era la enrevesada gran estafa perpetrada por Loki para ser capturado y terminar causando que Bruce Banner se convierta en Hulk y destruya los portaaviones aéreos …¿y así abrir un portal interdimensional?

Sí, al final funcionó, pero Loki podría haber encontrado métodos más simples para obtener la Gema del Infinito necesaria para abrir un portal interdimensional en Nueva York, y aunque lo aceptamos —después de todo es el dios de las mentiras y el caos—, los Russo, Christopher Markus y Stephen McFeely evitaron a toda costa usar este tipo de recursos enredados para su gan final con Avengers: Endgame.

Pero con El ascenso de Skywalker, caer en esa dinámica con la esperanza de sorprender a la audiencia con una serie de pasos basado en motivaciones oscuras para llevar a Rey a ese ritual para que se convierta en la nueva Emperatriz Sith, parece extremadamente improbable y sobre todo: innecesaria.

¿Tal vez este es parte del motivo por el cual Disney ha decidido que Kevin Feige se involucre en el futuro de Star Wars? Tendremos que esperar unos cuantos años, pues el estudio ha decidido —con toda razón— que la franquicia descanse unos cuantos años antes de volver con una nueva película.

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