Hasta ahora, el peso de la anticoncepción farmacológica ha caído siempre de lleno en las mujeres, puesto que sus parejas masculinas no cuentan con métodos para prevenir el embarazo, más allá del preservativo o la vasectomía. Si bien ambos han mostrado una gran eficacia, muchos usuarios consideran que podrían buscarse opciones mejores, puesto que el primero puede ser incómodo (cosa que no debería pasar si se sabe elegir la talla y el segundo resulta irreversible.
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Por eso, investigadores de todo el mundo llevan años probando diferentes formatos de fármacos, diseñados para evitar que los hombres generen espermatozoides o que, aun generándose, no salgan al exterior junto al líquido seminal. De las opciones desarrolladas hasta el momento, muchas se han quedado en el arduo camino de los ensayos clínicos, pero otras sí que han logrado avanzar hasta las puertas de su aprobación y comercialización. El caso más reciente es el de una inyección, producida por científicos indios, que ha logrado más de un 97% de éxito entre los pacientes que lo han probado hasta el momento.
Cerca de su aprobación
El fármaco inyectable es una de las opciones más estudiadas para el desarrollo de anticonceptivos masculinos.
Buen ejemplo de ello es el de una combinación de noretisterona y testosterona, cuyos resultados en ensayos clínicos estaban siendo un éxito, hasta que en 2016 estos tuvieron que detenerse después de que se comprobara que generaba efectos secundarios inadmisibles.
Desde entonces, se han estado colocando a la cabeza de la carrera algunas opciones orales, como la píldora de dodecilcarbonato de 11-beta-metil-19-nortestosterona, que en marzo de este mismo año fue noticia por haber logrado terminar la fase I de ensayos clínicos con efectos muy prometedores.
Pero todas ellas podrían ser superadas por esta nueva inyección, cuyos ensayos se han llevado a cabo desde el Consejo Indio de Investigación Médica (ICMR). Según explican los autores de la investigación, a través del Hindustan Times, se trata de un polímero a base de anhídrido maleico de estireno, que debe ser inyectado por un profesional, bajo anestesia local, directamente en los conductos deferentes del paciente. Estos son unos tubos situados cerca de los testículos, que se encargan de transportar el esperma, por lo que su bloqueo a través de este fármaco evitaría la inseminación. El resultado, según las conclusiones de los ensayos clínicos, es una interrupción de la fertilidad, que puede prolongarse hasta trece años.
El largo viaje hacia el anticonceptivo masculino
Este compuesto no es algo nuevo. De hecho, fue desarrollado en 1970 por el profesor SK Guha, del Instituto Indio de Tecnología. Desde entonces se ha estado investigando su aplicación como anticonceptivo hasta conseguir este resultado final, cuyo objetivo es sustituir la vasectomía por una opción no quirúrgica. Al tener unos efectos tan duraderos, podría equipararse a esta, pero se eliminan los riesgos típicos de una cirugía. Además, se añade el valor de la reversibilidad, no solo porque en sí el polímero solo mantiene su eficacia durante trece años; sino también porque, según un estudio sobre el tema publicado en 2014, sus efectos se pueden eliminar al lavar los conductos deferentes con bicarbonato sódico y un disolvente llamado DMSO.
Tras finalizar los ensayos, tras los que no se han reportado efectos secundarios preocupantes, el equipo se encuentra a la espera de que la Drug Controller General of India (DCGI) dé su aprobación para su fabricación.
Por ahora, uno de los científicos detrás del fármaco, el doctor RS Sharma, ha calculado que podrían disponer de ella en no más de seis o siete meses y ha declarado que podríamos estar, por fin, ante el primer anticonceptivo masculino seguro. Suena bien, pero habrá que mantener la calma hasta que se apruebe definitivamente.