Netflix se aproxima al mundo de los superhéroes con un enfoque diferente al que ha tenido hasta ahora. En lugar de seguir la corriente de dramas oscuros y serios que ha inundado el género con los estrenos desde finales de verano, la historia de Raising Dion se centra en un niño con superpoderes y los problemas de su madre para sacarlo adelante. Es el enésimo esfuerzo de la plataforma por buscar contenidos que lleguen a un público cada vez más amplio. Con esta serie, por fin pueden tachar la casilla de “ficción de superhéroes para toda la familia”.
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Raising Dion (Educar a un superhéroe en España o Cómo criar a un superhéroe en Latinoamérica) es una de esas series que no pretende ser una revolución a gran escala del género, y tal vez por eso funcione tan bien. En un momento en el que se debate el impacto social que puede tener Joker sobre ataques armados reales, es un alivio encontrarse con series cuyo mayor objetivo es entretener y divertir. Basada en el cómic homónimo de Dennis Liu, esta serie es un soplo de aire fresco para todos los fans de los cómics que buscan un contenido más suave.
La premisa es sencilla, y el desarrollo no la retuerce en absoluto. Nicole (Alisha Wainwright) es una exbailarina que se retira de los escenarios para cuidar de su hijo junto a su marido, Mark (Michael B. Jordan), un científico que investiga fenómenos meteorológicos. Cuando Mark muere intentando salvar a una desconocida de unas lluvias torrenciales, Nicole debe reorganizar toda su vida para poder criar a Dion (Ja’Siah Young). Mudarse a otro barrio y cambiar de escuela en mitad del año escolar —con todos los problemas que le causa al niño a nivel social— son solo el principio de sus dificultades. Encontrar un buen trabajo y un seguro médico que cubra el asma de Dion serán los escollos más importantes que tiene que salvar esta madre soltera. Esto es, claro, hasta que Dion descubre que puede mover objetos con la mente.
Lejos de ser un asunto de explicación superficial como en Matilda, por ejemplo, las habilidades de Dion pronto se relacionan con algo más allá de lo humano. La muerte de su padre cobra cada vez más importancia y una genérica megacorporación malvada entra en escena. De entre todas las líneas argumentales que sostiene esta serie de nueve episodios, la más importante es la de Dion. Su historia se cuenta a través del desarrollo de sus poderes y de sus dificultades para hacer nuevos amigos en el colegio, así como unos primeros desencuentros con el racismo —a los que se hace alusión de pasada, pero con una clara intencionalidad didáctica—. Gracias a esto, la serie se mantiene en el plano de lo familiar y nos presenta un escenario reconocible con personajes realistas y sólidos.
Dion es la estrella de la serie, y destaca por lo infantil, inocente y curioso del personaje. El joven actor que lo interpreta, Ja’Siah Young, consigue imprimir a su trabajo el toque justo para que, al ver a Dion, sintamos que estamos viendo a cualquier otro niño de siete años que descubre que tiene superpoderes. Sus grandes ojos inquisitivos, los aspavientos de las manos con los que conjura su energía y la honestidad de los gestos de sorpresa o enfado lo convierten en la pequeña joya de la serie.
Su madre en la ficción tampoco se queda atrás. Wainwright pasó de investigadora botánica a actriz en cuestión de pocos años, y este es su primer papel importante desde su aparición en Shadowhunters, también con Netflix. Lo más destacable de su actuación es la sinceridad con la que nos transmite las preocupaciones de Nicole y su frustración. Nicole es un personaje con mucha profundidad, de la que conocemos, poco a poco, miedos e inquietudes, y que crece durante la historia. Es una mujer a la que han infantilizado toda su vida y ni siquiera su hermana la cree del todo capaz de hacerse cargo de su hijo al morir el marido.
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Uno de los puntos fuertes de Raising Dion es que, aunque el niño sea el protagonista, no deja de lado la historia de Nicole. No es muy habitual que las madres de los superhéroes aparezcan en sus historias —ya sabéis, a no ser que se llamen Martha—, y mucho menos que tengan un papel tan importante. En la serie, vemos ese conflicto interior inherente a la paternidad en el que Nicole se debate entre querer animar a su hijo a perseguir sus sueños y querer protegerlo a toda costa, con el añadido de los poderes telequinéticos.
A ella se unen un reparto original de personajes que incluyen al mejor amigo de Mark, Pat (Jason Ritter), un ingeniero un poco friki que hace las veces de mentor experto en cómics para ayudar a entender los poderes de Dion. También destaca una de las compañeras de clase del niño, Esperanza (Sammy Haney), una niña en silla de ruedas que demuestra que los personajes infantiles pueden ser de lo más interesantes, originales y divertidos si tienen el planteamiento y el casting adecuado. Por supuesto, la aparición recurrente de Michael B. Jordan, que también es productor ejecutivo de la serie, a través de flashbacks es un reclamo importante para muchos espectadores. No obstante, no tiene tanto peso en la trama como deja entrever el tráiler.
Merece más atención
A pesar de este conjunto tan atrayente de personajes y escenarios, Raising Dion se mueve en territorio peligroso. No es la gran serie de la temporada, ni ha recibido una exhaustiva promoción por parte de Netflix para intentar captar más espectadores. Es una serie tierna y divertida que no deja lugar al aburrimiento ni a la confusión —todos los misterios se explican cuidadosamente—. Sin embargo, vivimos en un contexto en el que la oferta de series es tan grande que, si una no destaca abrumadoramente, está prácticamente destinada al fracaso.
No debería ser así, ya que Raising Dion tiene muchos elementos para gustar a diferentes tipos de público. Es un Stranger Things descafeinado y situado en la actualidad, un Umbrella Academy para toda la familia y un Marvel’s Runaways sin el contexto de instituto. Cuenta con una estructura reconocible de cualquier otra historia de origen de superhéroe desde un punto de vista único: el de la familia monoparental y racializada. Es todo lo que una serie de superhéroes debería ser, abierta a un público infantil que apreciará la proximidad de los personajes. Puede que Raising Dion no rompa ninguna barrera, pero eso no debería impedirnos darle una oportunidad y disfrutar de ella.