El sector del transporte vive sus años más complejos. Sin entrar en los eternos debates de los movimiento a favor o en contra de Uber, esta realidad ha afectado a todas las dimensiones de la movilidad. Patinetes, motos o coches compartidos a un lado, la apertura del sector del ferrocarril en España ya está siendo una realidad de aquí a unos meses.

Si la batalla del taxi vs. Uber te parecía eterna, espera a ver la de los autobuses

A la cola de la historia, el negocio del autobús y los trayectos de media y larga distancia nacionales. La Unión Europea ya lo avisó hace tiempo: debe producirse una liberalización del negocio de aquí a un tiempo en todos los países miembro; igual que el tren. La propia CNMC ya avisaba sobre las irregularidades del sector.

De momento, Austria y España son las únicas que se mantienen en sus 13 con un sistema de licitación para algunas de las rutas más demandadas. La realidad es que el propio sistema vive su crisis: trayectos con licitaciones caducadas, precios sin revisión o control de algunas compañías del total de la flota.

BlaBlaCar estrena su red de autobuses, la peor pesadilla de Confebus

Denunciaba la OCU, en verano de 2019, que el 75% de los trayectos realizados en España corresponden a tres compañías –Alsa 46%, Samar 17% y Avanza 12%–, el porcentaje restante corresponde a un "otros", donde se encuentran todas las pequeñas empresas familiares que sirven en el sector de transporte por carretera. La única vía para muchas de estas entidades es la de abrir conexiones con el extranjero. Sin cabotaje, o paradas intermedias en este caso en España, por las cuestiones regulatorias del país, las únicas rutas podrían ser aquellas que tuviesen destino u origen en un país vecino. Uno de esos países sería, por su reciente aprobación normativa, Portugal; que en pocos meses ha abierto todo la red del país.

Mientras en España el sector lucha por una apertura, en el resto del continente –y de la mano de las compañías tecnológicas del transporte–, se están produciendo movimientos. De momento, pasarán de puntillas por la Península para, como mucho, utilizar la red de carreteras como conexión con Portugal.

Por un lado FlixBus, la ya veterana compañía de autobuses con una red europea, sigue con su negocio por carretera –además de su apertura a los trenes en Alemania hace ya dos años–, abrirá en 2020 el transporte en coche compartido. Por su parte, y haciendo el camino contrario, BlaBlaCar –el gigante de los trayectos en coche–, se ha pasado al autobús con su nueva propuesta: BlaBlaBus.

La idea de ambos players: abarcar la multimodalidad del transporte.

La historia de dos caminos inversos

El idilio de BlaBlaCar con los autobuses comenzó por una suerte del destino o una confluencia de casualidades. Unas largas jornadas de huelga en Francia en la SNCF, compañía de trenes, pusieron en contacto a la empresa pública y a BlaBlaCar.

OuiBus, la división de autobuses de la SNCF, era consciente de que no iba a poder asumir la demanda de una huelga total. "Llegamos a un acuerdo económico con ellos para que, cuando la demanda en OuiBus colapsase, los trayectos se publicasen en BlaBlaCar", explica el general manager de BlaBlaCar en España Álvaro Zamácola. "Con esto vimos que la comunidad acogía muy bien el servicio y que, además, no existía una canibalización de la actividad", añade.

Por este motivo, BlaBlaCar comenzó a trabajar en la adquisición de la compañía de autobuses y, en solo 6 meses, lograron cerrar el acuerdo. Nacía entonces BlaBlaBus, con la idea de complementar viajes de coche y autobús; desde entonces trabajar en más de 300 destinos y con la idea de expandirse por todo el continente, principalmente en Alemania –mercado original de Flixbus, que consideran muy interesante por un aumento de los precios y un mercado abierto desde hace tiempo–. Ahora trabajan en una nueva adquisición para entrar en el mercado de Europa del este.

obre su pregunta de si, en algún momento, llegarían a España la nueva versión de BlaBlaCar sufre del mismo problema que Flixbus: una compleja regulación. En este punto, es curiosa la entrada de la francesa a intentar irrumpir en un sector contra el que tanto ha luchado en los juzgados en España. Hay que recordar que Confebus, la patronal de autobuses en el país, acusó a la entidad de competencia desleal. Por este motivo, de momento, mantienen un perfil bajo y aceptan la situación: "Nosotros respetamos las reglas del juego que hay a día de hoy, y es lo que hay. Para hacer las rutas internacionales llegamos a acuerdos con compañías internacionales y si cambia ya veremos, pero no contemplamos entrar en el mercado de las licitaciones públicas ya que no podemos llegar a ese nivel administrativo", explican.

Mientras el imperio de los coches se aventura en un nuevo modelo de negocio, el de los autobuses busca lo mismo en el del coche compartido. Casualidades del destino, o no, Flixbus ha elegido Francia como el lugar para iniciar su conquista a principios de 2020. El lugar nativo de BlaBlaCar. "Estando en el tren y en autobús, queríamos complementar. Esto tiene sentido a la hora de entrar en el vehículo compartido en Francia ya que estamos acostumbrados a tener competencia", explica Pablo Pastega, director de Flixbus en España. Su llegada a otros mercados, concretamente a España, está por verse.

Sin monetización, explican, el servicio no contará con el cobro de una comisión. Después de todo, el coste de adquisición para lograr usuarios en un país hecho a BlaBlaCar es esencial. Ante la pregunta de si cobrarán en un futuro, como ya haría la compañía francesa en su momento, no tienen claro cuál será su deadline.

Su foco sigue siendo el autobús y un intento de cambiar la regulación en España, donde, no han tenido buenas nuevas y –ante la compleja situación política– no se esperan cambios a corto plazo.