Hace una semana, la neurobióloga experta en patologías de la retina Conchi Lillo compartía en su cuenta de Twitter una infografía en la que se describían de un modo cómico las razones por las que usar la orina como colirio no es una buena idea. Podría parecer que todo gira en torno a un chiste, pero lo cierto es que es una práctica más común de lo que debería, que forma parte de un conjunto de técnicas, conocidas como orinoterapia, consistentes en el uso de esta sustancia de desecho para tratar dolencias de todo tipo. Ni qué decir tiene que no hay ni un estudio sólido que apoye su eficacia y que, además, puede ser muy peligrosa, aparte de asquerosa. Aunque esto último es incluso todavía más obvio.

Lo que sale, que no vuelva a entrar

Si algo se elimina de nuestro cuerpo, por algo lo ha hecho, lo más sabio es no volver a introducirlo. Esta es la principal premisa para desmentir esta pseudoterapia; que, si bien se remonta a la antigua Roma, cuando se recomendaban los enjuagues de orina para blanquear los dientes, ha adquirido una fama renovada en los últimos años, a causa de las recomendaciones del youtuber Steven Williams.

En sus primeros vídeos aseguraba haber mejorado su visión y adquirido un brillo renovado en los ojos, gracias al uso de su propia orina como colirio. Además, poco después comenzó a admitir que también la usaba para enjuagarse su boca y que, gracias a ello, sus encías estaban más sanas y sus dientes más blancos.

No es el único en hacer este tipo de declaraciones. Sus afirmaciones se suman a las de todas las personas que en las últimas décadas se han unido a la doctrina del naturópata británico John W. Armstrong, quien en 1944 publicó el libro El agua de la vida: Un tratado sobre la terapia de orina, considerado a día de hoy como el documento que dio origen a esta disciplina.

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Sus defensores no solo apuntan a su uso en enjuagues y colirios. También defienden la utilidad de beber la orina para tratar todo tipo de enfermedades, desde infecciones, hasta picaduras, heridas y varios tipos de cáncer. ¿Pero qué tiene la orina para hacer creer a algunas personas que puede llegar a curar?

Composición de la orina

En su mayoría, la orina está compuesta por agua. De hecho, aproximadamente supone un 95% del total de la misma. No obstante, no es la única sustancia que se encuentra en ella, ya que también contiene urea, cloruro de sodio, fosfatos, sulfatos, creatinina, sales de amonio, ácido hipúrico y otros compuestos, procedentes del proceso de filtrado que llevan a cabo los riñones.

No olvidemos que estos órganos son los encargados de eliminar de la sangre aquellas sustancias resultantes del metabolismo que pudieran volverse tóxicas en gran cantidad, a la vez que desechan posibles compuestos dañinos que hayan llegado hasta ella. Tanto los riñones como el hígado son los verdaderos “trucos detox” de nuestro organismo. Por eso resulta contraproducente volver a introducir en él lo que tanto trabajo les ha costado eliminar.

Pero los defensores de la orinoterapia no se centran en esta parte de la composición de la orina, sino en su alto contenido en sustancias supuestamente beneficiosas. Por ejemplo, los hay que afirman que contiene parte de las defensas de nuestro propio organismo y que por eso es importante volver a usarlas para tratar infecciones. Sin embargo, en condiciones normales no debe haber glóbulos blancos en ella. De hecho, si los hay indica que están librando la batalla contra algún microorganismo patógeno, por lo que su uso sería muy peligroso.

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Otros seguidores de esta pseudociencia se apoyan en una sustancia que sí que se encuentra en la orina: la urea. Defienden su uso para tratar tumores, frenando su progresión, a pesar de que no hay evidencias científicas de esta afirmación. Sí que se ha comprobado que una modificación en el ciclo de la urea está involucrada en la progresión del cáncer, puesto que las propias células tumorales lo reprograman para aprovechar el nitrógeno y el carbono resultante en su propio beneficio. No obstante, eso no tiene nada que ver con que la orina cure el cáncer, ni cualquier otra dolencia.

Por otro lado, aunque la orina salga estéril, es fácil que se contamine nada más hacerlo, por lo que podrían generarse numerosas infecciones en los ojos o donde quiera que se haya decidido aplicarla. Esta es la razón por la que tampoco sirve para aliviar quemaduras o picaduras de insecto, aunque sea algo que probablemente hemos escuchado alguna vez en el ideario popular.

Todo esto debe diferenciarse del trasplante de heces, que sí puede ser beneficioso para pacientes con problemas en su microbiota intestinal, aunque siempre debe ser llevado a cabo por un especialista.

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Visto todo esto, está claro que nuestra orina solo debería ir al retrete. Y no olvidéis tirar de la cadena después.

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