Movo, creada como una spin-off de Cabify hace dos años, comenzó en el mundo de los patinetes y las motos eléctricas como una de las soluciones de movilidad del momento. Primero en Madrid en 2018, Luis Chen y Álvaro Pellejero lanzaron el servicio de forma silenciosa y con capital 100% propiedad de Cabify. Se sumaban de esta manera a una nueva tendencia heredada, como no podía ser de otra manera, de Estados Unidos. Lime y Bird, que por aquel momento ya eran gigantes del sector marcaron una pauta en lo que movilidad se refiere. Y también abrieron una nueva línea de debate.
En el caso de Movo, hoy ya están en varios países de Latinoamérica tras la ronda de 20 millones de euros que daba entrada a Seaya y Mutua en su accionariado. Una ronda que, pese a su magnitud, sigue a la cola del sector de los patinetes. Bird, con sus 275 millones de dólares, Lime y sus últimos 273 millones o la alemana Tier tras levantar 60 millones han marcado la pauta de un negocio que, pese a todo, sigue en auge.
En cualquier caso, la conquista de nuevas geografías sigue siendo la tarea pendiente. Con Estados Unidos y Europa ya ocupadas por el ejército de vehículos de cuatro ruedas, quedaba la tarea pendiente de Latinoamérica. México, Chile, Colombia, Perú y Argentina ya han visto la entrada de la compañía española, Movo, en sus calles dejando a un lado el dilema de los posibles robos de los patinetes y motos en las calles de las ciudades. Lime, Grin o Mobike, casi de forma paralela, también se han atrevido con el resto de la densidad y las grandes distancias de México DF.
Ahora, explica a Hipertextual el CEO de Movo, Pedro Rivas, "la compañía está creciendo en más de un 1000% respecto al año pasado". La cifra total es confidencial, por lo que ese es el único dato que aportan además de que sus trayectos ya se cuentan por miles. Sin duda, el crecimiento en Latinoamérica ha sido esencial para su actividad y crecimiento.
Un éxito tras una larga lista de fracasos
Aseguran opera de forma totalmente independiente a Cabify. Esto implicaría que, como adelantaba La Informaición hace unos días, la congelación de los gastos y las contrataciones dentro de Cabify con el objetivo de alcanzar la eficiencia que les llevase a salir a bolsa no les afectan. De hecho, Rivas explica que es precisamente esta diferenciación lo que les ha funcionado:
"Antes de entrar como CEO de Movo, mi trabajo en Cabify era mirar todos los nuevos negocios en los que podíamos entrar. Vimos muchísimas verticales de movilidad, pero no funcionaron bien porque se manejaban como una rama de la compañía, lo cual tenía una prioridad menor a Cabify".
Ciento y pico proyectos que se quedaron en la nada por una falta de cooperación de la central. Y, también, porque eran de corto alcance. "Tuvimos uno de tuc tucs en Perú, otro de helicópteros, lanchas en un lago en Chile... Todos eran proyectos confeti. El mejor esfuerzo que hicimos fue uno de mensajería", explican. Pero entonces llegó Glovo y se quedó con todo el mercado. Hoy, ambas compañías españolas trabajan juntas en varias regiones de Latinaomérica para, además de quedarse con el mercado del transporte, también abordar la mensajería.
Luchando con la regulación: su talón de Aquiles
Llegaron para cambiar la forma de moverse por las ciudades. Y también sin el amparo de una regulación que les explicase cómo circular por ellas. Como siempre, la historia de que la innovación llega antes que la norma se hace realidad. La fuerza colectiva, junto con Lime, Bird o Jump entre muchos otros en la lista, les puso a la cola de tareas de las Administraciones. Un patinete no hace daño, pero miles aparcados por las aceras de la urbes se convierten en un problema.
Como suele ser costumbre, los cambios no gustan en la Administración. Los primeros llegaron precisamente de la cuna de los patinetes, Estados Unidos, después se contagiaron a Europa. España tuvo su propia lucha con ellos. Barcelona prohibió la entrada a este modelo de movilidad compartida, y hasta la fecha poco o nada se sabe. Valencia eliminó su actividad hasta la revisión de la normativa. Madrid optó por el caos absoluto repartiendo licencias por los barrios de la capital con la opinión de las empresas, de las 22 que ganaron el concurso, y los usuarios en contra. Concretamente, para Rivas, esta situación de "bandazo contínuo" no ayuda a nadie.
Adiós a los patinetes aparcados en la acera: la DGT va a prohibir su estacionamiento
Ahora, la DGT quiere sacar a los patinetes de las aceras en todo el país. "Pero si no están en las aceras, dónde los ponemos", se pregunta Rivas. Ante el nuevo panorama que se les presenta comenta que tienen opciones, como los puntos de movilidad, pero insisten en la idea de que si los Ayuntamientos no les dan prioridad, para que tengan sentido y no estén fuera de las áreas de más actividad, el mundo de los patinetes perderá su posición en el mercado.
Ahora se enfrentan a un nuevo reto, con el mismo perfil que en España, esta vez en las grandes y masificadas ciudades de Latinoamérica. México, explican, es uno de los casos más masivos a los que se han tenido que enfrentar y eso que, añaden, "no operan un terreno mucho más grande que el centro de la capital de España". Al igual que en Europa, México ha regulado el número de licencias, zonas de operación y lugares de estacionamiento ante la ocupación de las aceras por parte de los patinetes y motos. Igualmente, el número de vehículos de DF sigue siendo aplastante respecto al volumen de patinetes, pero aseguran que están en el "buen camino". Especialmente porque, hasta la fecha, pocas son las compañías que rivalizan con ello en su terreno.
La Ciudad de México regulará a empresas de patinetes eléctricos y bicicletas
¿Seguridad? Parece ser que para Movo este tema no aplica, al menos hasta la fecha. "Latam podría ser una zona más delictiva, pero la verdad es que es parecido en todas partes", analiza Rivas. Lo que quiere decir que tienen en cuenta en su balance final los patinetes dañados. Algo que su competencia también vive: Grin, en un solo día de operaciones, se quedó sin patinetes a causa de los robos de los mismos. En cualquier caso, esta siempre ha sido la filosofía de las compañías de movilidad: esperar a que se cansen de robar y romper patinetes, negar la máxima, y mientras hacer los patinetes más resistentes.