Las reacciones después del sexo varían mucho entre personas diferentes. Por ejemplo, los hay que inmediatamente caen rendidos a un sueño profundo. Algunos, en cambio, se mantienen activos y prefieren charlar abrazados a su pareja, mientras que a otros les gusta hablar separados para evitar el calor o abrazarse, pero en silencio. Todos estos son casos habituales. Algo menos frecuente es estornudar después del coito.

Puede sonar algo cómico, pero lo cierto es que a algunas personas les pasa que, justo después del sexo, sienten un deseo irrefrenable de estornudar, una y otra vez, a la vez que su nariz se ve inundada por una ola de secreción nasal. Incluso hay a quien le basta con excitarse pensando en sexo o trabajando en soledad. A pesar de que puede deberse a causas muy variadas, en general este fenómeno se conoce como rinitis de Luna de Miel y ha sido estudiado por algunos científicos, aunque en general queda aún mucho por investigar al respecto. ¿Pero qué se sabe hasta ahora?

Una historia antigua, pero con pocas respuestas

Ya en el siglo XIX se registraron los primeros casos de estornudos originados por la excitación sexual. Ninguno de los científicos que los describieron supo dar con un origen plausible, hasta que en 1892 el otorrinolaringólogo alemán Wilhelm Fliess, íntimo amigo de Freud, desarrolló la teoría de la “neurosis del reflejo nasal”, que describía un vínculo entre los genitales y la nariz.

El joven médico consideraba que la relación era tan grande que llegaba a asociar la nariz con el ciclo menstrual, por lo que creía que la dismenorrea (dolor muy intenso durante la regla) se debía precisamente a un trastorno nasal. Nunca llegó a aportar pruebas científicas claras que apoyaran su teoría, aunque se basaba principalmente en la presencia de tejido eréctil dentro de la nariz. Y eso es algo que en la actualidad se sabe que es cierto.

Se conoce como tejido eréctil aquel que tiene la capacidad de volverse erecto, normalmente por la acumulación de sangre en la zona. Es habitual en órganos sexuales, como el pene o el clítoris, pero también en otras partes del cuerpo, como los cornetes nasales. En estos últimos, la erección se encarga de regular el flujo de aire, por lo que no tienen nada que ver con la respuesta sexual. Sin embargo, en algunas personas pueden responder también a la excitación, causando molestias en la nariz que terminan provocando estornudos.

Esta fue precisamente la explicación que se dio en 1972 al caso de un hombre de 69 años, que acudió a consulta médica aquejado de padecer rachas de estornudos severos inmediatamente después del orgasmo.

El estornudo tras el sexo en el siglo XXI

Desde los años 70 apenas se ha vuelto a tratar el tema, aunque sí que se han llevado a cabo algunos estudios al respecto.

Es el caso de uno publicado en 2008 por Mahmood Bhutta, del Hospital John Radcliffe de Oxford, y Harold Maxwell, del Hospital Universitario de West Middlesex. Para su realización comenzaron por buscar el mayor número posible de personas que padecieran este fenómeno, puesto que las pocas investigaciones desarrolladas con anterioridad se basaban solo en uno o dos individuos. Fue así como decidieron utilizar datos extraídos de chats y foros de internet, en los que los usuarios exponían públicamente lo que les ocurría. Consiguieron encontrar a un total de 17 hombres y mujeres, que reportaron estornudos inducidos por ideación sexual y otros 3 a los que les ocurría justo después del orgasmo. Las respuestas que obtuvieron todos ellos en los foros eran de lo más variadas, aunque en ningún caso contaban con sentido científico.

Sin embargo, Bhutta y Radcliffe sí que tenían una idea al respecto, después de analizar la literatura científica existente. Básicamente, creen que podría ser un caso similar al del estornudo fótico, en el que los nervios encargados de transportar las señales de irritación nasal y presencia de luz interfieren entre sí. También sucede algo similar con unas pocas personas en el mundo, que estornudan cuando tienen el estómago lleno.

Ambos fenómenos parecen estar relacionados con el sistema nervioso parasimpático, que controla las funciones involuntarias a través de una red de nervios que nacen, bien del encéfalo, bien de la médula espinal. En el caso del fótico, se da una respuesta del sistema parasimpático, al contraerse involuntariamente la pupila como respuesta a la luz. Para las personas que lo hacen con el estómago lleno, la relación se encuentra en los movimientos gástricos y la secreción de ácidos necesarios para la digestión.

Durante la excitación sexual, también hay una respuesta mediada por el sistema nervioso parasimpático, consistente en la dilatación de las venas, que propicia la erección del pene o el clítoris. Son demasiados factores comunes para no considerar que de nuevo podría tratarse de un “lío de nervios”, como el producido durante el estornudo fótico.

¿Cosa de genes?

En un nuevo estudio, publicado un año más tarde, Bhutta y Radcliffe volvieron a repetir la estrategia de la búsqueda de candidatos en internet, esta vez con más éxito, pues finalmente encontraron a 146 que estornudaban al pensar en sexo y 7 que lo hacían tras el orgasmo.

Se sabe que tanto las personas cuya nariz responde al estómago lleno como las que lo hacen ante la presencia de luz tienen más familiares en su misma situación, por lo que podría ocurrir lo mismo con el sexo. Por eso, esta vez se centraron en comprobar si los testimonios incluían información sobre ello. Y, efectivamente, muchos de los casos apuntaron a que un hermano, un padre o una madre, o incluso varios de ellos, experimentaban el mismo fenómeno. Esto llevó a los dos investigadores a concluir que también debe ser una cualidad hereditaria.

Otras causas

Algo antes, en 2002, un grupo de científicos españoles ya había estudiado la influencia del sistema nervioso parasimpático, en un estudio publicado en la Revista Europea de Alergología e Inmunología. Pero lo hacían de un modo algo diferente, ya que apuntaban a que los estornudos durante el sexo podrían ser un síntoma más de algunas personas con alergia.

Para comprobarlo, reclutaron a 23 pacientes, todos ellos con historial de rinoconjuntivitis causada por alergia. Ninguno fumaba ni padecía asma o sinusitis. Todos ellos habían mostrado estornudos y obstrucción nasal justo después del coito, pero no durante el acto sexual. Los que padecían alergia de forma crónica tuvieron este problema todo el año. En cambio, los que la tenían estacional no lo desarrollaron entre los meses de julio a febrero, coincidiendo con el periodo en el que menos polen hay en el ambiente.

En un principio se pensó que esto podría deberse al esfuerzo que conlleva el sexo. Al fin y al cabo, se conocen numerosos casos de reacciones alérgicas desencadenadas por el ejercicio. Sin embargo, este no parecía ser uno de ellos, pues al pedir a los pacientes que subieran escaleras y realizaran pruebas deportivas no se obtuvo el mismo resultado. Parecía ser algo más emocional, ¿pero qué? De nuevo, concluyeron que una hiperactividad parasimpática, desencadenada en personas que se excitan mucho durante el sexo, podría ser la causa.

Además, se sabe que durante los periodos de estrés, o de emociones intensas, también aumenta la producción de mastocitos, unas células del sistema inmunitario implicadas en la aparición de los síntomas de la alergia y la rinitis.

Finalmente, estos investigadores apuntan a otras posibilidades muy concretas, como la alergia al semen, aunque esta solo estaría detrás de unos pocos casos.

Sea cual sea la causa, en principio no es algo preocupante, pero tampoco nada de lo que haya que avergonzarse. La mayoría de los científicos que han investigado al respecto coinciden en que es difícil encontrar a personas a las que les pase, porque posiblemente se sienten cohibidas a la hora de contarlo. Vivir el sexo intensamente no es nada malo. Eso sí, si la cosa se pone peliaguda y aparece falta de aire o algún otro síntoma similar, ha llegado el momento de acudir al médico. Por lo demás, solo queda disfrutar del sexo, antes, durante y después. Incluso con estornudos.