La única alternativa sana al tabaco es no fumar. No importa lo que digan sobre los cigarrillos electrónicos. Puede que vapear sea menos peligroso, pero también conlleva riesgos, que en algunos casos pueden llegar a ser fatales.

Es algo que los expertos llevan mucho tiempo tratando de explicar, aunque este verano las tristes pruebas de sus efectos les están dando la razón, sin necesidad de que insistan en sus argumentos. Ha ocurrido tras una ola de ingresos de pacientes estadounidenses, a causa de una rara enfermedad respiratoria cuyo único factor común parece ser el consumo de este tipo de dispositivos. Desde que se dio el primer caso, a finales de junio, se han detectado ya alrededor de 200 enfermos más. Pero lo peor estaba por llegar, pues el viernes pasado se anunciaba lo que muchos en el país americano ya temían: el primer fallecido.

Cigarrillos electrónicos: cuando el marketing pone en peligro la salud

Una enfermedad desconocida

La mayoría de casos de esta curiosa enfermedad se han dado en Wisconsin, Minnesota e Illinois, en pacientes jóvenes, la mayoría con edades comprendidas entre los 17 y los 38 años. No se ha dado a conocer información sobre la primera víctima, solo que es una de las personas que fueron ingresadas a causa de lo que muchos ya conocen como “la enfermedad del vapeo”.

Todas estas personas acudieron en busca de ayuda médica aquejados de un amplio abanico de síntomas, entre los que predominan dificultad para respirar, dolor en el pecho, fatiga y náuseas.

Se desconoce el origen de la enfermedad, aunque por el momento los expertos piensan que es poco probable que se trate de una bacteria o un virus que hayan infectado un lote de líquido de vapeo. Más bien se cree que sea resultado de la inhalación de alguna de las sustancias que se encuentran normalmente en él.

Consecuencias en un solo uso

Los cigarrillos electrónicos se han utilizado solo durante los últimos 15 años, por lo que hasta ahora no se ha podido detectar cuáles son sus consecuencias a largo plazo. Sin embargo, se sabe que el líquido de vapeo contiene una serie de ingredientes que, después de ser quemados e inhalados, pueden conllevar efectos perjudiciales para la salud. Destaca el propilenglicol, que provoca inflamación crónica de la mucosa bronquial a corto plazo, pero también otras sustancias, como algunos carbonilos, relacionados con el desarrollo de tumores, o metales pesados, entre los que se encuentran el plomo y el cromo.

Por todo esto, no es extraño que ciertos consumidores habituales en Estados Unidos hayan comenzado ya a mostrar problemas pulmonares. Pero ni siquiera es necesario utilizarlos frecuentemente para empezar a experimentar algunos de estos perjuicios.

Se veía venir, pero no queríamos darnos cuenta: la enfermedad detrás del vapeo

Es lo que ha demostrado recientemente un equipo de científicos de la Universidad de Penssylvania, a través de un estudio publicado en Radiology. En él, muestran que solo una sesión de vapeo ya promueve cambios claros en los vasos sanguíneos. Lo mostraron gracias a la participación de 31 pacientes adultos, con edades comprendidas entre los 19 y los 33 años. Ninguno era fumador ni tenía problemas evidentes a nivel cardiovascular, respiratorio o neurovascular.

Todos ellos recibieron un vaporizador, cuyo cartucho no contenía nicotina, sino solo una mezcla de agua y propilenglicol o glicerol. A menudo se apunta a que los problemas de salud derivados del vapeo provienen de la nicotina, por lo que estos científicos querían demostrar que también los ingredientes que se encuentran habitualmente en el líquido, aun sin esta sustancia nociva, pueden ser perjudiciales.

Los voluntarios tomaron 16 bocanadas, de 3 segundos cada una, y luego se sometieron a una resonancia magnética, con la que los autores del estudio analizaron el estado de sus vasos sanguíneos, concretamente de tres arterias, ubicados en la pierna, el corazón y el cerebro. Esperaban encontrar cambios con respecto a una resonancia previa, pero la magnitud de lo que hallaron fue una sorpresa para ellos, ya que la dilatación fue un 34% menor que antes de vapear. Además, el flujo máximo de la sangre se redujo en un 17’5% y los niveles de oxígeno en ella en un 20%.

Afortunadamente, estos cambios fueron reversibles, pero sirven como muestra de lo que puede ocurrir si el vapeo llega a convertirse en un hábito.

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Los autores del estudio son conscientes de que el tamaño de la muestra de su estudio es reducido, pues contaron con un número bajo de participantes. Sin embargo, tanto este como otros trabajos anteriores, desarrollados en ratones, apuntan a que vapear podría dañar el revestimiento de los vasos sanguíneos, facilitando la acumulación de placas en las arterias, con todos los peligros que eso conlleva. Está claro que no es la solución más sana para dejar de fumar.

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