La naturaleza está llena de animales aparentemente inofensivos, pero capaces de matar rápidamente a un ser humano a causa del veneno que contienen. Sin embargo, y por curioso que parezca, muchos de ellos pierden su ponzoña cuando se encuentran en cautividad. ¿A qué se debe eso? ¿Significa que deciden reformarse e iniciar una tregua con el ser humano para no matar accidentalmente a algún cuidador despistado? Nada más lejos de la verdad.

En realidad ocurre porque muchos de estos animales toman su veneno “prestado” de otros, a través de la alimentación, por lo que en el momento que dejan de tener acceso a ellos se vuelven inofensivos. Al menos en lo que a intoxicación se refiere.

Pitohuí

El pitohuí es un género de aves endémicas de Nueva Guinea, que se caracterizan a grandes rasgos por una capucha de plumas de colores brillantes, barriga rojiza y cabeza negro azabache. Sin embargo, existen varias subespecies con patrones diferentes de coloración.

Pero la apariencia no es lo único que diferencia a unas de otras, pues algunas poseen una sustancia venenosa en sus plumas que les sirve para ahuyentar a parásitos y depredadores. No se conoce con seguridad el origen de dicha ponzoña, aunque se cree que se trata de una toxina que pueden adquirir a través de la dieta, al ingerir ciertas especies de ranas venenosas, como las ranas dardo.

Serpiente Rhabdophis tigrinus

Esta serpiente típica del este asiático se caracteriza por un patrón dorsal de color verde oliva, cubierto por barras trasversales negras y naranjas, además de un vientre blanquecino. En algunos casos pueden tener también manchas desde el cuello hasta el primer tercio del cuerpo. Pero si hay algo que verdaderamente llama la atención de estos reptiles es la presencia de glándulas nucales, por las que secretan un compuesto esteroideo que le sirve como irritante, para defenderse de sus posibles depredadores.

Si bien pueden secretar esta útil sustancia, no podrían hacerlo si cambiaran su dieta, ya que proviene de los sapos venenosos de los que se alimentan.

Rana dardo dorada

Las ranas flecha, como la rana dardo dorada (Phyllobates terribilis), poseen una potente toxina, llamada batraciotoxina, que causa fallos en las conexiones neuronales que se encargan de la contracción muscular, dando lugar a consecuencias fatales para el corazón. Se encuentran entre los animales más peligrosos del mundo. Sin embargo, son una de esas especies que en cautividad dejan de generar veneno.

Por eso, se cree que con gran probabilidad que la toxina puede provenir de alguno de los insectos de los que se alimentan en estado natural.

Mariposa monarca

Algunas mariposas pueden también defenderse de sus depredadores con ayuda de venenos que, de nuevo, no son producidos por ellas mismas. En este caso ni siquiera los obtienen de otros animales, pues en realidad se trata de toxinas procedentes de la savia de las plantas de las que se alimentaron en su fase de larva.

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En el caso de la monarca (Danaus plexippus), obtiene la ponzoña de la planta de algodoncillo, de la que se alimentan solamente cuando son orugas. Una vez pasada la metamorfosis, los glucósidos venenosos que extrajeron quedan impregnados en las escamas de sus alas, que además tienen colores bien llamativos, para mostrar a sus depredadores su peligro. Al menos, el que avisa no es traidor.

El ganso africano

El ganso africano, también conocido como ganso de alas rectas (Plectropterus gambensis) es un ave de gran tamaño, muy común en los humedales del África Subsahariana.

Aunque no todos son venenosos, algunos sí que poseen en sus tejidos una sustancia muy tóxica, llamada cantaridina, que no es producida por ellos mismos, sino más bien por una especie de escarabajo, llamado cantárida, del que se alimentan. Se trata de un veneno vasodilatador muy potente, que puede matar a un ser humano en una dosis de solo 10 miligramos.

La avutarda

El ganso africano no es la única ave a la que le encanta comer escarabajos venenosos. También lo hace la avutarda (Otis tarda), en su caso para librarse de los molestos parásitos que normalmente intentan adentrarse en ellas.

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Curiosamente, el veneno de estos insectos ha sido muy conocido desde la antigüedad. Tanto, que se cree que estuvo detrás de la muerte de Fernando el Católico, después de que este lo consumiera reducido a polvo en busca de las erecciones que difícilmente conseguía ya, por culpa de su avanzada edad. A falta de Viagra, nuestros antepasados tenían que ingeniársela de otras formas y parece ser que lo hacían a cambio de posibles consecuencias más que peligrosas.