Que la situación de Facebook no es la mejor del mundo lo sabe hasta el último empleado de la red social en Silicon Valley. Que podría irle peor de lo que actualmente está, también. Después de todo, el rey de las redes sociales ostenta un poder supremo –a través de Facebook, Instagram y Whatsapp– en prácticamente todo el mundo. Ni el mayor de los escándalos dentro de su actividad ha podido con los resultados a fin de año de la tecnológica creada por Zuckerberg.

‘The Great Hack’: una reflexión acertada sobre los peligros invisibles de nuestra época

La polémica de Cambridge Analytica, retratada recientemente en el documental de Netflix The Great Hack, aún persistente más de un año después ha tenido un efecto peculiar en la psique de la gente. Si bien es cierto que ha puesto de manifiesto que los datos son importantes, la realidad es que ahora sabemos dos cosas: la primera de ellas que el usuario debe mantener su dominio sobre los mismos, la segunda es que no los dominamos y, además, estamos lejos de hacerlo. Aquí se abre la batalla de las redes sociales para los próximos años.

Sin embargo, no es la única polémica que sobrevuela las oficinas de la red social. La cuestión del machismo en la misma es otro de los frentes abiertos que mantiene; y no necesariamente en los equipos de trabajo, que también. Víctimas de un algoritmo creado por y para Facebook, la realidad es que los resultados del mismo han terminado por enfadar a un gran grupo de la sociedad.

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Tras el conocimiento por el mundo de la filtración de millones de unidades de datos de millones de usuarios en todo el mundo, usados para crear publicidad personalizada que moldease su intención de voto, los requisitos para anunciarse en la red social han pasado a estar bajo el escrutinio social. Si antes permitía añadir creencias religiosas, ahora Facebook lo impide por las posibles discriminaciones implícitas. Lo mismo para la raza de los usuarios, elemento usado para hacer discriminaciones por venta y rango social. Cuestiones de alimentación o violencia se dejan a un segundo plano. Sin embargo, si bien es cierto que defender la bulimia es intolerable, no lo es buscar soluciones a la misma. Igual para anunciar recursos para luchar contra la violencia de género. Y en este debate se encuentra precisamente la red social.

Un grupo de empresas, concretamente startups estadounidenses, se han manifestado a las puertas de las oficinas de Facebook en Nueva York. Tras la protesta, un sitio web llamado "aprobado, no aprobado" ha querido poner de manifiesto el problema del sexo en la red social y la demonización del mismo a ojos del algoritmo. Y no solo el sexo como cuestión inherente al ser humano, y no necesariamente desde un punto de vista pervertido y negativo, también el debate de los juguetes sexuales.

Según el grupo de compañías, las opciones poner un anuncio para vender un juguete sexual masculino, o hablar de sexo para ellos, en Facebook son mayores que si este está dirigido a mujeres, transexuales o no conformes con su género. Es lo que defienden estos colectivos como "lo políticamente correcto" interpretado bajo los ojos de Facebook y que está penalizando a las empresas y a las propias mujeres. Asímismo, entienden una clarísima diferenciación del algoritmo a la hora de hablar de placer, si es que hablar de eso mismo se les permite. Mientras que para los hombres está medianamente aceptado, para el colectivo femenino está enfocado a la planificación familiar y seguridad. El concepto del placer sexual queda relegado a la nada a ojos de un paternalista Facebook; mientras que estas empresas defienden que el sexo seguro también puede ser placentero.

Un algoritmo que falla demasiadas veces

La victoria lograda para el CES 2020, que permitirá la presentación de juguetes sexuales en la exposición después de la polémica censura de este año, no ha llegado a las costas de las redes sociales. Un evento entendido por y para hombres que, poco a poco va abriendo sus miras se ha adaptado a las circunstancias, cosa que no ha hecho el algoritmo de Facebook.

La actitud paternalista de la red social ya ha tenido su debate en la cuestión de mostrar desnudos o no. Facebook lleva tiempo censurando imágenes en las que aparecen desnudos de personas, ya sean estatuas o humanos. El David de Miguel Ángel y el Neptuno de Florencia ya fueron víctimas de esta criba; la red social debió asumir su fallo y reprogramó su algoritmo para evitar tal hecho. Sin embargo, se olvidó de dotarle de igualdad de género. La polémica ha venido de la mano de permitir torsos desnudos de hombres, pero no pezones de mujeres. Un hecho que un gran número de colectivos ha denunciado, entre ellos varias de las influencers con más seguidores, considerando que no todas las imágenes de pechos femeninos tienen connotación sexual.

A todo esto, la última polémica de la lista fue hace escasos días. Los usuarios de Instagram se quejaban de que la propia red social dejase circular durante un día entero la imagen de un cadáver, pero siguiese en su lucha por mantener la moral intacta de sus usuarias mujeres.

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