Por mucho que algunos quieran vivir eternamente, la realidad es que, por el momento, no hemos encontrado la forma de ser inmortales. Sí que es cierto que la esperanza de vida cada vez es mayor y que sabemos cómo funciona el envejecimiento. Sin embargo, a pesar de conocer parte de los mecanismos de cómo las células se van haciendo viejas, seguimos averiguando nuevas cuestiones.

La doctora Pura Muñoz-Cánoves, premiada este miércoles por la Fundación Lilly, es catedrática por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona desde 2010 y se dedica a estudiar el envejecimiento. De hecho, sus estudios han contribuido a cambiar el pensamiento generalizado sobre el envejecimiento. Hasta ahora se pensaba que este era gradual. Y en parte es así, pero los estudios realizados por Muñoz-Cánoves y su equipo han demostrado que, en la edad geriátrica, "se desencadena un declive agudo y dramático de la capacidad regenerativa", explicó este miércoles durante la conferencia de prensa antes de recibir el Premio de la Fundación Lilly de Investigación Biomédica Preclínica 2019.

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Al final de la vida la pérdida de masa muscular, que es el tejido en el que se centra esta investigadora, "es mayor en la edad geriátrica", es decir, alrededor de los 80 años, aunque el punto en el que empezamos a perderla está en los 25 años: "Con el paso del tiempo perdemos masa muscular y nos volvemos más frágiles", indicó. "Aunque siempre hay factores genéticos, ambientales, nutricionales..." que pueden adelantar o atrasar el punto de no retorno del envejecimiento.

Muñoz-Cánoves explicó que este punto de no retorno del envejecimiento celular se encuentra en la molécula P16 y hace que las células madre no sigan reproduciéndose. Sin embargo, no se puede actuar sobre ella directamente "porque actúa como un supresor tumoral" por lo que hay que buscar una vía alternativa. Este otro camino parece encontrarse en la autofagia.

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La autofagia

¿Qué es la autofagia y cómo afecta al envejecimiento? Se trata de un mecanismo en el que las células jóvenes se limpian y eliminan aquellas proteínas, orgánulos y residuos que ya no funcionan o que sobran. "Con el paso del tiempo este proceso ya no se hace igual y es el momento en el que se entra en senescencia". Es decir, con el paso del tiempo, los tejidos viejos pierden "esta capacidad de reciclaje, por lo que estos residuos se acumulan", añadió. Así pues, contra más se reproducen nuestras células, más sobras acumulamos y, al final, terminamos llegando al punto de no retorno en el que nuestras células musculares ya no se regeneran de la misma forma que como hacía antes. En lugar de utilizar la autofagia, apuntó Muñoz-Cánoves, "las células entran en un estado de senescencia, que es un proceso perjudial que lleva al envejecimiento tisular".

"Esto es en lo que he trabajado con mi equipo en los últimos 10 años y creemos que se puede dar en otros tejidos", comentó durante la rueda de prensa. Ahora están buscando una forma de combatir la autofagia y para ello quieren desarrollar unos fármacos llamados senolíticos. "En un determinado momento fallan simultaneamente tantas cosas que ya no hay mecanismos de compensación posible", afirmó la doctora. "Entonces es cuando vemos que una persona que hasta hace poco estaba bien decae rápidamente", este es el motivo de que ella y su equipo propongan desarrollar este tipo de medicamento. "Proponemos dirigir nuestro trabajo a eliminar células senescentes para intentar rejuvenes los tejidos" y para ello "queremos encontrar fármacos senolíticos que rejuvenezcan los músculos para contribuir a un envejecimiento saludable", concluye la investigadora.