Apenas unos meses han separado los estrenos de *X-Men: Dark Phoenix* y Avengers: Endgame. El fin de dos sagas -en el caso del UCM con continuidad asegurada- que han llevado a los personajes de los cómics de Marvel a copar las salas de cine, pero que comenzaron desde puntos de partida distintos y, qué duda cabe, también han terminado con sensaciones encontradas.
Phoenix Oscura ha sido recibida con más reproches que alabanzas por parte del público y la crítica especializada. Un epílogo seguramente injusto para unos personajes que en el año 2000 sembrarían el germen de lo que hoy es el fenómeno de los superhéroes, incluso antes que el Spider-Man de Sam Raimi, el Batman de Nolan y por supuesto la primera película de Iron Man.
La compra de la rama de entretenimiento de FOX por parte de Disney devolverá a los mutantes al Universo Cinematrográfico de Marvel, que durante estos años se había visto amputado de una de sus patas más importantes en las viñetas hasta el punto de no poder nombrar el término 'mutante' o 'mutación' en sus guiones.
Sin embargo, la despedida de los X-Men de FOX tras 10 películas (12 si tenemos en cuenta las de Deadpool) también supone cerrar un capítulo que nos ha dejado al Wolverine de Hugh Jackman, el Magneto de Michael Fassbender, y en definitiva unos personajes que siempre apuntaron más hacia el realismo que el cine superheroico del UCM. Los mutantes de Xavier explotaron el conflicto narrativo que suponía su situación de diferentes, de marginados por sus superpoderes, frente al común de los humanos, y eso es un signo que las películas siempre respetaron. Sea lo que sea que trame Marvel para reintroducir a sus personajes en el futuro, y cómo se cierre la producción de The New Mutants, planeada para 2020, el mundo de los X-Men que hemos conocido en el cine hasta ahora se ha acabado. Esta fue su historia.
Unos X-Men fuera de Marvel y con la visión de Bryan Singer
Tenemos que remontarnos a 1994. En aquel año FOX adquiría a una Marvel que rozaba la banca rota los derechos de los X-Men, personajes que en los cómics habían pasado por muy distintas etapas pero que gracias al impulso dado por Chris Claremont en los 80 se habían convertido en uno de los pilares de la editorial. Lobezno/Wolverine era con creces más popular entonces que Iron Man y FOX, bajo la batuta de la productora Lauren Shuler -quien apadrinaría la franquicia hasta Phoenix Oscura- tanteó al guionista Andrew Kevin Walker (Seven) y James Cameron para tomar las riendas del proyecto.
Finalmente se le entregó la dirección a Bryan Singer, joven realizador que había cobrado fama gracias a Sospechosos habituales (1995). Singer impondría su visión sobre la primera trilogía de la saga, y en gran medida toda las películas de los mutantes han crecido después con sus vicios y virtudes.
Cuando la primera película, *X-Men* (2000), se estrenó fue un éxito de taquilla para muchos inesperado que multiplicó hasta por cuatro sus costes de producción. Su llegada al cine retomaba así las narraciones de superhéroes que habían quedado aparcadas desde las cintas de Batman de los 90 y, si se puede considerar un superhéroe al uso, las películas de Blade.
La tortuosa historia de los derechos de Marvel hasta reunir a los Avengers y X-Men
Pero estos X-Men tenían bastante poco de superhéroes en realidad. Con trajes oscuros y un entonces desconocido Hugh Jackman como el personaje más llamativo, La Patrulla X de Singer tuvo claro desde el principio que quería explorar sobre todo la situación de los mutantes como 'engendros' distintos al resto de la humanidad, los cuales los temían por sus capacidades. La lucha entre el Homo superior y el Homo sapiens que tuvo de fondo la trilogía original tenía más de ciencia-ficción que de cine superheroico.
Y no era de extrañar. El comienzo de los 2000 era la época de Matrix, película cuya estética se deja notar también en las primeras entregas y Bryan Singer siempre se despegó de La Patrulla X de las viñetas. Desde el principio declaró que no había leído los cómics y llegó incluso a prohibir su presencia en el set de rodaje después de ver cómo algunos actores los llevaban para trabajar su personaje. Quería, en definitiva, crear su propio producto, para lo bueno y para lo malo.
Pero aunque se pudiera pensar que negar al 'fandom' pudiera ser un tiro en el pie, la película como decimos funcionó, y también lo hizo su segunda parte, valoradas como las mejores de la saga. En el tercer capítulo *The Last Stand (2006) que supuso el primer acercamiento al arco de Phoenix, el tren mutante sin embargo descarriló.
Singer, quien iba a dirigir la película, la dejó para llevar a cabo la olvidable Superman Returns. Le tomó el relevo Brett Ratner con Simon Kinberg -después director de Phoenix Oscura- al guion. Y se la pegaron. The Last Stand es el título peor valorado junto con Wolverine: Origen (2009) y en gran medida supuso un toque de muerte para sus personajes.
El batacazo de Lobezno, Nueva Generación, y Logan
Singer volvería a dirigir *X-Men en Días del Futuro Pasado (2014) y Apocalipsis* (2016) hasta que su polémica por un presunto abuso sexual lo acabó apartando definitivamente. Sin embargo, su salida si bien supuso un fracaso en la tercera película, sí que sirvió para que los personajes se resetearan.
FOX comenzó a trazar la idea de empezar a hacer precuelas y películas de origen. La primera de ellas fue *X-Men Origins: Wolverine* (2009) una película que funcionó por el tirón del personaje y de Hugh Jackman, pero que tenía muchas carencias. Quizá lo mejor hoy en día al revisar la película sea ver a Ryan Reynolds interpretando por primera vez a Deadpool, aunque como una muestra más del desconocimiento de los cómics que muchas veces ha tenido FOX, decidieron coserle la boca. ¿Un Deadpool sin decir ni una palabra? Sí, a alguien le pareció buena idea. Reynolds, que después pelearía por interpretar de nuevo al mercenario, se reiría de aquella versión en una de las escenas post-créditos de su película.
La siguiente película de origen iba a ser sobre Magneto, aunque al final el guión acabó mutando en una película mucho más coral: *X-Men: Primera Generación* (2011). De la mano de Matthew Vaught se nos presentaba por primera vez a buena parte de los personajes que nos han acompañado hasta ahora, como el Magneto de Fassbender, el Xavier de James McAvoy o la Mística de Jennifer Lawrece.
Tras una nueva y mejor película de Lobezno en solitario -*The Wolwerine* (2013)- se produjo el comentado regreso de Singer con Días del Futuro Pasado -donde nos despedimos definitivamente de los actores originales- y Apocalipsis, una buena y una seguramente peor película respectivamente pero que devolvieron ese tono cercano a la ciencia-ficción que tanto agradecen los mutantes, aunque también es resañable la falta de criterio a la hora de mantener la continuidad y los saltos en el tiempo de los personajes que se iniciaría con estas dos películas. Para hacerse una idea, en Phoenix Oscura, Xavier debería tener unos 60 años que McAvoy no parece en ningún momento.
Mientras, FOX encontraba un nuevo recurso que explotar de forma sorprendente con Deadpool, una de las películas más rentables del género pero que no está conectada con la saga de los X-Men. De un modo u otro, parece que Deadpool sí que sirvió para que FOX dejara de tener tanta prisa por hacer películas de los X-Men.
No sabemos si esta mayor calma fue causante de que *Logan* (2017) de la mano de James Mangold, quien ya había hecho la película anterior de Lobezno, fuera una película tan aclamada como lo fue. Sin duda alguna el epílogo perfecto para el personaje de Hugh Jackman, y quien sabe si también debería haberlo sido, visto lo que está pasando con Dark Phoenix, para toda la franquicia.