El 19 de enero de 2006, partía de Cabo Cañaveral la sonda New Horizons, de la NASA, con el objetivo de investigar las proximidades de Plutón. Al menos hasta 2015. Después, pasaría a una segunda fase, en la que se encargaría de estudiar algunos de los objetos presentes en el famoso cinturón de Kuiper. Y así ha sido. Año tras año, la nave ha cumplido escrupulosamente todos sus objetivos, llegando a su culmen el 1 de enero de 2019, cuando sobrevoló por primera vez el objeto MU69, más conocido como Ultima Thule.

Aquel suceso fue un gran hito en la historia de las misiones espaciales, pues al alcanzar una distancia de más de 6.000 millones de kilómetros, se convertía en la exploración más lejana jamás iniciada. Pero, por si fuera poco, también era la primera investigación de un planetesimal bien conservado; es decir, un pequeño cuerpo celeste, originado durante la formación de planetas. Como era de esperar, había muchos datos interesantes por mostrar, que se han ido liberando poco a poco, pero no ha sido hasta ahora que los responsables de la misión han publicado en Science el primer estudio en el que desgranan la información obtenida hasta el momento.

New Horizons sobrevuela Última Thule en Año Nuevo

Los primeros datos de un lugar desconocido

La información vertida por New Horizons es importante por los récords que ha logrado, pero también porque se piensa que a la distancia del Sol a la que se encuentra en estos momentos, los objetos con una órbita estable, como Ultima Thule, no han experimentado apenas cambios desde la formación del sistema solar, ya que no hay mucha radiación que pueda perjudicarles. Por eso, ofrece una oportunidad sin igual para estudiar los albores de nuestro sistema planetario.

Además, MU69 no aporta información sobre un objeto, sino dos, ya que los investigadores creen que su característica forma de cacahuete se debe a la fusión de dos trozos de roca que orbitaban entre sí hasta que finalmente se fusionaron durante una colisión suave.

Según explicó el pasado mes de marzo en un comunicado de prensa uno de los investigadores de la misión, William McKinnon, esta teoría encaja con las ideas generales sobre el inicio del sistema solar, aunque hasta ahora no se sabe qué procesos fueron los determinantes para que esto sucediera.

Sí que parece ser que tanto el giro como la órbita del asteroide se han mantenido sin cambios desde la fusión de los dos objetos, conocidos individualmente como Ultima y Thule.

Ultima Thule no tiene atmósfera, anillos ni satélites

Este nuevo estudio también analiza factores sobre su apariencia y su relieve. Se confirma que el asteroide es de un color rojo intenso, tanto que es el objeto del sistema solar exterior más rojo jamás visto por una nave espacial. Se cree que esta tonalidad se debe a las reacciones ejercidas sobre algunos materiales orgánicos presentes en su superficie. También han observado la presencia de varios cráteres y depresiones. El más grande, de 8 kilómetros de ancho y bautizado como “cráter de Maryland”, parece haberse formado por un gran impacto. Sin embargo, existen otros mucho más pequeños que, según los investigadores, pueden haberse formado por la caída de material en terrenos subterráneos o por un proceso de sublimación, consistente en el paso brusco de un sólido a estado gaseoso.

También han comprobado que no contiene rasgos que indiquen perturbaciones relativamente recientes, como sería la presencia de anillos, satélites o emisión de gases o polvo.

Aunque ya hay bastantes datos interesantes, lo que se ha obtenido hasta el momento solo representa un 10% de los datos recopilados por New Horizons, que se espera que siga enviando información a la tierra hasta el verano de 2020. Mientras tanto, también se encargará de estudiar otros objetos cercanos del cinturón de Kuiper. No podrá aproximarse a ellos lo suficiente para obtener datos muy concretos, pero al menos podrá analizar parámetros como su brillo o el ambiente que los rodea.

Así de bien suena la canción que Brian May ha dedicado a New Horizons

Ya lo decía el astrofísico y guitarrista de Queen Brian May en una canción compuesta en honor a esta misión de la NASA. Esta sonda nos está mostrando “nuevos horizontes que nadie ha visto antes” y, como tal, hasta el más mínimo detalle que encuentre será algo realmente sorprendente.

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