A Elon Musk le gusta ser él mismo la fuente de novedades generales, y también más técnicas, de las compañías que opera. Esta vez, el director ejecutivo al frente de SpaceX enseña una imagen del primer lote de satélites de Starlink que darán cobertura para el acceso a internet a nivel global y desde el espacio.

Se trata de 60 satélites, de un diseño de plegado plano, que se encuentran perfectamente encajados y listos para ser lanzados. Pueden parecer muchos, pero no son más que una pequeña fracción en relación a los casi 12.000 que pretende lanzar Space X –y para los cuales ya tiene permiso–. Según afirma ahora Musk, harán falta al menos otros seis lanzamientos más para tener una reducida cobertura, y otra cantidad equivalente para que esta sea "moderada".

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Statélites Starlink

Esta primera hornada de satélites carga también con los primeros satélites finales. Anteriores lanzamientos de prueba habían tenido lugar con un par de satélites "Tintin demo", los TinTin A y TinTin B. En cualquier caso, Musk afirma que "es probable que muchas cosas salgan mal en la primera misión". No sería la primera vez, tampoco. No está claro como van a desplegar estos satélites, ya que el directivo afirma que no cuentan con un mecanismo dispensador como tal para los satélites.

Estos tienen una envergadura considerable. Tengamos en cuenta que la cápsula del Falcon 9 en la que van acomodados es idéntica a la que se utilizó para empujar a Starman en su Roadster al espacio, que ya están orbitando Marte, y en la que había hueco de sobra. El lanzamiento está previsto para este martes.

Estos miles de satélites son, junto al resto de peticiones por parte de otras empresas del sector, preocupantes desde el punto de vista que nos enseñó a todos Wall-e –y que encabeza este artículo–, el de la acumulación excesiva de basura espacial. Dado que estos satélites tienen una vida útil de unos cinco a siete años y para mitigar este efecto, SpaceX también tiene un plan de sustitución.

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Los satélites se situarán en órbitas relativamente bajas –de unos 360 kilómetros de altura–, donde el arrastre todavía no es despreciable para objetos de un tamaño y peso muy limitados como estos satélites Tintin. Esto hace que se vayan frenando progresivamente en su giro alrededor de la Tierra, lo que les hace caer progresivamente a órbitas más bajas, donde se acelera este proceso que precipita su reentrada.