En 1999, el geólogo experto en minerales Vincenzo de Michele publicó un estudio en el que analizaba la composición de una joya hallada en el sarcófago de Tutankamón y que con gran seguridad había decorado el pecho del joven faraón más de tres mil años atrás.

Los primeros análisis mostraron que la pieza central de la pechera, un escarabajo tallado en cristal, estaba compuesta por un mineral muy raro, que sin embargo se encontraba en gran cantidad en algunas zonas desérticas de África. Se trata de un material vítreo, de color amarillento, conocido a día de hoy como cristal del desierto de Libia, que desde entonces ha sido estudiado por numerosos científicos, con el fin de establecer su origen exacto. Hasta ahora eran dos las teorías que predominaban. Sin embargo, un último estudio, publicado en la revista Geology, de la mano de científicos de la Universidad de Curtin, en Australia, lleva a la balanza a decantarse por una de ellas.

¿Meteorito o explosión?

Desde principios de este siglo numerosos investigadores han apostado por la hipótesis de que estos cristales, de 30 millones de años de antigüedad, se formaran por el impacto de un meteorito de gran tamaño.

Sin embargo, paralelamente se contempló la posibilidad de que pudiese deberse a otro fenómeno, conocido como “explosión aérea”, que se da cuando objetos cercanos a la Tierra, como algunos asteroides, explotan, depositando energía en la atmósfera terrestre. Esto sería precisamente lo que ocurrió en 2013 en la ciudad rusa de Chelyabinsk, cuando un meteorito explotó en el cielo, convirtiéndose en una inmensa bola de fuego, que dañó algunos edificios y rompió multitud de ventanas, dando lugar a un millar de heridos.

Según el autor principal de este reciente estudio, Aaron Cavosie, algunos de los últimos estudios al respecto apuntaba a la segunda teoría, pero ellos ahora han dado con una “justificación inequívoca” para optar por la primera.

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El análisis químico de los cristales denota la presencia de grandes cantidades de zircón, algo que no resulta extraño, pues se considera el mineral más antiguo conocido y, además, es muy abundante en la corteza terrestre. Lo que sí llamó su atención fue comprobar que también había restos de otro mineral, llamado reidita, que se forma en condiciones de alta presión. Tanto el impacto de un meteorito como la explosión conllevan un gran aumento de presión, pero este mineral concreto solo se ha detectado en cráteres generados por meteoritos, por lo que se considera que solo puede formarse en este caso.

Las conclusiones del estudio aportan nuevas pruebas, más esclarecedoras, para el origen de los cristales del desierto de Libia, pero también dan una información muy interesante sobre el futuro de nuestro planeta. Y es que, según ha explicado Cavoise en un comunicado de prensa, no se han detectado depósitos de vidrio similares con un origen datado en los últimos cinco millones de años, algo que confiere cierta tranquilidad en lo referente a la frecuencia de estos desastrosos impactos.

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Resuelto el misterio, solo queda decir que resulta realmente interesante que el impacto de un meteorito procedente del espacio pudiera terminar decorando las joyas de los faraones egipcios. Pero no, eso no indica que los egipcios fuesen extraterrestres. Este estudio se basa en la ciencia, no en la conspiración.

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