Marzo 31, 2016: Elon Musk toma el escenario y presenta el esperadísimo Model 3 de Tesla. No solo marcaría un antes y después para la compañía sino para todo el sector del automovilismo con un coche realmente bonito, totalmente eléctrico, a un precio mucho más accesible y con gran autonomía.

Tesla, además, inicia la venta del vehículo con una estrategia nunca antes vista: se puede reservar, pero dejando 1.000 dólares de depósito, de un coche que nunca se ha visto, que aún no se ha probado y que empezaría a entregarse dos años más tarde. Aún así, fuimos miles de personas que entendíamos la visión de la compañía e hicimos nuestras reservas. En mi caso un día más tarde, el 1 de abril de 2016.

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Pasaron tres años y durante ese tiempo sucedieron muchas cosas: decenas de problemas en la fábrica, plazos de entrega que cambiaban constantemente, número de vehículos producidos muy por debajo de las previsiones iniciales. De fabricar coches a un volumen adecuado para gama muy de lujo —el Model S se empieza a vender en 75 mil dólares u 82 mil euros y el Model X más barato tiene un precio de 80 mil dólares u 86 mil euros— pasaron a una producción de gama media-alta que es muchísimo mayor.

Es verdad que los Model 3 que han salido de la línea de producción durante el primer año y medio son los *topes de gama*, pero aún así son más baratos que las versiones baratas de sus hermanos mayores. El cambio de logística que ha representado para Tesla ha sido de proporciones épicas y ha transformado significativamente a la empresa. Además, la puesta en venta del prometido modelo de 35.000 dólares más el anuncio del Model Y significará una evolución aún mayor.

Adelantamos a diciembre de 2018 y finalmente llégo la noticia que muchos reservistas en Europa esperábamos: se activó el configurador para el Model 3 en la región y la posibilidad de adquirirlo, con inicio de entregas en febrero.

En mi caso esperé un poco, y aún siendo de los primeros en reservar, decidí tomármelo con calma —después de todo ¡es un coche!—, sobre todo de cara a diferentes opciones de financiamiento, la venta de mi coche anterior y unos cuantos viajes al final de 2018 e inicios de 2019. Finalmente presioné el botón de compra el 17 de marzo de 2019.

Dos días más tarde recibía el esperado SMS: "Su cita de entrega del Model 3 ha sido programada de manera provisional para el 27/3 a las 15:30 en el Centro de Entrega de Madrid". Malas noticias para mí: ese día no estaba en Madrid, estaba aún en Cupertino, en la sede de Apple, cubriendo el lanzamiento de Apple TV+ y otros servicios que la empresa anunció. Aquí es donde empieza mi experiencia de entrega con Tesla.

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Esta es la verdad de las entregas del Tesla Model 3 en España

¿Deberíamos esperar algo diferente o especial cuando le van a entregar un Tesla Model 3? De entrada, sí. No es realmente un vehículo, es un producto tecnológico muy sofisticado. Es mejor concebirlo como una pantalla de 15 pulgadas que está contenida por asientos, volante, pedales y, sí, cuatro ruedas.

Si lo vemos de esa forma entonces seamos honestos: el proceso de onboarding tiene que ser distinto, hay tantas cosas diferentes a todo lo que estamos acostumbrados que deberíamos entender que la experiencia será lejana a lo que uno se espera de la entrega de un coche.

Reprogramé mi entrega para el viernes 28 de marzo a las 17:00. Una llamada fue suficiente con una persona que me atendió con toda la amabilidad posible. El resto del seguimiento para la entrega se hizo, sobre todo, vía email, donde se confirmaron datos para la matriculación basados en todo lo que que subí a mi cuenta Tesla.

Llegó el día tan esperado. En Madrid, Tesla ha habilitado un centro de entregas a las afueras de ciudad, en la zona de Getafe, a unos 10 minutos del súpercargador que hay en la ciudad. No es secreto, ni se intenta esconder que es temporal. Se comenta con naturalidad. No hay conspiraciones.

Aún no siendo la sede final y definitiva de la compañía en Madrid, es como entrar a Disney World para un entusiasta de la marca: Muchos Teslas preparándose para las entregas y la emoción natural de recibir un vehículo nuevo, que en realidad no es un coche, recordemos: es un producto tecnológico muy sofisticado que nos debería dar muchas alegrías.

Entro por la puerta e inmediatamente me recibe una persona que se encargará de hacer el proceso de entrega del Tesla Model 3. Se que la marca está entregando tantos coches como puede a marchas forzadas, todos los días, sin descanso —estuve días antes en el mismo lugar recogiendo un Wall Charger y pude verlo de primera mano—. Aún así, es claro y evidente que hay un esfuerzo importante por parte del equipo por hacer sentir especial a cada una de las personas que compran y reciben uno de sus coches.

Me piden que me siente en una sala de espera donde hay café, bebidas y algo de comida. No más de cinco minutos más tarde firmo unos cuantos documentos necesarios, me piden que me asegure que toda la información es correcta e inmediatamente procedemos al inicio de la entrega.

Bajamos unas cortas escaleras y ahí estaba mi Model 3. Tres años más tarde de hacer la reserva, imposible ocultarlo: es una sensación increíble el subir al coche por primera vez. Está impoluto. Hubo mucho ruido con algunos problemas en entregas iniciales tanto en Estados Unidos como Europa, problemas que claramente tienen solucionados. No hay rayones, no hay polvo dentro del habitáculo, no tuve ningún tipo de problemas en ese sentido. No podría ser mejor.

Iniciamos la explicación: desde lo más básico hasta lo más específico. Los procesos de onboarding están diseñados para todos, no importa si la persona es conocedora o no. Se hace para aclarar dudas, dar espacios para contestar preguntas y reforzar ideas sobre el producto, en este caso, el Model 3.

Ejemplo: Puede que para muchos sea obvio qué se usan en qué situaciones, pero para mí, de hecho, no lo era. Puede que muchos les resulte simple ir y buscarlo a YouTube o en algún artículo publicado, pero yo no tenía claro qué buscar, de hecho, creía que mi caso era particular y preferí aclararlo con la persona que me entregó el vehículo, me hizo entender que era más simple de lo que pensaba.

En definitiva: no hay pregunta tonta y sobre todo no hay necesidad de mentir a la persona que te está haciendo la entrega. ¿Para qué decir que sabes algo cuando en realidad no?

Hubo una serie de detalles curiosos durante todo el proceso. Cuando me pidieron abrir la app de Tesla en mi iPhone ya estaba emparejada con el coche, supongo que sucede con todos, pero igual fue una bonita sorpresa. Al entrar por primera vez al coche, sonaba David Bowie, por obvios motivos.

El coche lo recibí con aproximadamente 45% de batería, más que suficiente, aunque la persona responsable de la entrega no paraba de disculparse por no poder cargarlo un poco más. Hay un supercargador a 10 minutos del centro de entregas y como dueño de mi primer coche eléctrico y de marca Tesla me parece que, hasta por responsabilidad, entender lo que implica ir y cargar el coche, sobre todo si después se hará un viaje largo.

En otras marcas no se suele entregar el depósito del coche nuevo lleno, suele ser una cortesía del comercial. 45% de carga me resultó mucho más que suficiente y dudo que tenga que ver con el precio del coche. Si en un coche de combustible, llenarlo es responsabilidad del dueño, ¿por qué en un eléctrico debería ser distinto?

Terminamos el proceso de entrega. Agradecemos mutuamente, hacemos alguna que otra broma y yo pienso, aún teniendo claro que soy uno de miles que viene a recibir el coche, me han hecho sentir especial, parte de algo más grande que la empresa, más grande que el coche y que mi mismo. Un poco lo que se siente con Apple: es más acerca de valores y principios que de objetos materiales. Ojalá todas las persona involucradas en procesos de venta y postventa tuviesen tanta pasión e interés como quien me entregó mi Model 3.

Ya dentro del vehículo, con cuidado y un poco de nervios salimos del área de entrega, del recinto y nos marcamos el camino al supercargador. Es claramente distinto a cualquier cosa que he conducido antes. Un habitáculo sumamente luminoso —el techo es todo de cristal—, el clásico olor a coche nuevo y la inevitabilidad de imaginar todos los lugares a los que voy a poder ir. Recorrer Europa en un coche eléctrico es muy emocionante.