La homeopatía es un engaño para la salud, pero también para el bolsillo. Las personas que deciden tratar sus dolencias con ella difícilmente obtendrán resultados, más allá del placebo, pero sí que notarán el efecto a nivel económico, especialmente si se trata de un tratamiento continuado, que requiera la adquisición del mismo producto repetidas veces.

En países como España la Seguridad Social no cubre los costes de estos “fármacos”, de ahí que cada uno pueda decidir si quiere gastar su dinero en una opción sin ningún tipo de respaldo ni evidencia científica. Sin embargo, en otros lugares la homeopatía ha calado tan fuerte que el propio sistema sanitario nacional financia con fondos públicos su compra en las farmacias, de modo que los pacientes ni siquiera cuentan con los reparos económicos a la hora de tomarlas. Este es el caso de Reino Unido, donde la figura de personajes públicos de la relevancia del príncipe de Gales ha contribuido a que su consumo sea especialmente frecuente y, para más inri, recetado por los médicos de atención primaria y financiado por el Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés). Consciente del problema, en 2017 el propio NHS lanzó una lista de tratamientos que no debían ser prescritos por los profesionales sanitarios, tanto por su falta de evidencia como por el gasto económico que suponen para el estado. Entre ellos se encontraba la homeopatía, pero este aviso no fue suficiente para sacarla de los centros de salud británicos.

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Un gasto desorbitado

Si bien después de la advertencia de 2017 el número de recetas se redujo, primero en un 25% y luego en un 35% al año siguiente, el gasto, que inicialmente bajó un 32%, en 2018 solo se redujo un 13%, lo cual supone un total de 3.295 recetas, con un gasto público de 55.000 libras (aproximadamente 63.700 euros). Esto supone una cuantía superior al sueldo de dos enfermeros a tiempo completo.

Por eso, en los últimos meses el NHS ha propuesto tomar medidas más drásticas, para pasar de aconsejar a prohibir. Para poder ponerlo en práctica ha sido necesario superar la denuncia interpuesta por la Asociación Homeopática Británica (BHA), que el pasado mes de junio solicitó que se revisara el método a través del cual la institución sanitaria consultó a la población sobre este tema.

Aunque el Tribunal se ha decantado hacia la decisión del servicio sanitario, la asociación mantiene que la homeopatía es una buena opción para el tratamiento de diversas patologías, ya que “es barata, no provoca efectos secundarios y, si se usa como una intervención de primera línea por parte de médicos entrenados, el NHS podría reducir seriamente el uso de antibióticos”.

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Este es un argumento peligroso, si se tiene en cuenta que el problema de las resistencias antibióticas procede, entre otros motivos, de su uso para el tratamiento de afecciones que no son provocadas por bacterias, pero no por utilizarlos cuando sí son de origen bacteriano. De hecho, si es uno de estos microorganismos el causante dela enfermedad, tratarla con homeopatía no puede hacer más que facilitar que empeore. Una simple otitis puede volverse mortal, como en el caso del niño fallecido en Italia en 2017. Por eso, introducir esta pseudocienia en la lista negra de Reino Unido es una gran decisión, incluso por razones mucho más importantes que el dinero.