Disfrutamos —pero sobre todo, sufrimos— el tercer episodio de la octava y última temporada de Juego de Tronos. Acá hablamos de lo ocurrido en este episodio, te recordamos no seguir leyendo si no lo has visto.

Tal como decíamos después del capítulo 8x02, la muerte había llegado a la puerta. Por supuesto, en el reciente episodio emitido se desarrolló la esperadísima batalla de Winterfell y, también por supuesto, todo fue muerte y destrucción. Los creadores de la serie consiguieron un agitado, sangriento y violento episodio; así como uno de esos momentos inolvidables que la serie de HBO nos ha regalado a lo largo de sus ocho temporadas.

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Así pues, el imponente ejército que defendería a Winterfell nos recordaba la importancia de esta guerra contra los Otros y el Rey de la Noche; dicho de otro modo: de la vida contra la muerte. La formación de los que estaban por defender a Winterfell divididos por ejércitos sí que nos erizaron los cabellos. Vimos a los dothraki, a los Inmaculados, a los salvajes, a los de la Guardia de la Noche, a los integrantes de la Hermandad sin estandarte, así como todos los pueblos norteños unidos. Vimos a nuestros queridos personajes al mando de estos ejércitos: Ser Jorah, Gusano Gris, Edd, Tormund, Beric Dondarrion, a la temible caballero de los Siete Reinos Brienne de Tarth y a su lado, Jaime Lannister.

Desesperanza y gloria

Aunque conocíamos la planeación de los de Winterfell y sus posiciones para la batalla, así como sus preparativos con armas letales para los Otros fabricados con vidriodragón y un montón de cosas más, no esperábamos la desesperanza que se cernió sobre ellos poco a poco y de forma imparable durante todo el episodio. El fracaso de cada movimiento, de cada ataque fue tal que pensamos por momentos que todo estaba perdido. Y es que no se vio sino hasta el último momento cómo ganarían este enfrentamiento.

Los primeros en avanzar fueron los dothrakis... y los perdimos en un santiamén. Claro que esto fue muy triste luego de tanto cabalgar a su lado y por tantos lugares durante ocho temporadas. Los implacables dothrakis fueron consumidos literalmente y sin piedad en poco más de un movimiento —aunque luego los vimos regresar convertidos en muertos vivientes—. Así, poco a poco el fracaso de la defensa de Winterfell fue sucediendo ante nuestros ojos, incluso con el apoyo de Dany y Jon a lomos de los dragones.

El terror en la cara de todos era evidente, aunque también había una gran bravura y valentía; sobre todo porque la batalla no era solo por defender una ciudad, sino por la vida misma. Sucedieron tantas cosas en este episodio que casi es imposible resumirlas, pero nos quedamos con lo hecho por las chicas más valientes que hayamos visto en todo Westeros: Lady Mormont y Arya. La primera al negarse a guarecerse en las criptas y cuando, con su último aliento, mató al temible gigante de los Otros.

La segunda por acabar con el mismísimo Rey de la Noche y su ejército. Cuántas cosas se desprenden de esto último: la misión de Melisandre, los planes del Señor de la luz, el sentido de la vida del peculiar Beric Dondarrion; así como las nuevas reinterpretaciones de la profecía del Príncipe Prometido. Muchos círculos se cerraron y caminos se encontraron para que Arya pudiera cumplir lo impensable: vencer a la muerte, al largo invierno, a esa mítica amenaza llamada Rey de la Noche. Al ser destruido este ser milenario, sus caminantes fueron fulminados y los Otros perdieron la vida, incluso Viserion, el dragón. La vida había triunfado.

Pero no todo, aunque casi todo, fue la batalla, sino que varios personajes se reivindicaron, tanto con otros como con ellos mismos. Es el caso de Theon, quien defendió como a nadie y como nunca a Bran. Como Sandor Clegane / el Perro con la propia Arya. Ser Jorah con Dany, que aunque esta ya lo había perdonado antes, sí que fue conmovedor verlo sacrificarse por su amada Khaleesi hasta el último aliento. Incluso Tyrion con Sansa y viceversa. Sin duda estas son la clase de cosas que han hecho de Juego de Tronos un título inolvidable.

¿Es este el final que merecía el temible Rey de la Noche? Desde el primer minuto del primer episodio de esta serie la amenaza de los Caminantes, los otros y el Rey de la Noche se ha manifestado ¿y solo se necesitaba a Arya? Por supuesto que no es así, pues tal como lo dijo Bran a Theon, todo lo sucedido tenía un propósito, y si analizamos a cada personaje así fue para cada uno. La misma Arya se preparó desde siempre para este momento decisivo y estaba cumpliendo su destino desde que comenzó a tomar "clases de danza" con un peculiar maestro llamado Syrio Forel —o incluso antes—.

En este episodio despedimos a Melisandre, quien cumplió lo que le dijo a Ser Davos de que "moriría al amanecer". A Edd de la Guardia de la Noche, quien salvó a Sam. Eso sí: recordemos para siempre a la grandiosa Lyanna Mormont.

Pero así como se libró una de las batallas más complicadas en la historia de Juego de Tronos, aún queda una guerra pendiente: por el Trono de Hierro. Así lo promete el tráiler del nuevo episodio.

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