Por diversos motivos, son las baterías de ion de litio las que puedes encontrar en una amplia variedad de dispositivos. Estos parten de tu móvil, pero también los tablets, portátiles e incluso tu próximo coche cuenta con estos almacenes de energía. Aunque muy diferentes en su formato, la tecnología subyacente se comparte, y puedes aplicar su teoría a todos ellos.
Aunque los fabricantes anuncian sus teléfonos con una capacidad concreta, la oxidación y los consejos son preventivos, por lo que cuanto antes puedas aplicarlos a tu smartphone, más tiempo se mantendrá su batería.
Ion de litio, cómo y por qué
Este tipo de baterías se ha hecho con un hueco en prácticamente todos los dispositivos más modernos. Atrás quedaron las baterías de Níquel-Cadmio con su terrible efecto memoria, que nos hacía tener que agotar la batería completamente para que estas no pidieran carga. Las actuales carecen de esta penuria, aunque también se deterioran. No se trata de un proceso que puedas detener, pero sí ralentizarlo y multiplicar su longevidad. Especialmente si en tu caso, por alguna razón, contradices continuamente alguna de estas mejores prácticas.
Resumidamente, las baterías de ion de litio cuentan con dos electrodos, uno positivo y uno negativo –el ánodo, compuesto de grafito, y el cátodo, de óxido de litio–, el hueco que los separa está relleno de un electrolito dividido en dos que permite avanzar a los iones de litio, pero no a los electrones. Es por eso que estos electrones buscan otro camino, y avanzan únicamente cuando el circuito que une ambos electrodos se cierra y la corriente fluye, cargando o gastando la batería.
Se publican del orden de decenas de miles de estudios cada año para intentar dar con materiales que aumenten tanto la capacidad de la batería como su duración o la capacidad de transporte, que viene a ser la velocidad de carga y la potencia suministrada por la batería. Además, muchos estudios se centran en la longevidad, y por desgracia cada fabricante mantiene en secreto la mezcla exacta de estos materiales dopantes que dan a sus baterías las características concretas que tengan.
Podemos mirar a los recursos online de Battery University para entender completamente el funcionamiento de estas baterías y las distintas formas de conseguir hacerlas óptimas en las distintas industrias. Por ejemplo, se han encontrado relaciones entre la carga y descarga máxima, además de otros parámetros, para hacer que las baterías cuenten con el mayor número de ciclos de carga posibles. Veamos cómo son.
Evita el calor
Está más que demostrado que las baterías de ion de litio sufren más cuanto mayor tiempo operan en función. Este pequeño inconveniente podría no parecer demasiado, aunque se agrava con el mismo hecho de que están sujetos a dispositivos que se pasan buena parte del día pegados a nuestros cuerpos, más cálidos que su temperatura óptima. Y su temperatura óptima es fácil de recordar: cuanto más fríos, mejor.
Esto significa que, por ejemplo, debemos evitar situar nuestro móvil cerca de fuentes de calor intensas como radiadores o bajo luz solar directa durante periodos prolongados. Esto incluye hábitos como dejarlo en la guantera de un coche en pleno verano. Los resultados son muy claros en este punto, y están en el centro del deterioro de este tipo de baterías.
Intenta no agotar la batería completamente
Las baterías de los smartphones no pueden medir su longevidad en años que durará, sino que se cuenta en ciclos de carga. Esto es, las veces que son descargadas y vueltas a cargar. Aun así, el número de ciclos no fijo, sino que depende de cómo la trates. Y es precisamente por eso por lo que estamos aquí.
Se ha visto que hay rangos en los que las baterías sufren mucho menos, y es por esto que la batería de tu móvil te "engaña". Realmente podría llegar más abajo que el 0% y más alto que el 100%, pero esos son los rangos en los que opera con seguridad y en unas condiciones que el fabricante puede garantizar.
Es por esto que hay rangos en los que tu teléfono se desempeña mejor. Sin obsesionarnos demasiado –todos queremos autonomía además de longevidad– y en la medida de lo posible, si podemos evitar descargar la batería por debajo de un tercio y –importante– convertirlo en un hábito, mejor que mejor.
De nuevo aquí, hacernos con un smartphone con una batería generosa, de esas que dura más de un día, es todo un seguro de vida para la misma. Y esta es precisamente la estrategia detrás de la longevidad en las baterías de equipamiento crítico como los satélites, el equipo médico e, incluso, los coches Tesla: el sobre-aprovisionamiento.
Almacénalas a medias
Realmente todas estas características están relacionadas con la intolerancia a las altas temperaturas y el hecho de que las baterías pierden tanto carga como carga máxima cuando no están en uso. Es muy poca, pero es medible y si no lo vas a utilizar durante unas semanas o meses, el consejo es claro: no lo guardes cargados al máximo, en torno al la mitad de carga es lo mejor. Efectivamente, esta es la razón de que cuando compras un teléfono o una batería nueva esta viene parcialmente cargada.
De hecho, al descargarse ligeramente con el tiempo, eventualmente se descargarán por completo. Y eso es un problema. Como adelantaba arriba, el fabricante "elige" su 0% donde le corresponde, pero realmente todavía queda algo de carga en la batería todavía. Esto se topa con la realidad de que estas celdas se vuelven inestables –léase: peligrosas– cuando su carga se agota por completo. Es por esto que las baterías se desactivan de forma irreversible a partir de un cierto umbral. Si quieres conservar un gadget con batería de ion de litio durante muchos años, mejor será que lo cargues cada cierto tiempo.
Cárgalo poco, pero muchas veces
Ya hemos visto que no es lo mejor agotar la energía almacenada en una batería completamente, y que tampoco es lo mejor que se pasen demasiado tiempo cargadas al máximo. Al final, los hábitos con nuestros smartphones se acumulan en las baterías sobre los años de uso de éstas. Cargando completamente, una parte no despreciable de su vida ocurre a esos umbrales de carga máxima donde la batería se ve perjudicada.
Si puedes, mejor no la cargues al 100% todo el tiempo, aunque tampoco te obsesiones con esto. Si tienes que elegir, mejor no la agotes completamente. En lo posible, carga poco a poco la batería, pero muchas veces. Sin el efecto memoria, realmente da igual que no la cargues completamente, pero todo el tiempo que pase alejada del indicador de "batería baja", se traducirá en salud para ella.
Reserva la carga rápida para emergencias
De nuevo, hemos aprendido que las baterías se perjudican si se almacenan a alta temperatura. Y si hay algo que los cargadores rápidos generan además de autonomía casi instantánea es eso mismo: calor. Por tanto, aunque sean impresionantes esos cargadores que licencia Oppo de hasta 50 W –y que vemos en los Find X y RX17 Pro–, e incluso los últimos que está probando Xiaomi de unos impresionantes 100 vatios, la teoría es clara: estás perjudicando la salud de una batería que, de otra forma aguantaría más años.
Especialmente, hay un tipo de carga rápida que puede ser nefasta para la salud de la batería, la carga rápida inalámbrica. Los sistemas de carga por inducción magnética generan calor, no es por nada que las bases de carga –como las de Samsung o Xiaomi– son algo gordas, tienen unas ranuras y hacen un ruidito muy tenue: llevan un ventilador. Este disipa parte de la energía del cargador, pero también se genera en las bobinas de tu móvil. Evítala si ves que tu móvil está continuamente caliente.
Prueba a 'calibrarla'
El porcentaje de batería restante en el móvil no es una medida directa de nada. Es una estimación a partir del voltaje que proporcionan sus celdas. Dependiendo de su este, el teléfono te dirá si tiene una carga u otra. El problema con esto es que este voltaje se ve afectado por varios factores, como la forma en la que haya sido cargada y descargada la batería últimamente.
Así, el teléfono puede estar indicando una carga que no se corresponde con la real, por lo que puedes experimentar caídas espontáneas de la carga, como 'saltos' en ella. Para evitarlo, se recomienda de vez en cuando calibrarla, para que la medida de la batería y la carga real estén lo más cercanas posible.
Es un proceso muy sencillo, aunque aviso, solo es útil si has estado siguiendo la recomendación de no agotar la batería completamente. Esto es así porque realmente los smartphones actuales ya realizan este proceso de calibrado sin que te des cuenta. Especialmente si no has agotado la batería últimamente, prueba a realizar esto aproximadamente una vez al mes:
- Carga la batería completamente.
- Descárgala completamente –vale con un uso normal–, de una sola vez, sin cargas intermedias.
- Carga la batería completamente, de una sola vez.
Si ya es tarde, cámbiala
Si algo va mal y la batería de tu móvil no dura más que unas pocas horas encendido, ninguno de estos trucos hace magia y le va a devolver a su batería la carga que una vez tuvo. Pero no es tarde para este equipo, cambiar una batería es relativamente barato y devuelve a la vida un terminal que todavía puede aguantar, probablemente, otro par de años sin mayores problemas. Y de paso, le echarás un cable al medio ambiente también.
A tener en cuenta
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El degradado de las baterías de ion de litio es un proceso que va a ocurrir. Quieras o no. La uses o no. La cuides o no. Solo puedes ralentizarlo. Así que no te obsesiones con él.
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No vas a romper tu batería por cargarlo más allá del 100%. Los gestores de energía hacen que la carga se interrumpa, por lo que desconectándolo por las noches no vas a conseguir ahorrarte más que el deterioro por almacenarla completamente cargada que vimos arriba durante unas horas, no te molestes.
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Junto al mito del efecto memoria, se arrastra otro muy común de las antiguas baterías de Níquel-Cadmio. No, no hace falta que la primera carga dure mil horas, carga tu móvil con normalidad desde el primer día.