La gama Surface Pro se actualiza en su sexta generación con procesadores más avanzados, una mayor cantidad de memoria RAM y un nuevo color, el negro, que le entrega una estética muy elegante y atractiva. ¿Suficiente para ser el convertible con Windows a batir?En 2019, pensar en hardware de Microsoft equivale a pensar en una Surface Pro. El híbrido de tableta y portátil –cuya primera versión llegó al mercado en 2012– se ha convertido en el producto más destacado del creciente catálogo de la empresa norteamericana.

Su llegada lo cambió todo, pese al escepticismo inicial. La era pre-Surface estaba dominada por equipos portátiles de formato convencional –esos con los que nos habíamos familiarizado durante las dos últimas décadas–. Pero el primer producto de esta familia –junto al rediseño de Windows 8 y el posterior refinamiento de Windows 10– afianzó unos cimientos que, con el paso del tiempo, han transformado el ecosistema de productos de Microsoft y, en paralelo, gran parte de la industria.

Microsoft presenta la Surface Pro 6 con la octava generación de procesadores de Intel

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La percepción de la familia Surface **ya no está vinculada a expresiones como “experimento”, “extraño” o “primeros intentos de Microsoft”. Se trata de una marca asentada que, año tras año, ha demostrado un alto nivel cualitativo y, en paralelo, una gran capacidad de innovación.

Ahora, con el Surface Pro 6, la compañía busca continuar ese exitoso linaje con una nueva edición más potente, atractiva y refinada**. Los cambios no son sustanciales. De hecho, la nueva Surface Pro 6 ofrece una experiencia muy similar a las versiones anteriores. Sin embargo, esos pequeños cambios llevados a cabo por Microsoft son más que suficientes para que este híbrido continúe siendo uno de los ordenadores de referencia en el ecosistema Windows.
El Surface Pro 6, en su exterior, no presenta diferencias importantes. El nuevo modelo puede pasar desapercibido junto a uno de la generación anterior: mismo tamaño, mismo chasis y misma estética. El único cambio relevante es el color negro, que dota a la tablet de Microsoft una elegancia y atractivo increíbles.

El único aspecto negativo en el ámbito estético, considerando el tipo de producto que es, su linaje y lo que integra en su interior, es el grosor de los marcos que flanquean la pantalla. No afecta a la usabilidad ni las prestaciones del producto, pero estéticamente es un elemento que requiere cierta revisión.

Por detrás, como siempre, se encuentra la fantástica bisagra multiangular que permite adaptar el ángulo de la pantalla a cualquier necesidad, ya sea dibujar con el stylus, escribir o ver una simple película. Resulta extremadamente útil y entrega muchísima versatilidad al producto, que es una de las mayores premisas de un convertible como este.

Sin embargo, la bisagra multiangular, como ya ocurre en modelos Surface anteriores, dificulta el uso del equipo sobre las rodillas, algo frecuente para muchas personas. No es imposible hacerlo, pero sí algo más incómodo que con un portátil de formato convencional. Así que si usas mucho el ordenador sobre las rodillas, probablemente sea mejor opción mirar el Surface Laptop 2.

El teclado de la Microsoft Surface Pro 6, al igual que el resto de la tablet, no ha cambiado en absoluto, pero, honestamente, tampoco era necesario. Es, probablemente, uno de los mejores teclados que puedes encontrar en un equipo con Windows. Y lo mismo se puede decir del trackpad, extremadamente preciso y cómodo de usar. El único “pero” es el tamaño. No es particularmente pequeño, pero quien haya usado un MacBook moderno echará en falta ese espacio extra.

En lo que a potencia se refiere, la nueva gama Surface Pro 6 parte de los 8 GB de memoria RAM y de un Core i5, pudiendo escalar hasta los 16 GB de memoria RAM y un Core i7 de la serie U. El incremento de velocidad respecto al modelo anterior es despreciable en las tareas cotidianas, pero sí resulta muy apreciable cuando la demanda de potencia escala. En algunas pruebas de rendimiento, el salto a la octava generación de procesadores de Intel se ha traducido en más de un 50% de mejora respecto al modelo previo.

Merece la pena mencionar que el modelo con Core i5, el más económico, no tiene ventiladores, aunque, pese a ello, es capaz de ofrecer un rendimiento bastante alto. De hecho, las pruebas de evaluación lo sitúan por delante del MacBook Air (2018) y muchos equipos de la competencia.

La pantalla, que mantiene la tecnología PixelSense, no ha sufrido cambios importantes respecto al modelo previo. Es nítida, brillante y precisa en la representación de color. Quizá no sea la más avanzada de la industria –ahí entran en juego otros equipos como el MacBook Pro de Apple–, pero sigue más que suficiente para el segmento en el que se posiciona. Y sí, **también es compatible con el stylus de Microsoft** –que se adhiere magnéticamente al lateral de la tablet–.

Algo que no ha cambiado en este nuevo modelo –por desgracia– es la selección de puertos. Microsoft sigue apostando por un conector de recarga propietario que, aunque magnético y apropiado, no es estándar. Es un detalle menor para muchos, pero un equipo como el Surface Pro 6 debería mostrar más ambición en estos aspectos. Si toda la industria está adoptando el USB-C –incluso Apple–, ¿por qué Microsoft no?

Por último, dos detalles menores pero, a la vez, importantes:

- La autonomía es sólida y más que suficiente para completar una jornada de trabajo (entre 7 y 9 horas) sin requerir un cargador.
- La versión de Windows 10 instalada por defecto es Home, no Pro.

Conclusión

La Surface Pro 6, pese al conservadurismo, sigue siendo el convertible con Windows más recomendable del momento. Los nuevos procesadores le entregan un extra de potencia muy bienvenido, la pantalla continúa ofreciendo una muy buena calidad de imagen y dos elementos tan básicos como el teclado y el trackpad vuelven a estar, en muchos sentidos, por delante de cualquier otra propuesta con Windows.

Lo único que Microsoft podría mejorar de este equipo –y debería hacerlo en la próxima versión– es la selección de puertos y el diseño. Bueno, eso y ofrecer una mayor flexibilidad en el proceso de configuración de la tablet. A día de hoy resulta imposible, por ejemplo, comprar un Surface Pro con un Core i5, 16 GB de RAM y 256 GB de almacenamiento. Y sí, hay una lógica a nivel de producción y ahorro de costes, pero el cliente debería tener la posibilidad de elegir qué componentes integra en su máquina.

Pros

  • El salto a la octava generación le sienta muy bien a la gama Surface, pese a no tener ventilador en el modelo con Core i5.
  • Trackpad, teclado y pantalla de primer nivel, como siempre en Microsoft.
  • El color negro es muy elegante. Le sienta genial a la Surface Pro 6.

Contras

  • El diseño comienza a mostrar síntomas de envejecimiento.
  • Los puertos necesitan una actualización acorde a los estándares de 2019.
  • Usarlo sobre las rodillas sigue siendo algo más incómodo que un portátil convencional.

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