Todavía queda pendiente la aprobación de la Unión Europea del texto definitivo de la nueva regulación comunitaria del Copyright, pero lo cierto es que los augurios no son nada buenos. En primer lugar, porque la redacción del texto no ha cambiado frente a los temores de todo, en segundo lugar, porque el futuro que deja la redacción actual del texto es la de la máxima incertidumbre para aquellas plataformas y medios que alojan contenidos creados por los usuarios.
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Lo que debería haberse propuesto como una línea más de seguridad jurídica, parece que está consiguiendo justo el efecto contrario: la idea inicial de la Unión Europea, y que en definitiva forma parte de la exposición de motivos de la nueva regulación, es la de adoptar la normativa en materia de propiedad intelectual a la era digital, pero la redacción de los polémicos artículos 11 y 13 van en sentido contrario de aquellos que participan activamente en la mal llamada era digital. Y es que como ha apuntado uno de los ponentes, Andrus Ansip, vicepresidente para el mercado único digital, la nueva normativa armoniza el mercado único digital para ayudar a su correcto desarrollo, o al menos ese era el foco inicial que impulsó la nueva normativa:
“Tener finalmente unas reglas modernas de derechos de autor para toda la UE es un logro importante que se debió hacer hace mucho tiempo. Las negociaciones fueron difíciles, pero al final lo que cuenta es que tenemos un resultado justo y equilibrado que se adapta a una Europa digital: las libertades y los derechos que disfrutan los usuarios de Internet hoy serán mejorados, nuestros creadores serán mejor remunerados por su trabajo y la economía de Internet tendrá reglas más claras para operar y prosperar".
En la práctica, las cosas no son tan sencillas. La regulación no solo incluye mayores oportunidades para las empresas que operen en el mercado digital, también abre la puerta a un internet más cerrado. De hecho, si la redacción anterior -que ya encontró bastante oposición- abría la puerta a un mayor control mediante el uso de filtro a los creadores de contenido de las grandes compañías de internet (como Google, Facebook o YouTube), el texto definitivo ahora también hace extensible esto sistema de control para aquellas más reducidas. Por ejemplo, todas las que superen los 5 millones de usuarios únicos mensuales, lleven más de tres años operando en la red o facturen más de diez millones de euros.
En este contexto, los puntos más importantes y que mayor impacto tendrán en la red tienen que ver con este control a los contenidos que suben los usuarios y su contraprestación en términos de derechos de autor. En síntesis, todo ello está muy bien para aumentar la seguridad jurídica de los creadores, pero añade una presión extra a las empresas de internet que hacen posible la publicación de esos contenidos.
Quizás, el punto más interesante es que con la nueva normativa los usuarios se beneficiarán de las nuevas reglas de licencia. Esto les permitirá cargar contenido protegido por derechos de autor en plataformas como YouTube o Instagram legalmente, o la implantación de mecanismos efectivos para impugnar rápidamente cualquier eliminación injustificada de su contenido por parte de las plataformas, pero lo cierto es que estas medidas de control no harán más que aumentar un recorte de posibilidades que compañías como Google vienen tiempo
anticipando.
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En la práctica es que con la redacción actual de la normativa, se anulan los sistemas de control vigente y se reemplazan por otro mucho más duros, lo que significa que plataformas como YouTube, Facebook, Instagram, Soundcloud, Dailymotion, Reddit y Snapchat tendrían que asumir la responsabilidad ante cualquier posible infracción de derechos de autor por parte de usuarios, creadores y artistas, y desde el mismo momento en que se suba el contenido en cuestión.
El miedo de los usuarios tiene que ver con que estas plataformas cortarán por lo sano: es más sencillo poner sistemas automáticos que impidan a los usuarios subir contenidos que tener que vigilar cada uno de los contenidos. Tanto en términos de coste monetario como de tiempo. En otras palabras: para estas plataformas es más fácil bloquear las subidas de contenido en Europa y lo que pueden ver los europeos que ponerse a controlar todo el contenido. Simple y llanamente.
Ahora solo falta que el Parlamento Europeo frene definitivamente la normativa por las bravas, el último escollo. Pero tal como están las cosas, parece que internet tal y como lo conocemos, va a ser muy diferente a un año vista.