Hemos entrevistado al cineasta uruguayo Fede Álvarez, que este año ha dirigido la última adaptación de la saga Millennium, titulada The Girl in the Spider's Web, también conocida en Hispanoamérica como Lo que no te mata te hace más fuerte o La chica en la telaraña**La quinta película que ha salido de la saga literaria Millennium*, cuyas tres primeras novelas pertenecen al difunto periodista sueco Stieg Larsson y que ha sido continuada con otras dos, de momento, por su colega y compatriota David Lagercrantz, es The Girl in the Spider’s Web, y ha sido dirigida por el uruguayo Fede Álvarez*, su tercer filme después del remake de la terrorífica Posesión infernal (2013) y el thriler No respires (2015). Y en esta ocasión, tras la sueca Noomi Rapace (Sherlock Holmes: Juego de sombras) para Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire (Niels Arden Oplev, Daniel Alfredson, 2009) y la neoyorkina Rooney Mara (La red social) para la readaptación de la inicial (David Fincher, 2011), a la icónica Lisbeth Salander la interpreta la británica Claire Foy (*First Man*).

Si bien el realizador tenía muy claro que hay que “asegurarse de ser fiel a un personaje” y no traicionar su esencia, “las películas son películas y los libros son libros, y hacer una traducción literal sería la cosa más aburrida del mundo”, y el novelista “trabaja para un medio diferente y cuenta la historia desde otro punto de vista”. Y **la gran diferencia con el libro de Lagercrantz, Lo que no te mata te hace más fuerte (2015) es que, mientras en este se repite la perspectiva del personaje de Mikael Blomqvist (Sverrir Gudnason), el director “quería dar a Lisbeth Salander su película”, que la protagonizara, que *The Girl in the Spider’s Web fuese su historia*, “que empezara con ella y terminase con ella”. Esta decisión la pudo tomar porque, según dice, los productores aceptan su espíritu independiente: “No me he enganchado jamás en la industria, en el concepto industrializado de Hollywood”, asegura.

the girl in the spider's web fede álvarez
Sony

“Me dieron la oportunidad de hacer una película; Posesión infernal fue la primera, y pensé muy bien que era lo que quería hacer. Volví a Uruguay y me dediqué un año a escribir el guion, lo filmé, a la película le fue muy bien, y es entonces, cuando uno demuestra que puede dirigir una película que alcanza un público grande, que Hollywood quiere, de alguna manera, neutralizarte, castrarte y ponerte a trabajar para ellos; pero cerré todas las puertas y, sin conexiones grandes con la industria, inventamos No respires, y conectó con una audiencia aún mayor que la primera película”. Y para The Girl in the Spider’s Web fue lo mismo: pudo tomarse su tiempo para trabajar el guion y hacerla suya, “inyectando los temas y los puntos de vista muy subjetivos que tiene un director sobre una historia”; y Sony y compañía le permitieron sin ningún problema “toda la libertad de elegir cuál era el mejor planteamiento”.

Partiendo de la base de que no sueles involucrarte en la industria cinematográfica y de que quieres hacer los proyectos más personales, ¿por qué escogiste adaptar esta novela al cine?

Porque esta saga no tiene reglas. La mayoría de las que son más franquicias o en las que se han hecho otras películas tienen ciertas reglas no escritas sobre la manera en que hay que abordarlas porque así son exitosas. Y Millennium no: tenemos la novela y dejaron en mis manos qué hacer con ella. Y es mucho más emocionante para un director y guionista que te lo planteen así en vez de a ver si queda igual de buena que las anteriores porque les ha ido muy bien. De hecho, la primera no fue un exitazo de taquilla como para que quisiesen repetir lo mismo ni nada por el estilo. Y para mí siempre está la parte que te permite poner mucho más de ti, y si leéis la novela y veis la película, vais a comprobar cuán diferentes son, a nivel temático sobre todo, cuáles son los temas que ponemos mis coguionistas [Jay Basu y Steven Knight] y yo para realmente hacerlo más personal, los asuntos que uno contrabandea en la historia.

Si hay algo que haga a Fede Álvarez interesarse por el thriller de suspense o de terror, según lo que compone hasta ahora su filmografía, es que “le gusta confrontar a la gente con sus propias perversiones y su placer ante lo perverso”, pues “seguimos viviendo en una especie de tiempo arcaico en el que da vergüenza decir que nos gusta ver ciertas perversiones en la pantalla”, y para todos, en realidad, “las cosas más perversas son la razón por la que uno va a ver estas películas”. De modo que “los mundos y el tipo de películas en los que hay lugar para eso” son los que a él le interesan más. Y por ese motivo no se ve haciendo cine infantil en un futuro cercano: “Me gustan las cosas que son un poco más oscuras”, explica, “y además, también hay un aspecto del género buenísimo: cuando estás en una sala de cine y puedes sentir en vivo la reacción de la gente; escuchas los ruidos, las voces...”. Lo cual no ocurre en filmes que garantizan más silencio, como los dramas.

*Claire Foy fue la primera opción que tuvo en mente para encarnar a Lisbeth Salander: “Pese a lo disparatado que suena que sea parecido a la Reina [en The Crown], su personaje aquí tiene algo en común: físicamente, hacen muy poco, porque no le está permitido [a Elizabeth Windsor] o porque no se lo permite a sí misma como Lisbeth, que no es una persona que te va contando cómo se siente emocionalmente”*, razón por la que necesitaba a una actriz “que tenga la capacidad, con una actuación muy minimalista, de hacernos saber cómo se siente [su personaje] exactamente en cada momento de la historia, sobre todo cuando, por primera vez, es la protagonista”. El espectador debe saber cómo está “simplemente con sus ojos, con la emoción que sólo los buenos actores saben generar”, y él era consciente de que Foy cuenta con capacidad semejante.

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Sony

Por otro lado, la elaborada secuencia de los títulos también es cosa de Fede Álvarez, no una imposición del estudio: “No hay nada en la película que yo no quiera poner”, sentencia, y si los productores lo intentaran, sería aunque supiesen que no daría su brazo a torcer. “Tengo mala fama en ese sentido; soy muy obstinado y cabeza dura; si no creo en la historia o en la idea, no está en la película”. Y la concepción de esa secuencia es para la gente que no ha visto los otros filmes: un intento de narrarles de una forma abstracta lo que le sucedió a Lisbeth Salander entre el prólogo y la escena siguiente, “una manera poética de ofrecer un breve resumen” de ello. Además, “toda la historia está hecha casi como una fábula, como un cuento de hadas”.

¿Cuáles son tus referentes cinematográficos a la hora de hacer cine?

Es la influencia de todo lo que uno ha visto en el cine, y cuando uno ha visto mucho... En cosas así y en cuanto a lo que hablamos, los tonos oscuros, Roman Polanski es uno de esos directores que me encantan porque ha mostrado nuestros peores miedos y la suciedad de la humanidad de formas terribles… Y hay algo de eso en lo que me interesa, obviamente en un formato completamente diferente; enseñar que no hay héroes: en mis películas nunca hay buenos y malos, están mezclados o todos son malos y hay malos y peores; y si hay un héroe, el interés es ponerlo de rodillas y sacar la mierda que tenga dentro. Para mostrar que son tan humanos como nosotros, porque todos tenemos algo jodido, malo dentro. Hollywood a veces glorifica a héroes y son perfectos toda la película, y si uno analiza un poco la industria, la obsesión número uno es que los personajes principales no hagan nada malo por lo que la audiencia no los quiera; y mis personajes no paran de hacer cosas terribles.

Lisbeth Salander incluida, claro, pues constituye “el sueño de todo escritor” como el personaje tridimensional que es: “Las dos primeras dimensiones son lo que ves, cómo hablan, cómo se visten y cómo se comportan”, precisa Fede Álvarez; “La tercera dimensión, la más difícil, es la contradicción, es cosa que no encaja con el resto, como el mafioso que tiene buen corazón; es la contradicción directa de la caracterización del personaje. Y Lisbeth Salander es la quintaesencia del personaje tridimensional porque todo lo que son sus habilidades y lo que la define son cosas que parecen contradecir lo que uno está viendo de cómo es ella físicamente”; o que es una antisocial redomada “con una conciencia moral fortísima”, o que “parece que no quiere a nadie pero tiene un corazón brutal”.

Y, por si esto no fuera bastante contradictorio, “originalmente había un solución de género: nadie esperaba que un hacker fuese mujer cuando se publicó la primera novela. Ahora es mucho más común, pero todo lo que define al personaje siguen siendo un montón de contradicciones”; y eso suele generar “personajes más impredecibles que, si están bien puestos en una historia”, hacen que esta lo sea también: nunca saber para dónde va a salir un problema particular”.