Ya está aquí el que, prometen desde Bethesda, es su videojuego más ambicioso hasta la fecha. La franquicia Fallout juguetea con el género MMO cometiendo demasiados errores por el camino. Analizamos Fallout 76, una de las mayores decepciones del año.Son muchos los jugadores que, deambulando por Tamriel o el Yermo, pensamos muchas veces en cómo sería jugar un RPG de Bethesda con nuestros amigos. Por ello, el anuncio de que Fallout iba a recibir el tratamiento de MMO o de RPG de mundo compartido (Bethesda nunca ha sido demasiado específica) era, a priori, ilusionante.

Cierto es que, ya desde el principio, el estudio no hizo las cosas de la mejor manera posible: el anuncio a través de Twitch fue innecesariamente confuso y su presentación el pasado E3 2018 fue, sin duda, la peor que ha hecho la compañía hasta el día de hoy. Que la beta del videojuego, que la propia Bethesda avisó que iba a incluir “bugs espectaculares”, se celebrara apenas diez días antes del lanzamiento final tampoco era una señal para ser optimista.

Y menos, tras probarla: el primer contacto con Fallout 76 no fue plato de buen gusto debido a una cantidad ridícula de bugs, glitches y demás problemas técnicos, un rendimiento desastroso pese al uso de un motor gráfico, el Creation Engine, con ocho años a sus espaldas (y otra decena, si tenemos en cuenta que es una versión retocada del vetusto Gamebryo) y la sensación general de estar ante un juego hecho con prisas y con una alarmante falta de mimo.

Quizá el gran problema detrás del videojuego es que uno tiene la sensación que Bethesda no sabía muy bien qué tipo de juego quería hacer y, por ende, Fallout 76 no sabe qué ser. Lo que sí es, y queda claro desde el minuto uno, es uno de los videojuegos con más cantidad de contenido reciclado de la presente generación, alcanzando cotas difíciles de justificar y que deberían avergonzar a alguien en Maryland.

Y es que más allá de la pereza que denota que la inmensa mayoría de assets y modelados, desde cajas, terminales o interiores completos de edificios hasta armas, accesorios o vehículos que veamos por las calles, sean exactamente los mismos que los de Fallout 4, ésta decisión también evidencia una clara despreocupación por la coherencia interna y una preocupante falta de mimo. Fallout 76 transcurre 25 años después del cataclismo en West Virginia y Fallout 4 se ambienta en Boston, 400 años después de la caída de las bombas. Incomprensiblemente, todo aquello que encontremos por el mundo es literalmente idéntico.

Pero, la verdad sea dicha, ojalá ese fuera el mayor de los problemas del videojuego; Todd Howard, siempre carismático y buen comunicador, prometía el pasado E3 que Fallout 76 era “la experiencia Fallout que todos conocen y aman llevada al online”. Y aunque en el núcleo esa afirmación es innegable, también es cierto que esta nueva entrega se deja elementos claves de la franquicia por el camino.

Lo más flagrante, y algo que cala en el resto del videojuego, es la ausencia casi total de NPCs: el juego sí incluye robots controlados por la IA que nos darán misiones y actuarán como vendedores pero no hay el más mínimo rastro de NPCs humanos, supermutantes o necrófagos. En consecuencia, no hay diálogos, personajes interesantes con historias curiosas y, sobre todo, nos topamos con una falta alarmante de misiones con enjundia en lo narrativo y jugable.

Porque en una decisión propia de un estudio humilde con recursos limitados y no de una compañía que pretende lanzar una suerte de MMO en pleno 2018, Bethesda decidió que la mejor manera de contar la exigua y mediocre historia que vertebra Fallout 76 y de plantear las cientos de misiones y tareas secundarias era a través de holocintas (los archivos de audio de la saga Fallout), notas y terminales. Formatos que funcionaban de maravilla cuando ejercían como apoyo de una narrativa tradicional pero que terminan siendo incómodos, lentos y pesados al funcionar como núcleo del videojuego.

Eso sin contar que en un elemento tan vital como las holocintas, que tendremos que ir recopilando y escuchando para que nos manden de aquí para allá a completar misiones, tiene problemas en su funcionamiento: a veces los subtítulos no van, no se puede configurar el audio por separado, no se pueden pausar, la reproducción automática al recogerlas no suele funcionar como es debido y un largo etcétera.

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Un hecho, el de que un elemento central de la experiencia de tantos y tan diferentes problemas, sintomático de lo que es Fallout 76 en el resto de aspectos. Hacía muchos, muchísimos años que no jugaba a un videojuego en el que, a cada dos pasos, me encontraba con una mecánica jugable a medio cocinar, un problema técnico o, directamente, decisiones de diseño difíciles de comprender en un videojuego que llega de la mano de uno de los estudios más grandes y reputados de la industria: aquí entran ausencias sonadas e inexplicables en el lanzamiento como la opción push to talk, el ajuste de FOV o de framerate en PC o limitaciones absurdas en la cantidad de materiales que guardar.

No suelo ser demasiado crítico con los típicos bugs o problemas gráficos o, dependiendo de su gravedad, con errores en las misiones, pues es normal que juegos con este nivel de ambición puedan pasar por algo pequeños tropiezos. Pero en Fallout 76 ni son pocos ni son pequeños: mi larga lista de misiones activas incluye tres que no puedo continuar por diversos problemas, he visto como enemigos me seguían durante kilómetros y otros reaparecían en mis narices en infinitas ocasiones, me he topado con numerosos problemas gráficos en la iluminación o en la carga de texturas y la IA enemiga es claramente deficitaria.

Por si fuera poco, Fallout 76 es uno de los triple A más anticuados, feos y, aún así, ineficientes en lo gráfico y técnico de los últimos años. En su apuesta por reciclar lo visto en Fallout 4 (es evidente que ambos se desarrollaron en paralelo), la mayoría del tiempo es realmente difícil diferenciar este de aquel, pese a haberse lanzado con tres años de diferencia. Y, como ya dijimos en su momento, Fallout 4 era un videojuego notablemente atrasado en lo visual. ¿El resultado? Un videojuego lanzado en 2018 que luce y rinde considerablemte peor que títulos estrenados tres o cuatro años antes.

La guinda es que, pese a ello y a utilizar un obsoleto motor gráfico, Fallout 76 presenta una alarmante falta de pulido en lo técnico: las caídas de frames, llegando a congelarse por décimas de segundo, son una constante en PlayStation 4 Pro, la carga de texturas es tardía y la distancia de dibujado es muy baja. Han sido un puñado los crashes sufridos durante mis casi 40 horas de juego (con la consiguiente pérdida del progreso reciente) y, en general, es evidente que queda un larguísimo trabajo de optimización por delante. De nuevo, uno de los problemas por haber lanzado el videojuego cuando claramente no estaba listo.

Y, como es lógico, todo lo expuesto difumina y empaña aquellos pocos elementos que sí funcionan en Fallout 76 y que, de un modo u otro, nos pueden hacer pensar en los mejores juegos de la franquicia: su mundo, la región de Apalacchia, sigue recordándonos que en Bethesda se les da especialmente bien lo de crear microuniversos repletos de lugares interesantes que ver y, de hecho, por variedad de localizaciones y riqueza artística, quizá sea el mundo más atractivo de la saga. Además, en él nos toparemos con criaturas nuevas (aunque decimos adiós a los enemigos de distintas facciones y los calcinados están por todos lados) que aportan una variedad que se agradece y que, por diseño y concepto, están entre los más llamativos de las últimas entregas.

Por otro lado, el gunplay o las mecánicas de construcción, heredadas de Fallout 4 (aunque con algún problema adicional como un VATS que funciona como un simple autoapuntado o los problemas ligados al sistema C.A.M.P), también son mecánicas competentes y provocan que, como casi cualquier videojuego existente, la experiencia con amigos sea moderadamente divertida. Pero, por desgracia, hay muy poco más que rascar por el momento: el contenido endgame es escaso y básico (olvidaos de elementos semejantes a raids o asaltos)

Conclusión

Fallout 76 no es un buen Fallout, un buen MMO o un buen videojuego centrado en la supervivencia. A nivel cualitativo queda a años luz de títulos como Fallout 3 o New Vegas, The Division, Destiny o World of Warcraft y Subnautica o The Forest. Es, a todas luces y desde cualquier ámbito, un videojuego mediocre y un producto sin alma que comete errores inexplicables. Sorprende y entristece ver cómo Bethesda ha pasado de lanzar videojuegos que marcaban un antes y un después en su género y cosechaban decenas de galardones sin despeinarse, como Morrowind, Oblivion, Fallout 3 y Skyrim, a lanzar videojuegos totalmente intrascendentes que no hacen avanzar la franquicia como Fallout 4 o proyectos inacabados y fallidos como Fallout 76. Cuesta entenderlo.

Es indudable y más evidente a cada día que pasa que la decisión de lanzar el videojuego en su estado actual ha sido un error flagrante por parte de Bethesda. Con tiempo, paciencia y una cantidad considerable de actualizaciones, correcciones y añadidos, Fallout 76 puede terminar siendo un videojuego disfrutable por cualquiera y un primer paso en un nueva forma de hacer y apoyar videojuegos por parte del estudio. Hasta que ese momento llegue, hablamos del peor videojuego del estudio en los últimos veinte años y de un título solo recomendable (y con muchas reservas) a los aficionados más acérrimos a la franquicia, aquellos que puedan conformarse con recorrer otro mundo postapocalíptico made in Fallout.

Pros

  • La región de Appalachia, un mundo diferente a lo visto en la saga.
  • Los nuevos tipos de enemigos. Variados y sorprendentes.

Contras

  • Técnicamente es desastroso. Bugs, glitches y problemas graves de rendimiento.
  • Gráficamente es feo y anticuado.
  • La ausencia de NPCs empeora claramente la experiencia.
  • El diseño de misiones es vago, repetitivo e insulso.
  • El exagerado reciclaje de assets y mecánicas de Fallout 4.
  • La inteligencia artificial de los enemigos.
  • Las mecánicas de supervivencia son realmente básicas.
  • La sensación constante de estar ante un juego inacabado y lanzado con prisas.

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