De los cómics de Marvel a la gran pantalla, uno de los villanos más conocidos del universo superheroico de Spider-Man se ha hecho con su propia aventura de cine sin el trepamuros, a las órdenes del director yanqui Ruben Fleischer.**Si el perverso simbionte de otro mundo no es el antagonista más peligroso y casi fascinante de entre a los que se suele enfrentar a menudo el joven mutante arácnido neoyorquino, le zumba*, no se debe de encontrar muy lejos de tal categoría. Y es que su capacidad invasora de cuerpos y mentes para controlarlos y, según su propia esencia de alienígena con malas intenciones, envilecerlos a la vez, nos trae a la memoria historias tan arraigadas en la cultura popular como El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde, la clásica novelita del británico Robert Louis Stevenson (1886) o las vampíricas con Drácula*, del irlandés Bram Stoker (1897), en la cúspide, pero más por la acción transformadora en agentes malvados que por un parasitismo físico que no existe en estas dos ficciones; y en el séptimo arte, nos recuerda películas como Fallen (Gregory Hoblit, 1998) o un ingrediente como el cáncer negro primigenio de la inolvidable serie televisiva *The X-Files* (Chris Carter, desde 1993) en sus buenos tiempos, cuyo origen extraterrestre coincide con el del simbionte de Marvel; y eso considerando que él es anterior a ambas propuestas.

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Si Stan Lee y Steve Ditko crearon a Spider-Man, fue el fan de la compañía de cómics Randy Schueller a quien se le ocurrió en cierto modo la idea, materializada luego por el guionista David Michelinie y el dibujante Todd McFarlane en el número ocho de *Marvel Super Heroes: Secret Wars (1984), si bien más tarde se convirtió en otra cosa en su propia serie de cómics, desde Venom: Lethal Protector* (Michelinie, Mark Bagley y Ron Lim, 1993), la cual contemplamos en la reciente adaptación cinematográfica de Fleischer. Este director capitalino ha ido saltando de un género elemental a otro alegremente en las cuatro películas que ha realizado hasta el momento: debutó en el largometraje con **Zombieland (2009), una comedia sobre el acostumbrado apocalipsis de muertos vivientes mal rematada; a la que le siguió 30 minutos o menos (2011)*, un thriller cómico de robos y atracos con poca sesera y su repetición de Jesse Eisenberg (La red social, Café Society) como protagonista; el convencional cine negro de *Gangster Squad (2013)**, su único drama; y ahora, naturalmente, la acción superheroica de **Venom (2018)*, su segunda adaptación después de su filme sobre el libro mafioso de Paul Lieberman.

Ninguno de los proyectos de este cineasta —que no tiene relación alguna con el difunto Richard Fleischer (Los vikingos, Tora! Tora! Tora!, Conan, el destructor*)— ha sido escrito por él ni ha demostrado unos intereses obvios ni un estilo inconfundible, de manera que no se le puede considerar un autor cinematográfico, ni aunque tres de sus cuatro películas sean comedias. Y la última constituye una verdadera paradoja entre las de su filmografía.venom película

Si lo más destacado dentro de sus posibilidades habría sido su opera prima, Zombieland —de la que esperamos su tardía continuación—, en caso de que tuviera un cierre decente porque es a la que mejor le tomó las medidas del traje fantástico, el ritmo y el tono, uno no puede menos que sorprenderse al decir que *quizá Venom sea su filme más logrado después de Gangster Squad a pesar de que no ha sabido pillarle el tono correcto, o un tono único de viva voz*: cuando los espectadores se sienten a zampársela ahora en los cines del mundo entero, albergarán la sensación inquietante de que Fleischer no se había enterado muy bien de si manejaba una comedia de acción superheroica, lo que se supone que no debería habérsele resistido por sus antecedentes, o una aventura semejante pero más seria.

Su inicio es bastante contundente, de la eficacia de su planificación visual no hay ninguna queja, su ritmo veloz no se resiente en ningún instante —y ahí se reconoce su parentesco con las otras tres películas que ha rodado Fleischer—, *la banda sonora de Ludwig Göransson (Creed, Black Panther*) cumple sin tacha con su cometido y el entretenimiento, que es lo básico que no puede fallar nunca en una obra de esta clase, ha sido adecuadamente garantizado. Todo ello no es posible discutirlo de ninguna forma, y basta para que un filme como Venom se deje ver sin mayores inconvenientes ni, eso sí, demasiadas expectativas. Porque lo que ocurre es que su desarrollo y el perfil de los personajes protagonistas resultan más superficiales que en otras ocasiones, el guion a seis manos de Jeff Pinkner (*The Amazing Spider-Man 2, La quinta ola, La Torre Oscura), Scott Rosenberg (Alta fidelidad, Jumanji: Welcome to the Jungle) y Kelly Marcel (Saving Mr. Banks*) carece de ingenio en casi todas sus páginas.

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Así, la fascinación que nos podría haber procurado el simbionte alienígena es inalcanzable: el libreto mediocre y la indefinición tonal de Fleischer lo impiden sin lugar a dudas. Y, si los secundarios se esfuerzan en su labor con un material tan pobre, desde Michelle Williams (Brokeback Mountain) encarnando a Anne Weying, Riz Ahmed (*Rogue One) como el villano insípido Carlton Drake, Jenny Slate (Parks and Recreation) en la piel de Dora Skirth y Scott Haze (Midnight Special) como Roland Treece hasta los anecdóticos Reid Scott (Veep) de Dan Lewis o Melora Walters (Magnolia) como María, o Peggy Lu (Awkward.) de la señora Chen, *el que se desquicia es Tom Hardy* (Origen*) con su protagónico Eddie Brock, un personaje tan trastornado como su interpretación, en la que influye probablemente el tono impreciso y el libreto vulgar, que suponen, en definitiva los dos problemas fundamentales del filme.

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Conclusión

Que ningún espectador esperanzadísimo con el nuevo simbionte de Marvel se lleve a engaño: Venom no va a estar en los primeros puestos de un ranking de las adaptaciones al cine de los cómics sobre superhéroes ni por asomo, pero puede servir para pasar el rato si uno no tiene nada mejor que ver.

Pros

  • La eficaz planificación visual de Ruben Fleischer.
  • Su ritmo veloz que no se resiente en ninguna secuencia.
  • La cumplida banda sonora de Ludwig Göransson.
  • El entretenimiento garantizado.

Contras

  • Que Fleischer no ha sabido pillarle el tono justo entre la comedia y la seriedad.
  • Que su desarrollo y el perfil de los personajes son superficiales.
  • Que el guion carece casi siempre de ingenio.
  • La desquiciada interpretación de Tom Hardy como Eddie Brock.