No cabe duda de que **una de las películas más recordadas por el público de los años noventa del siglo pasado, adaptación de la novela homónima que el estadounidense Chris van Allsburg publicó en 1981 y que obtuvo el Premio Nacional del Libro y la medalla Randolph Caldecott en su categoría correspondiente, es Jumanji*, dirigida por el texano Joe Johnston (Cariño, he encogido a los niños, Capitán América: El primer vengador*) en 1995. Diez años después, se estrenó una secuela espiritual basada en otra novela de Van Allsburg, Zathura, una aventura espacial, que realizó el neoyorkino Jon Favreau (*Iron Man, El libro de la selva). Pero *hasta 2017 no ha llegado una secuela real e independiente, Jumanji: Bienvenidos a la jungla*, con la dirección del también yanqui Jake Kasdan (Orange County*).
El concepto de los tres filmes es el de un grupito de chavales que se topan con un juego mágico y, en una serie de situaciones fantásticas, deben afrontar los desafíos que les plantea durante el desarrollo de la partida. En el caso del mundo de Jumanji, los elementos son los atribuibles a la selva: el tipo de territorio y de vegetación, los animales salvajes y los humanos hechos al ambiente; en el de Zathura, del espacio y la ficción científica. Pero, como la segunda adaptación cinematográfica no obtuvo ni por asomo la popularidad de la primera, de forma que muchos cinéfilos ni la conocen o no la relacionan con el universo de Van Allsburg y Johnston, el interés de los espectadores y de la prensa especializada se ha enfocado en la historia del juego de mesa original, cuya obra madre literaria además ya había sido distinguida.
Las peripecias con las que comenzó su recorrido en el cine, pese a no volar demasiado alto en lo que a logros artísticos se refiere, se pueden admitir como una digna muestra de aventura fantástica para todos los públicos, con la intriga oportuna, el ritmo vigoroso, la imaginación razonable, el exotismo justo y el humor afinado, lo que en última instancia la convierte en un grato entretenimiento que ha permanecido en nuestra memoria hasta el día de hoy, a un nivel algo inferior en cuanto al mito juvenil que es, por ejemplo, Los Goonies (Richard Donner, 1985) para la década anterior, pero con un resultado artístico semejante, pasadero, moderado; y la presencia del difunto y querido Robin Williams (El indomable Will Hunting) como el adulto Alan Parrish no hizo sino ayudar a que se apuntalase con firmeza pero sin culto en el recuerdo de la cinefilia mundial.
**Bienvenidos a la jungla es diferente en más de un aspecto, hasta el punto de que sería posible considerarla una especie de traición a su esencia tonal, de la que el responsable indiscutible no es otro que Kasdan, pero no a sus bases emocionales. Por un lado, mientras el primer filme se instala en la proposición de que el mundo de la selva toma por asalto el real, trayendo consigo los estragos esperables, en la nueva entrega, son los protagonistas los que se sumergen en el juego* tal como le había sucedido a Alan cuando aún tenía el rostro de Adam Hann-Byrd (Diabólicas*), es decir, ahora nos ofrecen la oportunidad de recorrer el territorio del que únicamente sabíamos lo que el último Parrish nos había contado. Y por otro, las características y las reglas del juego, cuyas fases deben superar los personajes, pasan a ser las que dominan de sobra los videojugadores.
El espíritu del filme original es de una corrección clásica y se sirve de unos chistes pulcros e inofensivos para hacernos reír, que por otra parte no condicionan enormemente la trama porque el despepite con ellos no constituye un propósito en sí mismo, sino que cada escena se justificaría igual sin su inclusión. En cambio, **Kasdan ha puesto la pica en Bienvenidos a la jungla con la bandera del humor mucho menos delicado que ya le habíamos visto en otras películas cómicas* como Dewey Cox: Una vida larga y dura (2007), Bad Teacher (2011) o Sex Tape. Algo pasa en la nube* (2014) y, además, los acontecimientos se desenvuelven o se ven determinados en muchas ocasiones por la simple intención de provocar la carcajada.
Este fruto resulta, cuando menos, curioso; no para Jumanji, pues el guion de Jonathan Hensleigh (Jungla de cristal: La venganza), Greg Taylor y Jim Strain (El verano de los monos) combina la experiencia en aventuras y acción del primero con la que poseen los otros dos en cine juvenil; pero la obra previa de Chris McKenna y Erik Sommers (*Batman: La LEGO película, Spider-Man: Homecoming*), por un lado, y la de Scott Rosenberg (*Beautiful Girls, Con Air, Alta fidelidad*) y Jeff Pinkner (*The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro, La Torre Oscura*), por otro, es un poco más heterodoxa y los han unido como guionistas de Bienvenidos a la jungla, la cual identificaríamos con Kasdan gracias a sus antecedentes antes que con ellos.
Por fortuna, las ocurrencias humorísticas más facilonas, llanas o vulgares no sobrepasan jamás la barrera del mal gusto ni del exceso inverosímil en la nueva película; la original ni se acercaba a nada parecido. Y no hay discusión posible para el hecho de que en tal clase de comedia con coreografías de acción siempre se han sentido cómodos Dwayne Johnson (saga Fast and Furious) y Kevin Hart (saga Ride Along), que aquí encarnan a los transmutados Spencer y Fridge; de la misma manera que Jack Black (King Kong), quien ya había trabajado a gusto con Kasdan en *Orange County, Dewey Cox* y Sex Tape, no acostumbra a hacerle ascos a filmes de humor más o menos grueso, y esta vez interpreta a la otra Bethany y nos brinda los mejores golpes.
Karen Gillan (*Guardianes de la galaxia) ya ha coqueteado antes con la acción cómica y se pone en la piel de la Martha alternativa, pero para Nick Jonas (Goat), Alex en la selva, supone una novedad. El competente Bobby Cannavale (Vías cruzadas, Blue Jasmine) no consigue que olvidemos al Van Pelt de Jonathan Hyde (Titanic), y Rhys Darby (Lo que hacemos en las sombras*) repite como Nigel en otro de sus papeles estrafalarios, de los que se priva al primer filme. Sea como fuere, donde de verdad se cumple el enunciado del juego tragantón, “una aventura para aquellos que buscan dejar su mundo atrás”, es en Jumanji: Bienvenidos a la jungla por razones obvias; y aunque se revela inferior a la película de 1995, se puede disfrutar como un simpático entretenimiento.