Los artistas son personas que nacen con un don especial que les permite crear belleza a través de disciplinas como la pintura, la música o la escritura. Aunque estas habilidades se entrenan, se suele decir que no todo el mundo puede lograr destacar en ellas, por mucho que practique. Sin embargo, resulta paradójico que a veces esa perfección se consiga a través de enfermedades o anomalías fisiológicas.

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Es el caso de algunos cantantes, como la famosa Bonnie Tyler, que consiguió su característica voz rasgada después de una operación de nódulos en la garganta. Pero sin duda, es un fenómeno mucho más común entre pintores, pues a menudo las disfunciones visuales les permiten ver el mundo de un modo distinto al de la mayoría y plasmarlo así en sus cuadros.

Uno de los primeros casos conocidos es el del holandés Rembrandt, cuya visión fue estudiada en 2004 por dos neurocientíficas de la Escuela de Medicina de Harvard. Ambas habían observado que en muchos de los autorretratos del pintor sus ojos no estaban alineados, sino que uno miraba al espectador y el otro hacia un lado. Rembrandt era muy realista en sus pinturas, por lo que no había motivo para pensar que la imagen no fuera fiel a la realidad. Esto les llevó a mirar más cuadros, concretamente un total de 36 autorretratos, para finalmente concluir que, con alta probabilidad, tenía un defecto visual que afectaba a su visión estereosópica, haciéndola mucho más pobre. ¿Pero en qué consiste esa cualidad? En condiciones normales, una persona recibe dos imágenes, una a través de cada ojo, que finalmente son unidas por el cerebro en una sola imagen tridimensional. Esto nos permite ver bien las formas y la profundidad en nuestro campo visual. Un problema que afecte a esta cualidad de la vista puede dificultar tareas como conducir o jugar a videojuegos. Sin embargo, para los pintores puede ser una gran virtud, ya que les permite plasmar lo que ven en un lienzo en dos dimensiones.

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Pero Rembrandt no fue el único que convirtió en don un defecto visual. De hecho, según un estudio que acaba de ser publicado en JAMA Ophtalmology, el estrabismo también podría estar detrás del arte de Leonardo da Vinci, aunque a él le ayudó de un modo distinto.

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El don de ver diferente

Leonardo da Vinci es uno de los artistas más importantes de la historia, no solo por la cualidad de sus cuadros, dibujos y esculturas, sino también por su gran polivalencia. Y es que no se limitó solo a estas disciplinas, sino que también fue científico, músico, escritor, político y, por supuesto, inventor.

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Un portento así no nace frecuentemente, igualmente lo habría sido con una visión normal. Pero el caso es que ahora un oftalmólogo de la Universidad de Londres ha concluido, analizando algunas de las esculturas, pinturas al óleo y dibujos más importantes de su obra, que el genio italiano pudo padecer una enfermedad conocida como exotropía intermitente. Sin embargo, al contrario de lo que le ocurría a Rembrandt, a él le permitía captar a la perfección la tridimensionalidad de caras y objetos y la profundidad de los paisajes montañosos.

Este estudio sobre da Vinci ha sido dirigido por Cristopher W. Tyler, de la Universidad de Londres. En su caso, analizó un autorretrato, como con Rembrandt, pero también estudió directamente la representación de los ojos en varias obras del italiano, concretamente Salvator Mundi, el joven Juan Bautista, el joven Guerrero y el Hombre de Vitruvio. En todos ellos la alineación de las pupilas se correspondía con la característica de la exotropía; pero, según la forma en que captaba el espacio sobre el lienzo, se deduce que debía tratarse de exotropía intermitente.

La exotropía intermitente se considera el tipo más frecuente de estrabismo, con una representación del 85% de los casos. Las personas que la padecen alternan periodos de paralelismo ocular-los dos ojos alineados-con periodos de desviación de uno de los ojos. Esto les permite pasar de la visión binocular a una monocular bidimensional, al excluir periódicamente al ojo que se desvía. Como resultado, podría captar tanto los matices planos como el relieve, de modo que representaría la tridimensionalidad de una forma muy realista en sus obras. Esto sería algo similar al resultado que buscan en ciertas ocasiones los pintores cuando cierran uno de sus ojos mientras miran lo que pretenden plasmar.

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