Si ayer hablábamos de las últimas novedades de Fortnite, hoy toca hablar de la última actualización de su principal rival (y, para ser honestos, principal influencia en su creación, aunque se hayan cambiado las tornas), PUBG. Son dos experiencias del todo diferenciadas y, siguiendo esa línea, el videojuego de BlueHole Studios sigue creciendo en su vertiente más cercana a un simulador, convirtiéndose en un battle royale más exigente y realista.
El último parche de PUBG se centra, además de en añadir múltiples retoques en la interfaz de usuario y cambios quality of life como una mejor gestión de los accesorios de las armas, en la climatología dinámica y en cambiar el comportamiento de las balas; lo primero, recordarán los más veteranos, ya estuvo en la fase Early Access del videojuego pero fue retirado. Ahora PUBG lo incorpora en sus mapas de Erangel y Miramar: en el primero veremos cómo una partida puede pasar de la niebla a la lluvia mientras que, en el segundo, el sol cambiará de fase a lo largo de un combate.
Por el momento, el tercer mapa, Sanhook, no incorpora tal característica y no se han dado más detalles al respecto. Parece lógico esperar, eso sí, que llegue antes o después y, hablando de un mapeado de corte tropical, esperar monzones o tormentas no es descabellado. Por otro lado, la actualización 19 altera el comportamiento de las balas y añade la penetración en las extremedidades: así, si una bala da en un brazo que está cubriendo el pecho, la cintura o la cabeza (las piernas no contarán tal bonus), éstos también serán dañados. De esta forma, PUBG se vuelve un poco más exigente si cabe.
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En otro orden de cosas, la compañía también ha modificado ligeramente los mapas de Erangel y Miramar: en el primero se han integrado pequeños grupos de casas en zonas algo despobladas mientras que en el segundo se ha apostado por introducir más carreteras y reducir las pendientes para facilitar nuestro movimiento por el desierto.