Otro verano más, otra beta de Call of Duty más. Estamos en un año especialmente interesante en el panorama de los shooters y, sobre todo, en la franquicia. Black Ops 4 va a tener que convivir con Fortnite, el fenómeno más potente de la actual generación, y con Battlefield V, el rival directo que ha optado por eliminar el pase de temporada y hacer gratuitos sus futuros DLC.
Lo hace volviendo a la subsaga que mejor recibimiento ha tenido en los últimos años: tras un mediocre Infinite Warfare y un World War II que, pese a cosechar históricas cifras de ventas, se desinfló de forma acelerada, Treyarch retoma la marca que ellos mismos crearon y apuestan por mezclar referencias, recordando sin tapujos a una suerte de amalgama entre la segunda y la tercera entrega.
Así es ‘Call of Duty: Black Ops 4’: vuelta al futuro, zombis y battle royale
Black Ops 4 se deshace de jetpacks, wallruns y demás artificio futurista para acercarse al modo de juego clásico, repitiendo el dogma del boots on the ground hasta la saciedad. Lo hace mezclándolo, como decíamos, con el sistema de especialistas que vimos en Black Ops 3, dándoles un punto más de profundidad jugable.
Se ha aumentado, eso sí, el ritmo de las partidas con respecto a WWII, siendo un punto más frenético. Aquí, eso sí, la novedad reside en la eliminación total de la curación automática, dándole al jugador la posibilidad de curarse con la pulsación de un botón (con tiempo de espera entre usos, claro) y, de la mano de un mayor tiempo necesario para acabar con el enemigo, introducir un ligero elemento estratégico (entorpecido brutalmente, eso sí, por el equipamiento protector, un objeto que aumenta en exceso la vida y recuerda a opciones semejantes y arduamente criticadas en el pasado como la perk Titán de COD4:MW).
Así, Black Ops 4 es el Call of Duty que todos conocemos. Hablamos de una marca a la que siempre se le ha mirado con lupa y criticado su inmovilidad y falta de evolución pero, siendo honestos, eso es algo que se había dejado atrás en los últimos años (grandes cambios jugables, con nuevos sistema de movimiento y especialistas en Advanced Warfare y Black Ops 3). Por desgracia, parece que esa será una crítica muy común a Black Ops 4 y, según lo visto, lo será de forma lógica y coherente.
Siguiendo en terreno farragoso, es preocupantemente llamativo el rendimiento técnico del videojuego: Black Ops 4 ni siquiera consigue mantener los inamovibles 60 frames por segundo que han caracterizado a la franquicia y la estabilidad en dicho sentido brilla por su ausencia. Asimismo, pese a que no se han especificado detalles al respecto, la resolución del título parece preocupantemente baja y la imagen general es demasiado borrosa teniendo en cuenta los gráficos del videojuego, nada puntero ni excesivamente ambicioso.
Call of Duty y la polémica del pase de temporada de Black Ops 4
Esto, evidentemente, puede ser algo propio de esta fase beta y que, dentro de dos meses, haya sido subsanado. Sea como fuere, acostumbrados a betas con una fase de pulido notable en todos los apartados, es fácil sentir que Black Ops 4 es una entrega en la que se está trabajando a contrarreloj. A buen seguro, adelantar la fecha para no competir con Red Dead Redemption 2 no fue una gran noticia en el estudio y, en consecuencia, para el jugador.
Con todo, queda todavía mucho por delante. Sin ir más lejos, las próximas semanas llegarán nuevas versiones de esta fase beta y en septiembre Treyarch permitirá probar Blackout, su versión de la moda battle royale. Por el momento, una cosa está clara: con más competición que nunca, y haciendo las cosas (buenas y malas) como siempre, Call of Duty quizá no lo tenga tan fácil como nos tiene acostumbrados. De forma merecida.