Más de una vez Werner Herzog ha sorprendido a la crítica y al público, tanto por sus obras cinematográficas como por su singular forma de interpretar la realidad, la sociedad y el quehacer artístico. Un asombroso capítulo de este director alemán es de cuando cocinó y se comió (literalmente) su zapato. ¿Por qué? Porque prometió que lo haría si su amigo y protegido, Errol Morris, terminaba de una vez por todas su ópera prima, el documental Gates of Heaven.
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La historia cuenta que Herzog conminó a Morris a dedicarse al cine luego de su paso por la música, por la ciencia y por la filosofía. Herzog alguna vez contó que vio en Morris a un artista que tenía mucho que decir mediante el cine y por eso le prometió: "Si terminas tu película me comeré mi zapato". En la primavera de 1979, en el estreno de Gates of Heaven, llevada a cabo en la Universidad de Berkeley, Werner Herzog se presentó con su platillo cocinado por él mismo, con la asesoría de la chef, Alice Waters.
El "platillo" que Herzog preparó con sus zapatos fue una especie de estofado con cebolla, ajo y chiles. La chef recomendó utilizar grasa de pato para ablandar el zapato; sin embargo, según se explicó después, la consistencia del zapato siguió siendo dura, aún así también llevó unas tijeras de podar con las que cortó en pedazos pequeños el zapato. Un dato curioso es que los zapatos que cocinó (y finalmente comió) fueron los mismos con los que hizo la promesa, como podemos ver los significados y significantes de esta "locura" son mucho más que una extravagancia sin sentido. Todos estos detalles los podemos apreciar en el cortometraje Werner Herzog Eats His Shoe, realizado por Les Blank.
Más que una excentricidad (aunque lo haya sido) la peculiar apuesta que pagó Herzog tuvo varios propósitos. En primer lugar entusiasmar a Morris para que terminara su película, la cual se convirtió, según la crítica, en uno de los mejores documentales del siglo pasado. Por otro lado, tal como dijo Herzog en la función de estreno donde cumplió su promesa, se trató de un acto para incitar a otros aspirantes cineastas a dar todo lo posible para ver materializadas sus obras. Por último, da fe de que Herzog no se anda con rodeos cuando da su palabra y cuando se trata de actos simbólicos y poderosos en favor del arte.
"Me aventaré encima de un cactus"
Esta vez no fue la única ocasión en que Werner Herzog demostró que tenía palabra de fiar. Cuando se encontraba filmando su cinta, También los enanos empezaron pequeños, prometió que se aventaría encima de un cactus al terminar el rodaje. Esto en agradecimiento de todos los peligros que el reparto tuvo que sufrir durante el rodaje de la película.
En el mismo cortometraje Werner Herzog Eats His Shoe, el director considerado como el fundador del Nuevo cine alemán, comprendido entre las décadas 1960 y 1980, cuenta sobre esta sorprendente anécdota y las secuelas de haberse aventado sobre un cactus. No sobra decir que este cortometraje vale la pena de cabo a rabo, además de poder ver con detalle cómo cocinó sus botas también conoceremos la opinión de Herzog en muchos sentidos: sobre la lucha constante entre el cine y la televisión, la importancia de cocinar nuestra propia comida y el arrojo que deberían tener todos los artistas para "confiar en lo que dictan sus entrañas".
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