En la pintura existen piezas que además de su belleza tienen historias sorprendentes. Una de ellas es el Salvador Mundi, el último cuadro descubierto de Leonardo da Vinci. Otra es sin duda el retablo La adoración del Cordero Místico, también conocido como Altar de Gante; una obra que tiene una turbulenta historia pues ha sido codiciada por muchas personas, robada en varias ocasiones, una de ellas por Napoleón y otra por los nazis, además ha sido agraviada y rescatada de la destrucción varias veces. Repasemos un poco sobre su historia.
La fascinante historia del último cuadro descubierto de Leonardo da Vinci
El 25 de noviembre de 1934 un hombre llamado Arsène Goedertier confesaba en su lecho de muerte a su abogado que él era el único que conocía el paradero de Los jueces justos, uno de los paneles de la La adoración del Cordero Místico. También aseguró que se llevaría ese secreto a su tumba y así lo hizo, de tal forma que el paradero de esa pieza sigue siendo un misterio sin resolver, de hecho el caso de este robo sigue abierto.
El políptico de Gante, conformado por doce tablas al óleo está expuesto hoy en día en la iglesia de San Juan de Gante (actual Catedral de San Bavón), en Bélgica. Once de estas tablas son las originales mientas que la de Los jueces justos es una copia realizada por Jef Vanderveken, fue reemplazada en 1945 al no resolverse el robo de la original.
Un misterio resuelto
El retablo La adoración del Cordero Místico fue realizado gracias al patrocinio de Joos Vijdt y Lysbette Borluut, una pareja acomodada de la época. La obra se atribuye a los hermanos Hubert y Jan van Eyck, aunque durante mucho tiempo se especuló sobre la mayor o menor participación de ambos, así como de si otros artistas del taller de estos hermanos colaboraron en el enorme retablo que abierto mide 340 x 440 centímetros. En 2016 se resolvieron algunas dudas al respecto luego de una profunda restauración de la obra: se dedujo que Hubert van Eyck la comenzó en 1426 y que tras su muerte unos años después su hermano continuó con la empresa, pero no lo hizo sólo sino con varios ayudantes, después de todo la pintura fue realizada durante casi una década.
También se descubrió en la restauración algo sorprendente: Jan pintó varias veces los paneles exteriores. Se cree que al menos el 70% de esa parte del altar fue sobrepintado por el hermano que se quedó a cargo de la obra. Y es que La adoración del Cordero Místico es una obra compuesta por varios retablos, distribuidos en dos vistas: cuando está abierto y cuando está cerrado. En la parte exterior cuando el político está cerrado el tema central es la anunciación a María, por tal motivo aparecen los profetas Zacarías y Miqueas, así como dos profetisas de la mitología griega. Al centro podemos ver al arcángel Gabriel y a la virgen María y en la parte inferior a los extremos están los donantes del retablo y al centro las esculturas de San Juan Bautista y San Juan Evangelista.
La sinuosa existencia de una pintura codiciada
La adoración del Cordero Místico es una obra muy importante en el arte flamenco y de la pintura en sí, particularmente porque representa el punto de inflexión de la pintura medieval a la época moderna. Uno de los primeros peligros a los que sobrevivió fue el ataque de los iconoclastas calvinistas en 1566, en donde los protestantes destruyeron cientos de estatuas de iglesias y monasterios. El retablo fue desmontado para resguardarlo, así permaneció oculto en el Ayuntamiento de la ciudad durante algún tiempo.
En 1800 se convirtió en botín de guerra de las tropas napoleónicas. Sus paneles desmontaron y fueron vendidos por separado, mientras que el cuadro central estuvo durante algún tiempo en el Museo del Louvre. A la caída de Napoleón los retablos regresarían a Bélgica, sin embargo, no permanecería segura del todo pues un vicario vendió algunos de los paneles laterales a un político llamado Nieuwenhuys. Este a su vez vendió los paneles a Edward Solly, un coleccionista inglés que los trasladó a Berlín.
En este punto podemos decir que la obra ha corrido con bastante suerte de estar casi completa, más todavía cuando nos demos cuenta de que aún le faltaban varios capítulos a su sinuosa existencia. Y es que Federico Guillermo III, rey de Prusia, compró la colección de Solly, por tal motivo los paneles fueron expuestos en el Museo Kaiser Friedrich de Berlín. Gracias al Tratado de Versalles en 1919 Alemania tuvo que devolver esta y otras obras a sus propietarios originales, por tal motivo, La adoración del Cordero Místico regresó (de nueva cuenta) a su iglesia.
Todo marchaba con normalidad para esta obra hasta la noche del 10 de abril de 1934, cuando el famoso panel de Los jueces justos fue robado de la catedral... jamás regresaría a ese lugar. El ladrón se comunicó con el obispo de Gante, el Monsignor Coppieters, para pedir un rescate de un millón de francos belgas. El rescate no fue pagado por la iglesia incluso cuando el ladrón devolvió una de las caras del retablo y siguió escribiendo varias cartas. Este es el cuadro que Arsène Goedertier dijo haber robado y del que se llevó el secreto de su paradero a la tumba.
Una mina de sal
Antes que terminarse los problemas para este cuadro aún le faltaba sobrevivir a los nazis. Y es que el retablo se enfrentó al expolio nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Se dice que Hitler tenía particularmente interés en esta obra pues creía que ahí se encontraban las claves para encontrar los Arma Christi, es decir los instrumentos que fueron utilizados en la pasión de Cristo y a los que se les atribuyen poderes sobrenaturales. El ejército alemán trasladó el retablo, junto a otras siete mil obras de arte a una mina de sal en los Alpes austríacos, de donde fueron rescatadas por la unidad MFAA (Monuments Men), Programa de Monumentos, Arte y Archivos. De hecho se cree que todas estas obras fueron rescatadas de la destrucción indicada en el Decreto Nerón, documento hecho por Hitler en donde supuestamente se ordenaba destruir todo aquello que no pudieran defender de los ataques aliados.
Así pues, La adoración del Cordero Místico llega a nuestro tiempo con un panel perdido en un robo sin resolverse y con muchas historias detrás donde siempre estuvo en peligro de consumirse en el fuego, ser destruida por completo y ser codiciada por un gran número de personas.
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