Avengers: Infinity War sigue acumulando titulares mes y medio después de su estreno. La cinta de Marvel ha superado los 2.000 millones de dólares de recaudación gracias a recoger todo el empuje del Universo Cinematográfico de 'La Casa de las Ideas', las buenas críticas que ha recogido, pero, sobre todo, gracias a un villano que ha sido recibido con aplausos.

Thanos ha conquistado al público porque a pesar de ser enraizadamente malvado guarda un segundo discurso muy particular. Es un personaje poliédrico, con un discurso moral muy discutible pero que también guarda sus razones. Tanto que en la alargada historia de la filosofía y del pensamiento político podemos encontrar precedentes que hoy en día avalarían su decisión final en la película. Y no hablamos de ningún homicida; sino de un erudito que advirtió que el mundo y el ser humano en general se abalanzaban hacia una catástrofe, siempre, eso sí, bajo su punto de vista. Hablamos de Thomas Malthus (1766-1834), economista y demógrafo inglés que sentó las bases del malthusianismo, una corriente que aunque suavizada sigue presente hoy en día. Por supuesto, sobra decir que en las siguientes líneas se destripa por completo el final de Infinity War.

La última película de Marvel dejó a todos los seguidores sobrecogidos en su epílogo. Tras conseguir las gemas del infinito, Thanos realiza su ya famoso chasquido de dedos haciendo que la mitad de la población del Universo (y la mitad también de Los Vengadores) desaparezcan sin dejar rastro. Simplificando, Thanos había matado en un abrir y cerrar de ojos a una de cada dos personas y seres vivos de todas las galaxias.

Tras el chasquido, vemos a Thanos salir de una cabaña convertido en una especie de asceta, sonriendo al ver el mundo que ha dejado. Y es que el personaje interpretado por Josh Brolin tenía muy claro cuál era su objetivo: restaurar el equilibrio en todo el cosmos eliminando a la mitad de todo porque, según él, muchos de los problemas proceden de la superpoblación, aunque para ello tuviera que hacer sacrificios tan grandes como perder a su hija Gamora.

Un plan que como decimos seguramente habría provocado que Thomas Malthus se hubiera levantado a aplaudir en la sala de cine si hubiera tenido oportunidad de ver la película. Este clérigo inglés ganó en importancia tras la publicación en 1798 de su obra Ensayo sobre el principio de la población. En ella Malthus defendía que la humanidad se enfrentaba a un grave riesgo si seguía creciendo tanto en número. Según su interpretación, la población mundial llevaba unas décadas creciendo a un ritmo geométrico, mientras que los recursos y alimentos lo hacían a una progresión aritmética. En otras palabras, que a este ritmo más pronto que tarde no habría alimentos para todos a no ser que grandes catástrofes como guerras o epidemias cortaran este crecimiento.

Su lectura se hacía dentro del contexto de la revolución industrial, donde las primeras mejoras sanitarias importantes habían hecho que la población mundial creciera un 25% en apenas 50 años, pasando de los 750 millones de personas en 1750 a 980 a comienzos del siglo XIX. La humanidad crecía, y Malthus, al igual que otros autores de la época, vaticinaban que a un ritmo desproporcionado. De este modo, introdujo en la llamada Ley de Malthus que llegaría un momento en el que los alimentos y recursos no serían suficientes para cubrir todas las demandas, provocando un conflicto que después se llamaría 'catástrofe malthusiana'. Esto originaría guerras que conllevarían sufrimiento a la población o, en el peor de los extremos, la extinción de la humanidad.

“Todos los niños que nazcan deben perecer”

Pero a diferencia de otros pensadores que en ese momento también habían diagnosticado el problema, Malthus se atrevió en su ensayo a proponer algunos mecanismos para el control de la población. Algunos de ellos parecen más o menos lógicos, como el control de la reproducción (aunque no por vía de anticonceptivos, era un clérigo del siglo XVII); pero otros parecen que solo podrían salir de la mente de Thanos. Una muestra de la radicalidad de algunos de sus argumentos es que Malthus no quiso firmar la primera de las ediciones de su ensayo, por si era demasiado incendiaria. Este es uno de sus fragmentos más polémicos, donde recoge algunas de sus recomendaciones a los estados para controlar la población provocando, simple y llanamente, más mortalidad:

“Todos los niños que nazcan más allá del número necesario para mantener la población en este estado (el de equilibrio) deberán perecer necesariamente a menos que ocupen el lugar de los muertos […] Para ser consecuentes será necesario que, lejos de contrariar a la naturaleza, favorezcamos la mortalidad que ella produce. Y si nos atemoriza el hambre (como método de equilibrio) tendremos el recurso de evitarla con otros medios de destrucción. En vez de encargar a los pobres la limpieza les propondremos costumbres contrarias. Procuremos que en las ciudades las calles sean estrechas, hacinemos a los hombres en las casas y tanto haremos que al final la peste vendrá a visitarlas. Cuidemos en el campo de colocar las habitaciones junto a aguas corrompidas...”

Malthus por lo tanto veía las hambrunas, guerras o desastres naturales como elementos que ayudaban a mantener el equilibrio y a que los supervivientes vivieran un tiempo con cierta riqueza, pero preveía que estas por sí solas no iban a ser suficientes, de ahí surgen esta serie de iniciativas a las que llamó “obstáculos” de la población. Su mensaje a pesar de ser brutal y no poder maquillarse de ninguna forma, debe verse en el contexto de su época, marcadamente clasista -él procedía de clase alta- y en un momento en el que el desarrollo de la industria y el capitalismo había comenzado a hacer que buena parte de la población, la clase obrera, viviera en condiciones de miseria. Para él, la prosperidad y la riqueza del mundo tenía un límite, mientras que la miseria era una ley natural. Cuanto más se extendiera la población más miseria habría, y por lo tanto la única solución era limitar el número de personas. Un mensaje que calcaría el Thanos de Infinity War, que en un momento de la cinta le explica a su hija:

“Este universo tiene recursos finitos. Si la vida se deja sin control, la vida dejará de existir. Tenemos que corregirlo”

Malthus, (lógicamente) estaba equivocado, pero su mensaje aún sigue vivo

El pensamiento de Malthus fue acogido poco después en algunas leyes inglesas, que limitaron las ayudas a la población pobre e incluso rechazaron ayudar a Irlanda durante la hambruna que este país sufrió a mediados del XIX. Sin embargo, Malthus no supo ver el salto que esa humanidad que quería limitar iba a dar en las décadas siguientes. La llegada de la vacunación y los fertilizantes en la producción agraria consiguieron que el Mundo nunca se acercara a la catástrofe que él vaticinaba. Resumiendo, el avance de la ciencia y la tecnología hizo que los recursos también aumentaran.

Pese a esto, personalidades tan influyentes como John Maynard Keynes defendieron con una visión más suavizada un siglo más tarde parte de sus ideas, y también algunos pensadores anarquistas de principios del siglo XX como el español Luis Bulffi llegaron a promover una 'Huelga de Vientres', es decir, reducir la natalidad entre las clases bajas. Otros hechos históricos con recorrido como la política del hijo único china también beben directamente de esta visión, y posicionamientos demográficos actuales como el decrecimiento ecologista también comparte algunas posturas en torno a la escasez de recursos.

Y es que, si bien esperamos que el plan de Thanos, como el de Malthus, al final acabe sin cumplirse, no son pocos los estudios que hablan de que el ser humano está transitando una nueva brecha entre recursos y población. Para 2050 se calcula que habrá en la Tierra 10.000 millones de personas, momento en el que un informe publicado por más de una decena de demógrafos en 2011 en la revista BioScience calculaba que, de no poner remedio, la falta de recursos haría que la riqueza mundial se igualara a los niveles de Uganda, donde más de un 15% de su población vive bajo pobreza severa. Por suerte, todas estas visiones siempre encuentran su réplica. Otro estudio, esta vez elaborado en 2013 por la Universidad Autónoma de Madrid, pronostica que en ese mismo año, 2050, la población mundial dejará de crecer debido a la baja natalidad que ya se produce en los países desarrollados y el traslado también de esta tendencia a buena parte de los países en desarrollo.