En los últimos treinta años, tanto en la Unión Europea como en España el número de accidentes de tráfico ha disminuido considerablemente. Sin embargo, los siniestros con ciclistas no han seguido la misma tendencia y han sufrido un incremento sistemático.
Prueba de ello es que de 2007 a 2016 en España, 47.574 ciclistas se han visto involucrados de forma leve o grave en algunos de estos incidentes y 656 resultaron muertos. En concreto, en el año 2016, de los 1.810 fallecidos en accidentes de tráfico en España, 67 fueron ciclistas. Además, 7.371 resultaron heridos de mayor o menor gravedad.
“Dadas las características del vehículo y el poco uso de medidas de seguridad pasiva, los ciclistas son, junto a los peatones, los usuarios viales más vulnerables a sufrir heridas graves en caso de accidente”, indica a Sinc Sergio Alejandro Useche, investigador en el Instituto de Investigación de Tráfico y Seguridad Vial (INTRAS) de la Universidad de Valencia.
En los centros urbanos es donde se produce el 70,7% de los accidentes y el 67,4% de las lesiones o muertes de las víctimas, en comparación con los caminos rurales, donde se registran el 29,3% de los siniestros y el 32,6% de las víctimas. El 47,2% de las heridas graves a ciclistas ocurre en carreteras urbanas convencionales.
Para entender el aumento de los incidentes con ciclistas y poder desarrollar políticas preventivas, un estudio liderado por Useche ha analizado la relación de las vías y los factores humanos con los accidentes de tráfico. Los resultados, publicados en la revista Sustainability, demuestran que, en los choques entre vehículos motorizados y bicicletas, ambos factores están presentes. Estos datos podrían servir para explicar y prevenir los siniestros viales.
Falta educación vial
Los investigadores entrevistaron en una encuesta online a 1.064 ciclistas (38,8% mujeres y 61,2% hombres) de unos 33 años de edad de media y procedentes de veinte países de Europa, Sudamérica y Norteamérica. Según el experto, el incremento de los accidentes con ciclistas se debe a “la masificación del uso de la bicicleta, que es aún hoy desordenado, poco controlado y reglamentado, y raramente ligado a la educación y formación vial de sus usuarios”, subraya el investigador.
Los científicos destacan la necesidad de intervenir en las infraestructuras para reducir las interacciones problemáticas con otros usuarios, que ocurren cuando los ciclistas deben compartir las calzadas con usuarios de vehículos motorizados o peatones; simplificar la circulación en vías más amigables; y fortalecer la cultura del uso de la bicicleta y el respeto por ella en todos los usuarios.
Por otra parte, los investigadores han observado que en los códigos de circulación “existe una preocupante carencia de normativas para regular el uso de la bicicleta en la movilidad compartida con otro tipo de vehículos”.
En cuanto a los factores individuales o humanos, el estudio subraya los comportamientos de riesgo, divididos en dos tipos principales. El primero son los denominados errores o fallos no intencionados por parte de los conductores. “Estos se pueden reducir llevando a cabo una adecuada formación vial, como se hace, por ejemplo, con los conductores de vehículos de motor”, detalla Useche.
Otra conducta observada en los accidentes son las infracciones de tráfico. En opinión de los expertos es imprescindible fortalecer la formación vial por parte de ciclistas y conductores para evitarlas. “Para ello se requiere el apoyo de los medios, las instituciones y el sistema educativo”, concluyen los autores, para quienes esto mejoraría la salud pública y la convivencia social entre los distintos sistemas de movilidad.