Tiene su origen en la Universidad de Stanford, de la mano de dos profesores de economía aplicada y tres empleados del área financiera de la tecnológica más polémica a nivel mundial: Uber.

Salía a la luz al principio de esta misma semana, bajo la sorpresa de todos, y ha sido analizado por Maria Amparo Ballester Pastor, Catedrática de Derecho del Trabajo de la Universidad de Valencia especializada en materia de integración y discriminación en el Blog del, también abogado Adrián Todoli.

El estudio parte de la base que el resto de análisis que abordan la cuestión de las brechas salariales entre hombres y mujeres en un mismo campo de trabajo. En este sentido no existe nada nuevo bajo el Sol: bajo las operaciones de Uber, las mujeres cobran un 7% menos que sus pares masculinos en la prestación de servicios. Tampoco era una sorpresa en este sentido; los estudios y análisis del mundo tecnológico ya han demostrado la tendencia que sigue arrastrándose de la gran empresa tradicional. Pocas mujeres en los cargos de decisión, algo que se puede comprobar en días señalados como los del Mobile World Congress, menos salarios, pocas oportunidades y objeto de algunas de las discriminaciones sexuales y escándalos más sonados del siglo XXI (la cuestión de Susan Fowler solo fue un elemento más de una larga lista de despropósitos que, de hecho, se mantienen en su peor forma con el nuevo estudio).

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Lo alarmante del propio estudio viene después de las conclusiones preliminares respecto a los datos. Para el equipo de financieros, entre los que se encuentra una mujer, ha entendido que la culpable de la brecha salarial es, precisamente, su primera víctima: la mujer.

Dice el propio estudio que para la creación de los diferentes parámetros de análisis se ha tomado el algoritmo que reparte los diferentes servicios dentro de la plataforma. Entienden que, sin aportar más pruebas que su propia palabra, el famoso algoritmo de Uber tiene una neutralidad absoluta. Es decir: las mujeres realizan exactamente los mismos trayectos que los hombres, cobran lo mismo que ellos, no existen las propinas... Si partimos de esa base igualitaria, ¿dónde está esa desigualdad que general un 7% menos de ingresos?

En este sentido, analiza Ballester, hay que entender que aunque un algoritmo no esté diseñado para diferenciar entre hombres y mujeres, no quiere decir que sea neutro. En términos generales, la neutralidad no existe ni en el mundo de la programación.

Uno de los principales argumentos de la tecnológica para culpar a la mujer de su menor sueldo es la falta de compromiso. De media, una conductora vive 6 meses dentro de la aplicación, los hombres aguantan hasta 2 años promedio. La concepción de la mujer como madre, dueña de su hogar y esposa de su marido ha sido desde hace tiempo uno de los elementos más usados por aquellos que querían maquillar la realidad de la brecha salarial. No sorprende a muchos que, en este caso, Uber haya utilizado una excusa similar partiendo de la idea que a menos tiempo trabajado, menos dominio de la técnica óptima de trabajo y, por tanto, menos ingresos.

En relación a esta cuestión de aborda el tema de las horas empleadas en el trabajo, relacionado directamente con la condición inevitable de las mujeres que es, sin duda, ser mujeres. El sector de los conductores, tanto de Uber como de otro tipo de plataformas similares, nació con una premisa: abordar el tema de la seguridad, especialmente para el sector femenino. Una cuestión dramática en ciertas regiones. El tiempo ha demostrado que de hecho, en algunos países como México, la digitalización de los servicios de transporte no ha arreglado el problema, pero sí lo ha mejorado considerablemente. Pero, ¿qué ocurre con las mujeres conductoras? Varios empleados de la plataforma ya explicaron a Hipertextual su compleja ante los casos de agresión. En este sentido, la sección femenina sigue estando igualmente desportejida. En su estudio, Uber entiende que ellas trabajan menos horas y en momentos de baja demanda, ergo ellas son las causantes de su sueldo menor porque, entienden, que sus responsabilidades familiares no les permiten abordar esas franjas de alta demanda. Las horas en las que más se ingresa corresponden a las horas nocturnas. A esto se le añade que Uber premia a los conductores que operan en los peores barrios de las ciudades; lo que sería conocido como el plus de peligrosidad. Ellas viajan menos a esas zonas por lo mencionado: falta de seguridad. Pero, de nuevo, la situación social respecto a esta cuestión es culpa de las propias mujeres.

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Para rematar el texto de marras, Uber ha añadido uno de los tópicos más populares respecto a la mujer: su conducta al volante. Según Uber, a menos velocidad hay un sueldo menor porque abordas menos viajes a lo largo del día. Y en este punto, el análisis de Ballester apunta a una interesante cuestión:

"Se dice que, dado que Uber paga por viajes, si conduces más lento, ganas menos dinero. Y bueno, aquí el estudio podría haber intentado decir cosas buenas de las mujeres tipo 'las mujeres conducen más seguro' lo que implica menores ingresos. Todo lo contrario, los economistas afirman que los hombres conducen solamente un 2% más rápido que las mujeres, lo que no afecta a la seguridad ni a las normas de tráfico.

De nuevo, la culpa es de la conducta prudente de las mujeres. Todo es culpa de ellas.