La 'superluna' del pasado 1 de enero, un fenómeno que ocurre cuando la Luna llena se sitúa en el punto más próximo a la Tierra (perigeo), fue el primer gran evento astronómico de enero, pero no el único. Entre el 3 y el 4 de enero podremos disfrutar de las cuadrántidas, una de las tres lluvias de estrellas más espectaculares del año, con el permiso de las perseidas en agosto y las gemínidas de diciembre.
Las cuadrántidas registrarán su pico máximo a las 20:00 h (Tiempo Universal) del miércoles 3 de enero, llegando a alcanzar tasas de actividad de más de 100 meteoros por hora. En Europa, según el Instituto de Astrofísica de Canarias, la noche del 3 al 4 de enero será el mejor momento para su observación.
Según las estimaciones, la actividad final de los meteoros en promedio será de uno cada cuatro minutos, para lo que deberemos buscar cielos oscuros, alejados de la contaminación lumínica. Por el contrario, las cuadrántidas no presentan una actividad tan alta en el hemisferio sur, lo que dificultará su contemplación.
En los países que sí puedan disfrutar de esta lluvia de estrellas, los especialistas recomiendan esperar hasta la madrugada del 3 al 4 de enero. La razón es que el radiante —es decir, el punto del cielo donde parecen 'originarse' los meteoros— se ubica en la constelación del Boyero, cerca de la Osa Mayor. Pasada la medianoche en las regiones europeas, la constelación del Boyero se encontrará alta en el cielo, lo que mejorará la visibilidad de las estrellas fugaces.
La Luna menguante, que se podrá observar al oeste, dificultará en parte la observación de los meteoros más débiles. A medida que la madrugada transcurra, según explican desde la Sociedad de Observadores de Meteoros y Cometas de España (SOMYCE), "tendremos la Luna a nuestra espalda y deslumbrará menos".
Las primeras estrellas fugaces que podremos contemplar en 2018 proceden del asteroide 2003 EH1, considerado como un fragmento del cometa C/1490 Y1, que parece que fue observado hace cinco siglos. Al igual que sucede con otros meteoros, las cuadrántidas se originan cuando la Tierra cruza una región del espacio en la que se encuentra con los restos de dicho asteroide. Los fragmentos se desintegran al alcanzar la atmósfera terrestre, incendiándose a elevadas temperaturas y provocando destellos de luz que contemplamos desde la superficie en forma de estrellas fugaces.