**La última serie de Marvel Studios, creada por el estadounidense Scott Buck para la ABC, es Inhumans**, la adaptación de los personajes de cómic creados por Stan Lee y Jack Kirby en 1965, una subespecie humana genéticamente superior. Se diferencian de los X-Men en que su mutación particular no es innata ni, por tanto, se debe al gen X, sino que sus poderes potenciales sólo se revelan al estar en contacto con la Niebla Terrígena, un mutagénico natural que se genera al humedecer con agua un mineral sometido antes a cierta temperatura, produciéndose así el vapor neblinoso que le da nombre. Buck fue guionista de *A dos metros bajo tierra (Alan Ball, 2001-2005) o Dexter (James Manos Jr., 2006-2013), y ya trabaja de showrunner en Iron Fist* desde 2017 junto con M. Raven Metzner.
Por lo visto, se le da mejor escribir guiones que guiar una serie televisiva; y para muestra, la primera temporada de Inhumans, que desde el mismo comienzo nos permite ver sus torpezas constantes, con su cámara lenta arbitraria, su banda sonora casi omnipresente sin necesidad y su mal gusto en la selección de canciones, sus personajes indefinidos, sin coherencia ni carisma ninguno, sus coreografías de lucha deficientes y mal rodadas, sus flashbacks machacones y su vana grandilocuencia, tal vez lo más impertinente y molesto de todo. Las peripecias de los protagonistas, cuya construcción es nula más allá de sus voluntades inconcretas, se van sucediendo como si nada, sin causas mínimamente verosímiles y con motivaciones caprichosas por completo, en una dinámica vacía que nunca llega a interesar ni lo más mínimo al espectador.
¿Dónde está aquí algo semejante a la profunda idiosincrasia de los miembros de la familia Fisher y compañía en A dos metros bajo tierra y las verdades emocionales de sus circunstancias? ¿Y dónde un profundo estudio psicológico como el de Dexter Morgan para aunque sea alguno de los Inhumanos? En ninguna parte. Ya sabemos que la distancia entre estas dos series que guionizó Buck e Inhumans es kilométrica, pero la habilidad narrativa en el cine o en la literatura no depende nunca ni debe esperarse que llegue a depender del género al que pertenezca una historia, igual que tampoco estriba en él que una serie de televisión como esta pueda ofrecernos personajes ricos en matices, con una personalidad indiscutiblemente marcada y, al menos, algo seductora y dramas interiores que nos despierten empatía por su veracidad.
Por si todo esto fuera poco para hundir la producción, los actores del reparto hacen lo que pueden pero, o no están bien dirigidos o el bajo nivel general les influye. Anson Mount (Infierno sobre ruedas) no impone en absoluto como el silencioso Black Bolt, Serinda Swan (Smallville), tal vez la más esforzada, no transmite verdadera potencia de carácter; Ken Leung (*Perdidos) no fascina nada con la habilidad de Karnak a lo Cris Johnson (Nicholas Cage) en Next* (Lee Tamahori, 2007), adaptación de un relato escrito por Philip K. Dick en 1954; Eme Ikwuakor (Extant) no pasa prácticamente de ser un bruto como Gorgon, entre Isabelle Cornish (Puberty Blues) y su parte del guion casi no dotan de personalidad a Crystal y Sonya Balmores (Ballers) es casi un pérfido autómata como Auran.
El Maximus de Iwan Rheon (Misfits) se encuentra a años luz, para mal, de su psicopático Ramsay Bolton de *Juego de tronos* (David Benioff y D.B. Weiss, desde 2011) y doctor Evan Declan de Henry Ian Cusick (Perdidos) no deja de ser una triste caricatura; y sólo el personaje de Ellen Woglom (Californication), Louise, exhibe algo más de chispa que el resto. Se trata de la única luz, bien pequeña, entre tanto oscuro despropósito; que **concluye tras ocho capítulos con los mismos problemas mencionados, de verosimilitud especialmente, y con unos conceptos, circunstancias y resoluciones que son iguales a algunos de Thor: Ragnarok (Taika Waititi, 2017) pero sin satisfacciones**. Y el par de cabos sueltos que quedan remiten a una segunda temporada que de ningún modo deseamos que se haga realidad, pues no hay duda de que lo mejor es que cancelen Inhumans, la serie televisiva más desastrosa del Universo Cinematográfico de Marvel.