El ecosistema de las plataformas de transporte por ciudades está en uno de sus momentos más agitados. En cuestión de días las rondas de financiación para los grandes rivales de Uber se han sucedido como setas en las grandes localizaciones del negocio del transporte a nivel global.
La última de ellas ha recaído sobre Grab que, a través de una emisión de deuda de 700 millones de dólares, quiere poner a casi dos millones de conductores a circular por las calles del Sudeste Asiático y, como sucediese en China, quitarse al gigante norteamericano Uber de encima. Esto se suma a los más de 4.000 millones de dólares levantados en varias rondas de financiación (entre las que se incluye la participación de SoftBank). Lejos de operar como meros intermediarios, el objetivo de Grab es operar como el arrendatario de los vehículos que operen en las ciudades. Especialmente en Singapur e Indonesia.
Al otro lado de la escuadra tenemos a Lyft, el mayor rival del propio Uber porque, entre otras cosas, ambos trabajan en una de los ecosistemas más liberales en lo que a transporte se refiere: Estados Unidos. La compañía de transporte, propiedad en un porcentaje importante de Alphabet, cerró horas antes de Grab otra ronda de financiación por parte de su accionista de cabecera. 1.000 millones de dólares que valoran a la rival de Kalanick en 10.000 millones poniendo en evidencia un dato: el aumento de la valoración de Lyft, además del cierre de nuevas rondas pone sobre la mesa el hecho de que en el mercado estadounidense hay hueco para más players, además de que los descuidos y crisis de la competencia son un soplo de aire fresco para los que están esperando detrás. No son pocas las voces que confirman que si Uber no es capaz de renovar su licencia en Reino Unido, Google entrará para conquistar el hueco dejado por Uber, además de hacer suyos a los más de 30.000 conductores que se quedarán sin plataforma a la que servir.
Uber en Londres: una historia de amor y odio
Tanto así si en España Uber consigue liberar las licencias de transporte, donde poco a poco, Google y compañía entrarían con toda su potencia para hacerse con un hueco en el pastel.
Lyft, que comparada con la valoración de Uber de más de 60.000 millones de dólares, es una diminuta mota para la empresa que puso patas arriba el transporte. Sin embargo, la primera de ellas podría adelantarse a Uber por una vez: la tecnológica estudia una salida a bolsa. Una carrera de fondo en toda regla.
SoftBank, a la cabeza de todos
El tercero, sin duda es Uber. 18 rondas de financiación y casi 12.000 millones de dólares más en sus cuentas no han sido suficientes para la tecnológica. Dejando la salida a bolsa a un lado, descartada por muchos analistas por el peligro que puede suponer para la compañía el hecho de revelar sus verdaderas cifras de negocio, desde hace tiempo se juega con la idea de cerrar una nueva operación. Posiblemente la más grande de su historia con un inversor que entraría de lleno en la junta directiva de la compañía.
La crisis institucional de Uber, vinculada a la figura de Kalanick, había dejado a un lado esta idea. Pero la llegada del nuevo CEO, Dara Krosrowshahi, prometía calmar los ánimos y dejar el camino listo para la llegada de la gran promesa. Como no podía ser de otra manera, SoftBank sería el elegido. El que también es el inversor de Grab en el Sudeste Asiático estaría ultimando los detalles de una operación multimillonaria que dejaría por los suelos las rondas de financiación previas, según explicaba Ariana Huffington en Techcrunch.
El gigante japonés, además de Grab, cuenta con Ola entre sus otras inversiones. Una estrategia muy medida que iría por el camino de hacerse con una posición de control en los grandes representantes del negocio del transporte en las diferentes ciudades del mundo. La idea de que la empresa más grande de transporte carece de vehículos, o la del turismo prescindiendo de hoteles, rizaría el rizo con la figura de SoftBank: un banco controlando los negocios de transporte de medio mundo. Sin tener, de facto, ninguna empresa de transporte.