El papel de la mujer y el porno está ligado, de forma intrínseca, a su posición en la historia del feminismo en sí mismo. Comentaba Nancy Prada, de la Universidad Nacional de Colombia y reconocida feminista, que "la dicotomía entre el peligro y el placer había determinado la sexualidad de las mujeres", estando "el cuerpo y el deseo femenino diseñado en el sistema social, y desde la tierna infancia, para mostrar reservas ante el erotismo, el placer y la sexualidad". De esta manera, todo lo relacionado con la sexualidad provocaba, de forma sistemática, miedo, frustración, represión o inseguridad.
Fue a finales de los años XX cuando se abrió un debate en Estados Unidos que fue calando poco a poco por el mundo occidental y que, aún persistiendo en la actualidad, dividió a la sociedad femenina en dos bandos altamente reconocidos. En un lado, feministas como Andrea Dworkin o Katherine McKinnon criticaban el uso del porno por parte de las mujeres, más allá de su papel como actrices, como una forma de objetivizar el cuerpo de la misma manteniendo los recursos de sometimiento, escenas de violación y cosificación del cine consumido por los hombres. Por otro lado, activistas como Gayle Rubin han defendido el porno como una forma de liberación del papel de la mujer en un intento de igualar esta tendencia a los hombres, aludiendo el hecho de que la supresión de este "derecho" para la mujer tendría nefastas consecuencias para su papel en la sociedad actual. Y cuando dicen igualar no se refieren al recurso del cine erótico mainstream, sino a un "post-porno" que "represente cuerpos y sexualidades no incluidos en la industria actual".
La conocida como moral cristiana, inculcada generación tras generación en la que el hombre representaba la fuerza y la mujer la fragilidad, ha servido de revulsivo en una sociedad en la que el papel de la segunda ha ido tomando nuevos paradigmas. Erika Lust, reconocida directora de entre un grupo de mujeres dedicadas al porno femenino, como Candida Royalle, Maria Beatty, Paulita Pappel, comentaba en una entrevista a Hipertextual que "esta toma de conciencia del papel de la mujer en la sociedad nos ha hecho ver, entre otras muchas cosas, que nuestra sexualidad no sólo sirve para dar placer a los hombres, sino para darnos placer a nosotras mismas".
Un concepto tan obvio que, sin embargo, ha tardado décadas en empezar a gestarse. Pero que ha dejado una estela a su paso que han marcado las relaciones de pareja:
"El porno ha modelado las estructuras de poder en las relaciones sexuales, ha dibujado todo un imaginario que, como sociedad, nos hemos creído y hemos adoptado. Seguro que todos hemos tenido la sensación de tener que actuar de determinada manera al hacer el amor con alguien, adoptar unas posturas determinadas, gritar como si no hubiera un mañana al fingir un orgasmo..."
La conclusión es que el problema no es que se vea porno, sino qué tipo de cine adulto se está consumiendo por la sociedad y cómo está influyendo en la misma.
Intercambio de papeles
Si en la industria del cine de consumo el número de mujeres directoras se encuentra a niveles del siglo pasado en comparación con el resto de las industrias (no más del 10% con películas de éxito), el número de directoras de cine porno en comparación con los hombres no podía ser mejor.
El papel de las actrices porno es indispensable para la industria del cine adulto por una cuestión muy simple: son el objeto que admirar y la "herramienta" de placer para el hombre. Pese a todo, el papel de las mismas ha evolucionado con el paso de los años y, de forma paulatina, las mujeres protagonistas han ido alzando la voz en una industria que vive gracias a su papel. Puede ser más o menos aceptada por las opiniones del público, pero Amarna Miller, actriz metida de lleno en la industria no ha tenido ningún complejo de defender los ideales feministas en un mundo que, desde luego, peca de lo contrario.
Necesitamos otro porno
Pero, ¿qué ocurre con las mujeres que se encuentran detrás de las cámaras? "Aunque también hacemos ruido, seguimos siendo muy pocas", explica Erika, "las actrices tienen muchísima visibilidad y son indispensables, y sin embargo en los apartados de dirección, producción, sonido, etc. las mujeres siguen faltando. Es decir, que quieren nuestra imagen pero no nuestras ideas". Esto se traduce, a fin de cuentas, en peor financiación o menos recursos en comparación a los hombres en el mismo puesto; una historia que se repite en todos los sectores en los que el hombre ha tenido la posición dominante de forma histórica.
Cine porno para mujeres, que no lleno de feminidad
Se confunde, de forma sistemática, el concepto de porno para mujeres con algo que vaya en la línea de la nombrada "moral cristiana", como explica Nancy Prada. Nada más lejos de la realidad. Se cataloga como porno feminista (ético, o alternativo) porque se crea desde la visión de la mujer; o lo que es lo mismo, cualquier pornografía que realice una persona (de cualquier género) con valores feministas se considera porno feminista. Un sector que, incluso los hombres, pueden abordar, porque "no quiere decir que sea porno exclusivamente para mujeres, sino que todo gira entorno a la igualdad". Erika añade que "el hecho de que sea feminista no quiere decir que no sea igualmente explícito, con escenas de sexo como en el cine mainstream". Existe un falso mito en el que se confunde lo femenino con la película romántica de Hollywood: "Esto no quiere decir que tengan que pasear por el parque y dar de comer a los patos antes de ir a hacer el amor a la habitación, o que se tengan que casar al final", explica Erika, "la trama en el cine porno femenino es mucho más que eso".
En toda esta historia, como en cualquier otra, entran en juego los gustos personales de cada cual:
"Por estética, por historias, por prácticas sexuales... no depende de tu género. Para mí, la filosofía para un nuevo cine adulto se basa en cuatro ideas principales: el placer femenino importa, el cine adulto puede tener valores cinematográficos, debe haber variedad en la representación de cuerpos, razas y edades, el proceso de producción debe ser ético".
Libros o películas como 50 Sombras de Grey, un fenómeno social en sí mismo y que han puesto sobre la mesa y el cine comercial el tema del sexo sin ningún tapujo, en opinión de Erika "hacen un flaco favor a la comunidad". Basado en estereotipos clásicos, simplemente destaca por su gran campaña de marketing, pero que, sin embargo, abre un interesante debate: "¿Puedes ser feminista y sumisa?".
Internet y sus cifras
Según cifras del famoso portal de cine porno, PornHub, el 26% de sus visitas son mujeres (un 2% más que en 2016), siendo España uno de los países con más consumo del mundo. Este pequeño, pero a la vez gran, porcentaje aún encuentra una gran barrera social que, como le sucediese a la industria de las citas por internet, está viendo su evolución con el paso del tiempo.
Sin pautas de comportamiento establecidas, la realidad es que la mayor parte de las mujeres que consumen cine porno "suelen sentir predilección por el porno lésbico, aunque sean heterosexuales. La razón de esto puede ser que el sexo entre mujeres, aunque se represente de una manera totalmente alejada de la realidad de una relación lésbica, es menos agresivo que el que vemos entre hombres y mujeres, que normalmente las hace sentir incómodas". Lo cual indica que, de facto, la industria sigue enfocada a un consumo predominantemente masculino.
https://hipertextual.com/2017/05/pornhub-en-cifras
Mucho más sólida, masiva y con más recursos publicitarios, el negocio del porno tradicional mueve 4.000 millones de euros anuales a nivel global (cifra de 2016), y cada año crece en volumen. Es de entender que si el negocio masivo se encuentra en el consumo masculino se deje el cine para mujeres, decorado "con pétalos de rosa", como una industria indie y, por tanto, menos espectadores. Pero, como recuerda Erika, que no esté en primera plana "no quiere decir que no exista".