“¿Qué móvil es? ¿Un Galaxy S8?” me preguntaban el pasado fin de semana mientras sostenía, en realidad, un Galaxy Note 8.

A los que hicieron la pregunta no se les puede tachar de ignorantes, ni mucho menos. Ambos productos son tan parecidos que cualquier persona sin grandes conocimientos tecnológicos cae en la confusión con facilidad.

¿Está acabándose la originalidad en el diseño de los teléfonos móviles?

No obstante, esta peculiar y transitoria situación era, en realidad, el reflejo de un problema mucho mayor en la industria: la caída en la monotonía y el abuso del reciclaje de ideas.

Observando la gama alta de 2017, por ejemplo, las diferencias a nivel estético se han reducido a simples detalles como la curvatura de la pantalla o la ubicación del lector dactilar. Algunos casos sencillos:

  • LG V30 y Galaxy S8. Pese a estar fabricados y diseñados por empresas muy diferentes, la realidad es que, si eliminas branding de su espalda, podrían hacerse pasar por dos variantes de una misma familia. Formato, materiales, tamaño, radios de curvatura... las coincidencias son más de las que podrías esperar.
  • Galaxy S8 y Galaxy Note 8. En este caso concreto, las similitudes son más comprensibles. Ambos teléfonos pertenecen a la misma compañía y nacen en las mismas mesas de diseño. No obstante, la dosis de esteroides que ha ingerido la gama Galaxy S este año hace que sea incluso más complejo diferenciarlo de su compañero de habitación.

  • Huawei P10 y OnePlus 5. En el caso de los fabricantes chinos, el acercamiento estético y la pasividad es mucho más palpable y descarado. Es como si todos tuvieran acceso al mismo set de componentes y se pusieran de acuerdo para hacer pedidos conjuntos.

  • OnePlus 5 y iPhone 7 Plus. Si das la vuelta a estos dos modelos, las similitudes son excesivamente notorias. Mismo posicionamiento de los elementos, dimensiones similares, acabados muy próximos, etc. Es como si OnePlus hubiera dicho “nos gusta este diseño y lo queremos en nuestro producto”.

El único teléfono móvil que sí es “independiente” y no ve su diseño reflejado en ninguna otra parte es el iPhone X. El tan polémico y criticado “notch” le otorga una identidad propia, al igual que hizo el botón home en su momento. Samsung también puede decir algo similar con la curvatura edge de sus recientes productos.

Todos los demás, en cambio, no dejan de ser simples refritos de modelos previos. La industria se ha acostumbrado al reciclaje de ideas -muchas veces sin coherencia- y solo algunos (como Samsung) se atreven con algo nuevo, diferente y atractivo.

La monotonía ha conquistado al diseño de los teléfonos móviles, y el conformismo de los menos líderes no hace más que inundar las tiendas de productos iguales que solo compiten en un race-to-the-bottom de precio. Y ahí, los gigantes de la producción y la verticalidad siempre salen ganando.