Un año después del cenizo Note 7, Samsung vuelve a la batalla con la versión más pulida y avanzada de la familia Note. Se llama Galaxy Note 8, y su objetivo es dejar boquiabierto a todo el que pase por su lado."La seguridad de nuestros consumidores es una prioridad absoluta en Samsung, por lo que hemos detenido las ventas del Galaxy Note 7". Esas fueron las preocupantes palabras con las que Samsung anunció al mundo que su Galaxy Note 7 estaba envuelto en problemas.

Comenzó entonces el procedimiento de actuación básico: recoger todos los teléfonos afectados y reemplazarlos con unidades "seguras". Estas versiones montaban baterías de otro proveedor que, en principio, no estaban causando explosiones. Pero todo volvió a salir mal: las unidades "seguras" no tardaron en protagonizar nuevos incendios y las responsabilidades comenzaron a llamar a la puerta de Samsung.

Ante esta segunda recaída, la empresa liderada por DJ Koh se vio forzada a retirar el Galaxy Note 7 del mercado de forma indefinida, con todas las consecuencias que eso implicaba.

Cronología del caso Note 7: cuando creas lo mejor y todo sale mal

Comenzó en ese momento un cambio estratégico absoluto: aumentar los recursos destinados a Galaxy S7 y S7 Edge, reforzar su debilitada posición en el mercado y hacer todo lo posible para minimizar los daños que el cenizo e increíble Galaxy Note 7 estaba generando.

La jugada salió bien... a medias. Samsung logró sobrevivir a la tormenta, y el exquisito Galaxy S8 le ayudó a sobrepasar un bache que muchos consideraron como demoledor para su dominante posición en el mercado. El valor de marca y las cuentas trimestrales correspondientes, en cambio, cayeron irremediablemente —aunque poco se podía haber hecho para impedirlo—.

Fotografía: Nicolás Rivera (Hipertextual).

Con esa herencia llegamos, un año después, al Samsung Galaxy Note 8, un teléfono, ahora sí, libre de polémica, y cuyo único objetivo es y será colgarse el cartel de "mejor smartphone de 2017".

Eso sí: esta temporada el parquet está repleto de jugadores increíbles. Por un lado está el iPhone X, la nueva y joven promesa de Apple; y por otro lado está el Galaxy S8+, el MVP de la primera mitad de año y cuyas excelentes cualidades le permiten seguir dando la talla seis meses después. Si a estos dos jugadores sumamos los que llegarán en los próximos meses (Pixel 2, Huawei Mate 10 y LG V30, el panorama al que se enfrenta Samsung es, probablemente, el más complejo de sus últimos años.

Ante esta situación, la duda nace casi por inercia: ¿qué ofrece Samsung para diferenciarse y convencer a los potenciales compradores de que su teléfono es el mejor que pueden adquirir por los casi 1.000 euros que llega a las tiendas?

Una pantalla imperfectamente perfecta

Samsung Display es una de las empresas líderes en la fabricación de pantallas para dispositivos electrónicos. Su tecnología y capacidad de producción es muy avanzada, dejándoles en una privilegiada posición que les permite adelantarse a muchos rivales y ofrecer a sus consumidores algunas de las mejores pantallas del sector.

Que el Galaxy Note 8 monte una pantalla increíble, por lo tanto, no es ninguna sorpresa. Es nítida, brillante, la reproducción de color es maravillosa y la certificación HDR le permite reproducir contenidos más vibrantes en aplicaciones como Netflix o Amazon Prime Video.

Samsung puede presumir de tener la mejor pantalla del sector. Eso sí: la calibración del panel y el ajuste dinámico siguen jugando en su contra.

Si a todo eso le sumas unos marcos muy delgados, unos laterales ligeramente curvos y una diagonal de 6,3 pulgadas, obtienes como resultado la mejor pantalla del sector —a falta de poner a prueba el nuevo panel OLED del iPhone X—.

No obstante, todo este festín de elogios no significa que Samsung haya logrado esa utopía a la que llamamos "perfección". De hecho, el Note 8 tropieza con la misma piedra que su mellizo: la fidelidad.

Fotografía: Nicolás Rivera (Hipertextual).

El modo "Adaptive Display" ajusta dinámicamente los parámetros de la pantalla para conseguir una imagen óptima en todo momento. En entornos muy luminosos, por ejemplo, adapta el contraste y el nivel de brillo para facilitar la lectura del contenido. Y en aplicaciones de vídeo como Netflix o YouTube da un empuje extra a los colores para que resalten más de lo habitual.

El problema llega cuando se trabaja en tareas que requieren una representación de color muy precisa, como la edición fotográfica. Un caso práctico:

  • Tomas una fotografía maravillosa con la cámara del Galaxy Note 8.
  • Abres Snapseed, VSCO o cualquier otro editor fotográfico. La importas y comienzas a editarla.
  • Compartes la fotografía (ya editada) en Facebook, Instagram o cualquier otra red social.
  • Abres esa misma imagen en otro dispositivo con una calibración más próxima a la realidad y aprecias que la imagen, en realidad, luce diferente a como la veías anteriormente en el teléfono de Samsung.
  • ¿Por qué ocurre esto? Porque Samsung altera los colores para hacerlos más vibrantes y llamativos, engañando al ojo humano y reduciendo la precisión.

Afortunadamente, Samsung ofrece la posibilidad de activar modos de imagen más neutros en los ajustes del sistema, pero hay un problema con ello: la fricción. Alguien que edite fotografías con frecuencia pasará el día alternando modos —si quiere conseguir el mejor resultado posible, claro—, justo lo contrario a la invisibilidad que debe perseguir la tecnología.

Una máquina de productividad total

Fotografía: Nicolás Rivera (Hipertextual).

Desde el primer momento en el que tocas el Galaxy Note 8, la sensación de "productividad" queda impregnada en tu mano. Es menos curvo, más angulado y, en cierto modo, mucho más sexy que el Galaxy S8+. En fotografías pueden parecer prácticamente iguales; pero en la mano la historia cambia por completo.

El Note es también un teléfono muy grande, aunque eso no es ninguna sorpresa en esta familia. El tamaño total es similar al del iPhone 7 Plus, pero con una pantalla algo más alta y, por consiguiente, de mayor diagonal. Este espacio extra es realmente útil para dibujar, trabajar con aplicaciones de forma simultánea o, simplemente, disfrutar de una película a través de Netflix. Eso sí: prepara las dos manos para poder utilizar cómodamente este teléfono.

Pese a las similitudes, el Note 8 se siente diferente al S8+. Es más angulado, menos curvo y ligeramente más grande.

La sensación de "productividad total" que citaba anteriormente está acompañada, cómo no, por un hardware exquisito. En la versión europea se encuentra el mismo chip Exynos que monta el S8+, pero llega acompañado de 6 GB de memoria RAM. Pese a ese incremento en la memoria, las diferencias en rendimiento son casi imperceptibles respecto al S8, aunque eso es, en realidad, una buena noticia: el S8 es uno de los teléfonos más solventes de 2017, y este modelo continúa su mismo linaje.

Sí que se aprecia mejora en el software, donde Samsung parece haber resuelto las inexplicables bajadas de FPS que comenté en el análisis del Galaxy S8+. Ahora el teléfono genera un mayor porcentaje de animaciones a 60 FPS (cifra óptima para el ojo humano), enriqueciendo la experiencia global del teléfono.

Fotografía: Nicolás Rivera (Hipertextual).

Junto a ese conjunto de microchips y sensores, Samsung ha integrado una batería de 3.300 mAh. Es algo más pequeña que la del Galaxy S8+, pero eso no le impide ofrecer una autonomía muy buena en un amplio abanico de situaciones.

3.300 mAh que saben a mucho.Para complementar, Samsung integra sistemas de carga rápida e inalámbrica que facilitan y reducen los tiempos de carga de la batería. Nada nuevo respecto a modelos previos de la compañía.

Tampoco es nada nuevo el S-Pen, presente en la familia Note desde el primer modelo. Es preciso, cómodo de usar y extremadamente útil en tareas creativas como la edición fotográfica o la escritura. Además, Samsung ofrece una suite de software y herramientas que enriquece la experiencia y aumenta su practicidad.

Fotografía: Nicolás Rivera (Hipertextual).

Sobre este stylus, un breve Q&A:

  • **¿Cómo de útil es tener un smartphone con stylus? En mi caso —y probablemente sea el de muchos otros— resulta mucho más práctico de lo que inicialmente esperaba.

  • ¿Es tan útil como para invertir un poco más de dinero?** Salvo casos muy particulares, no. Se agradece cuando está, pero no se echa de menos su ausencia. Condicionar la compra de un teléfono a la presencia del stylus es, por lo tanto, absurdo.

Hablemos de Bixby

Fotografía: Nicolás Rivera (Hipertextual).

Hablar de Bixby es sinónimo de querer entrar en depresión. El anticipado asistente virtual debutó en el Galaxy S8 con la promesa de convertirse en "nuestro mejor compañero" y ser más inteligente que el resto de alternativas. Para ello, Bixby se apoya en dos aspectos clave: la voz y la interpretación del entorno.

El problema comenzó pocos días después de desvelarse el Galaxy S8. Samsung confirmó entonces que la parte de voz de Bixby no estaría disponible en la fecha de lanzamiento del teléfono (abril), dejando a medio cocer el guiso que habían estado preparando durante meses. Pero lo más sorprendente es que Samsung tampoco fue capaz de cumplir la segunda fecha de entrega. Acabó retrasando ligeramente su lanzamiento en inglés algunas semanas y, finalmente llegó a los primeros Galaxy S8 en verano.

Bixby más allá del Galaxy

Además de estos retrasos, Bixby ha sido muy criticado por su escasez de idiomas y su inferioridad técnica respecto a otros asistentes virtuales. Actualmente solo se puede utilizar en inglés y coreano, y tanto el abanico de respuestas como la velocidad es mejorable —sobre todo si se compara con otros asistentes—.

Este déficit de prestaciones no casa con el papel principal que Samsung le otorgó durante la presentación del S8+. Le proporcionó el lujo de contar con un botón físico dedicado y se aprovechó de él para articular acciones de marketing y publicidad que incentivaran las ventas del S8. Un protagonismo excesivo para las pobres prestaciones de este sistema.

Samsung roza el ridículo con el lanzamiento de Bixby

En el Note 8, Samsung también incorpora un botón físico en el lateral, pero el foco de marketing y publicidad sobre Bixby se ha reducido. El cambio, en términos estratégicos, es un paso correcto hacia la honestidad y la coherencia.

Pero volviendo al asistente como producto, todo se puede resumir en una frase: haz como si no estuviera y no permitas que influya en tu decisión de compra. En los próximos meses, si todo va bien, Samsung debería lanzar nuevas actualizaciones para este sistema, y quizá entonces comience a cobrar más sentido como parte del producto.

Mucha biometría, poca solución

Fotografía: Nicolás Rivera (Hipertextual).

La biometría del Galaxy Note 8 es un popurrí. Tiene de todo, pero ninguno destaca lo suficiente como para ser el método de desbloqueo "por defecto".

Por un lado está el clásico lector de huellas dactilares, presente en la gama Galaxy S desde 2014. El problema con este método es la ubicación del sensor. Los primeros borradores de la Constitución de 1812 prohibían ese lugar tan complejo de acceder; pero Samsung ha hecho oídos sordos y lo ha vuelto a colocar en la esquina superior derecha. Justo al lado de la cámara y en la zona más alta del teléfono.

Encontrar el lector dactilar solo con el tacto es más difícil que detectar ondas gravitacionales.

Los problemas con esta ubicación son varios. Al estar tan alto (y ser un teléfono muy grande), es difícil alcanzar esa posición sin alterar la forma en la que se agarra el teléfono. Si a eso le sumas que está escorado hacia un lateral y casi fusionado con el módulo de cámara, acertar con el tacto es una tarea más compleja que detectar ondas gravitacionales.

La guinda del pastel es que Samsung ya recibió muchas críticas con el Galaxy S8 por este posicionamiento. Pero, por lo que parece, no les ha importado en absoluto.

Fotografía: Nicolás Rivera (Hipertextual).

La solución ideal a este problema habría sido el escáner de iris, pero su pobre implementación acaba frustrando a cualquiera. Requiere que el teléfono esté a una distancia relativamente fija y que los ojos queden dentro de un área determinada. Demasiados condicionantes para ser un método de desbloqueo natural y sencillo de usar.

Pese a todo lo expuesto, el método más indoloro acaba siendo el lector dactilar.Por último tenemos el desbloqueo facial, que funciona extremadamente bien pero ha sido muy criticado en los teléfonos de Samsung —y en la mayoría de móviles Android— por ser inseguro. En Hipertextual hicimos la prueba y no conseguimos engañarlo con una fotografía, pero internet está repleto de vídeos demostrando lo contrario. ¿Qué ocurre entonces? La opción más plausible es que, efectivamente, el sistema tenga algunas vulnerabilidades, pero muy probablemente sean menos de las que muchas personas han querido hacer creer.

Expuesto todo lo anterior, la pregunta nace casi por inercia: ¿qué método de protección es mejor? Y la respuesta es tan triste como un "ninguno". El lector de huellas es el menos indoloro, pero no se podría calificar como "el mejor". Ninguno de los métodos anteriores lo merece.

Cámara doble, por fin

Fotografía: Nicolás Rivera (Hipertextual).

En los últimos años Samsung ha pisado el acelerador en fotografía. Sus Galaxy S y Galaxy Note montan ahora algunas de las mejores cámaras del sector, y eso es un arma de ventas brutal.

El Note 8 no es una excepción. Monta la misma cámara principal que el Galaxy S8+, y los resultados son excelentes. En condiciones de baja luminosidad, eso sí, tiende a un balance de blancos algo cálido y suaviza texturas con más frecuencia de lo ideal. También hace algunos extraños con la interpretación de color, que a veces lucen algo irreales. No obstante, son detalles menores en una cámara, por lo general, sobresaliente.

Tomada con el Galaxy Note 8.
Toma nocturna con el Galaxy Note 8. Balance de blancos algo cálido. El reloj sale algo sobreexpuesto, pero el resto de la escena lo resuelve bien.

La novedad, en cambio, está en la segunda cámara que Samsung ha colocado en la zona posterior del teléfono. Monta el mismo sensor, pero con una lente de diferente distancia focal y apertura. Esto le permite hacer zoom 2x sin pérdida de resolución y, cómo no, el esperado "modo retrato", que Samsung ha bautizado como "Enfoque Dinámico".

Esta segunda lente, debido a su apertura, es capaz de captar algo menos luz, por lo que los resultados son ligeramente inferiores a los de la cámara principal. Eso sí: ambos sensores montan un sistema de estabilización óptica que ayuda en situaciones de baja luminosidad. Ese pequeño detalle es muy importante, y solo Apple con el iPhone X le equipara.

Tomada con el Galaxy Note 8 sin zoom.
Tomada con el Galaxy Note 8 y el zoom 2x.

Los resultados del zoom 2x son justo los que puedes esperar. Misma imagen, ampliada y sin pérdida de nitidez. En condiciones de baja luminosidad se nota la diferencia de apertura entre las dos cámaras (f/1.7 y f/2.4), pero Samsung lo intenta compensar con software, el apoyo en del sistema de estabilización óptica y mayores tiempos de exposición e ISO.

No obstante, el juego de este nuevo módulo está en el modo retrato, donde Apple ha sido la empresa líder indiscutible durante el último año. Este modo produce un efecto bokeh en el que se desenfoca el fondo de la imagen y se da más protagonismo al sujeto principal, produciendo imágenes muy atractivas para el ojo humano y emulando los resultados de las cámaras DSLR.

Tomada con el Galaxy Note 8.

Lograr un resultado natural, no obstante, es mucho más complejo que eso. El tipo de blur, la progresividad del desenfoque y la detección de bordes son vitales para lograr un buen resultado.

El Note 8 no siempre lo clava. Suele detectar bien los bordes, pero la progresividad del desenfoque es su mayor problema. En escenas complejas con varios objetos, el sujeto principal luce fantástico, pero el resto de la escena no siempre lo hace. Algunos elementos son desenfocados (o enfocados) en exceso, no mide bien las distancias y la progresividad del blur es, a veces, artificial. Apple, en cambio, suele clavarlo en ese sentido.

Tomada con el Galaxy Note 8. En el pelo comete algunos errores. El tono de piel es un poco antinatural.
Tomada con un iPhone 7 Plus. Sin ser perfecto, resuelve mejor los bordes y la imagen es más fiel a la realidad. El desenfoque es también más natural.
Tomada con el Galaxy Note 8 en modo retrato. Ante sujetos inquietos como Pixie, los resultados de este modo decaen.
Tomada con el Galaxy Note 8 y el modo de desenfoque dinámico. La zona por encima de la cabeza de Ringo no queda bien resuelta. El desenfoque es muy poco progresivo.

Un breve Q&A sobre el modo retrato:

  • ¿Qué tal en condiciones de baja luminosidad? Bastante mejorable. Afortunadamente, se puede pulir con futuras actualizaciones de software.

  • ¿Es mejor que el iPhone 7 Plus? No. En escenas sencillas, los resultados se aproximan, pero el teléfono de Apple sigue ofreciendo unos resultados más naturales. Suaviza mejor los contornos de los sujetos, el tipo de blur es más realista y las texturas lucen, por lo general, mejor.

Conclusión

En el deporte de élite, la diferencia entre quien se cuelga el oro y quien se hace con la medalla de bronce es mínima. Suelen ser pequeños detalles casi imperceptibles a simple vista, pero cuyo valor, dada la extrema competitividad a la que se enfrentan, es casi incalculable.

En la telefonía móvil ocurre algo parecido. Cuando desarrollas un producto de la gama más alta, es imprescindible prestar atención a los pequeños detalles. De lo contrario, el fabricante que está a tu lado puede acabar superándote en cuota de mercado y, por consiguiente, incrementar sus ventas y beneficios.

Samsung ha hecho un trabajo increíble con el Note 8, y eso le sitúa, indudablemente, entre los mejores teléfonos de 2017. Pero para alcanzar el calificativo de "el mejor", la compañía surcoreana tiene que prestar atención a esos pequeños detalles que ha ignorado durante el desarrollo de este teléfono.

Son detalles, para muchos, imperceptibles; pero en esta gama tan alta, son los que acaban decantando siempre la balanza.

Pros

  • Pantalla. Es imposible negar que Samsung tiene, a día de hoy, la mejor pantalla del sector. A falta del iPhone X, eso sí.
  • Rendimiento. Rápido, preparado para el futuro y algo más pulido que el Galaxy S8. Bien, Samsung.
  • Cámara. Excelente. El modo retrato sigue teniendo algo de trabajo por delante, pero, como conjunto, es una de las mejores cámaras.
  • Diseño. Aprovecha al máximo el frontal, es atractivo y, en negro especialmente, luce genial.

Contras

  • Biometría. Frustrante. Es la mejor palabra para definir los sistemas biométricos del Note 8.
  • Bixby. Puede mejorar con futuras actualizaciones, pero, por el momento, es mejor obviar la existencia de Bixby.
  • Pantalla. Aquí también. La fidelidad de color es algo que Samsung y todos los fabricantes deben respetar.

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