Un 15% menos. Esa es la cifra que varios inversores han tenido en cuenta para iniciar una demanda contra la matriz de Uber y, más concretamente, contra Travis Kalanick, el antiguo CEO de la tecnológica sustituido in extremis por Dara Khosrowshahi.

Las lecciones que Khosrowshahi aprendió en Expedia que esperemos aplique en Uber

El problema es que la figura de Kalanick sigue siendo prácticamente omnipresente en el día a día de la tecnológica. Cesado de su puesto por la junta directiva de la compañía, lo cierto es que su figura nunca ha terminado de desaparecer. En varias ocasiones sus propios inversores, curiosamente después de que el CEO saliese de su silla, han aprovechado la coyuntura del árbol caído para acusar a Kalanick de todos los males sucedidos durante sus casi 8 años de trabajo. Si bien es cierto que el ex-CEO de la compañía declaró en varias ocasiones que necesitaba ayuda para llevar a cabo su tarea como cabeza de la empresa, la realidad es que durante muchos años Uber fue sinónimo de Kalanick y a la inversa. Parte del éxito deriva de su papel, polémico en todo caso, y parte de la política de entrar antes de preguntar nace de su propia voluntad. Compleja y controvertida, pero efectiva. Gracias a él, el mundo conoce Uber.

El grupo de inversores que ha firmado la demanda contra Uber y su fundador se han basado en que, durante los procesos de recaudar capital para la tecnológica, mucha de la información esencial para valorar la operación no fue comunicada a dichos inversores. La demanda, presentada en la corte federal de San Francisco, añade la polémica de los supuestos secretos comerciales robados a Waymo para su aplicación en Otto de la mano de Lewandowski. Añaden los casas de acoso sexual, una mecha iniciada por Susan Fowler y que ha supuesto el inicio de investigaciones en la compañía durante largos meses.

Todo esto para apuntar que, a causa de malas decisiones, la reputación de Uber ante el mundo se ha visto comprometida en varias ocasiones. Pongamos el caso de Londres, donde las malas prácticas en cuestión de espionaje les ha llevado a perder la licencia en la ciudad británica. O el no seguimiento de la manifestación se los taxistas de nueva York contra las decisiones anti-inmigración de Trump, que implicó la baja de muchos usuarios en la app. Y una mala reputación el mundo financiero se traduce de forma instantánea en un descenso de los ingresos, ese 15% que se aporta en la demanda.