"Han hecho prevalecer los intereses políticos por encima de los científicos", denuncian los críticos. El centro, uno de los más antiguos del mundo en investigación sobre neurobiología, conserva el legado de Ramón y Cajal, primer premio Nobel español en ciencia.El presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Emilio Lora Tamayo, ha nombrado como director del Instituto Cajal a Ricardo Martínez Murillo, jefe del Grupo de Investigación Neurovascular de la entidad, al que conoce personalmente desde hace años. La medida ha sentado como un jarro de agua fría en buena parte de la comunidad científica del centro, una de las instituciones de investigación con mayor relevancia en España, que fue dirigida por Santiago Ramón y Cajal y que aún conserva el legado del premio Nobel de Fisiología o Medicina.
La decisión del presidente del CSIC ha sido tomada con retraso en contra de la voluntad del claustro del Instituto Cajal. Durante la elección celebrada meses atrás, el 13 de marzo, José Luis Pons, jefe del Grupo de Neuro-Rehabilitación, se impuso con dieciocho votos frente a los catorce recibidos por Martínez Murillo. Sin embargo, a pesar de haber conseguido el 56,25% de los apoyos del claustro, Pons no ha sido nombrado director del centro. La resolución de presidencia del CSIC, dictada el pasado 7 de julio con varios meses de retraso, ha colocado a Martínez Murillo, que en el período inmediatamente anterior ostentaba el cargo de vicedirector y que fue director del centro hace algo más de una década, al frente del Instituto Cajal. "Todo está viciado por intereses politizados", lamentan fuentes conocedoras del asunto críticas con la decisión de Lora Tamayo.
Cómo se nombra al director de un centro del CSIC
Según explica a Hipertextual una persona ajena al Instituto Cajal que dirige actualmente un centro del CSIC, una vez presentadas las candidaturas al cargo, se reúne el claustro donde se presentan los programas. El claustro es el foro de deliberación de cualquier entidad de investigación que forme parte del Consejo. Los miembros que pertenecen al claustro son la dirección del centro, el personal investigador funcionario de carrera, perteneciente a cuerpos o escalas para cuyo acceso se requiera el título de doctor, el personal laboral fijo o temporal con un contrato con una duración mínima de cinco años y con título de doctor y el personal de otras instituciones, vinculado mediante convenio, que pertenezca a categorías similares anteriores y que trabaje en el CSIC. Tras celebrarse la votación, el claustro eleva el acta a la Junta del centro, que realiza el informe y lo envía a presidencia del CSIC. "Normalmente se respeta la decisión del claustro", aclara el investigador consultado, a no ser que el Consejo tenga interés en reestructurar un instituto o se produzca una interferencia política.
"El presidente del CSIC tiene discrecionalidad para nombrar al director de un centro", señala un segundo científico en conversación telefónica con Hipertextual, que tampoco tiene relación con el Cajal y que desempeñó un puesto directivo en otra entidad del Consejo. La fuente consultada describe como algo "extraordinario" el hecho de que no se respete la voluntad del claustro. "La normativa es muy ambigua y permite todo tipo de arbitrariedades", critica. La segunda fuente contactada por este medio comenta además que aquellos interesados en ocupar el cargo de director de un centro deben haber demostrado "capacidad de gestión y de investigación".
Un tercer científico, que trabajó al frente del CSIC en el pasado, confirma que la situación "no es frecuente" y responde a "decisiones de carácter estratégico o político". Según lo establecido por el Estatuto y la Norma Reguladora de los Institutos de Investigación, "la persona titular de la Dirección será nombrada por la presidencia del CSIC a propuesta de la Junta, oído el claustro científico, previo informe preceptivo del Comité Científico Asesor". Tal y como recoge la propia normativa e indican las personas contactadas por Hipertextual, el presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas no tiene la obligación de respetar la elección del claustro, pero lo habitual es que lo haga.
El presidente del CSIC tiene libertad para elegir a los directores de los centros, pero por costumbre se suele respetar la votación del claustro de cada institución. La decisión de Lora Tamayo sobre el nuevo responsable del Instituto Cajal ha sentado como un jarro de agua fría en el centro. Los críticos defienden que la elección de Martínez Murillo frente al candidato ganador está relacionada con un posible traslado de la sede, algo que el actual director y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas niegan
El presidente del CSIC hizo oídos sordos al Cajal
Este medio ha contactado con el CSIC para conocer los motivos de la decisión de Lora Tamayo. "El director del centro es un cargo de confianza, el presidente [del Consejo] no tiene por qué escuchar al claustro en el nombramiento o en el cese", aseguran por teléfono fuentes oficiales. Según explica posteriormente el CSIC por escrito, "para el nombramiento de los directores de sus institutos y centros, el presidente de la Institución solicita a la Junta correspondiente una propuesta relativa a los candidatos que se hayan presentado para el cargo de director". Dicho órgano eleva la propuesta de candidaturas a la presidencia del Consejo, que puede a su vez añadir más candidatos, algo que no ha sucedido en este caso. "La Junta ha considerado que ambos candidatos estaban plenamente cualificados", sostienen fuentes oficiales del CSIC por teléfono.
Según la información a la que ha tenido acceso Hipertextual, la Junta del Instituto Cajal efectivamente consideró a los dos investigadores como candidatos "plenamente calificados para desarrollar las funciones de Director" (sic). Sin embargo, en el informe elevado a la presidencia del Consejo, que Martínez Murillo no firmó, la Junta del Cajal constató los resultados de la votación celebrada y consideró como primer candidato a Pons, ganador en la elección del claustro, por delante del actual director en "la lista razonada" que emitió tras la deliberación correspondiente.
Además de la propuesta de la Junta del Instituto Cajal, una vez oído el claustro científico del centro, el Comité Científico Asesor del CSIC debe emitir un informe preceptivo de forma previa al nombramiento realizado por el presidente del CSIC. Dicho órgano, según la normativa, está presidido por el propio Lora Tamayo y en él forman parte como vocales el resto de vicepresidentes del Consejo, además de diferentes científicos y tecnólogos de las distintas áreas de conocimiento. Según fuentes oficiales del CSIC, el Comité Científico Asesor valoró la idoneidad de los candidatos propuestos y **consideró que Ricardo Martínez Murillo era "más adecuado para el puesto" ya que había sido director y vicedirector del Instituto Cajal y "posee más experiencia en el cargo".
De forma adicional, según afirma el CSIC por correo electrónico, Lora Tamayo también pidió un informe sobre los candidatos a la Coordinación del Área de Biología y Biomedicina**, que "también sugería la elección de Martínez Murillo", pese a los resultados de la votación celebrada en el claustro. Como ha podido saber Hipertextual, este segundo órgano analizó el perfil de ambos candidatos y valoró la experiencia de Martínez Murillo al frente del Cajal. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas no ha querido hacer públicos los informes del Comité Asesor o de la Coordinación del Área de Biología y Biomedicina sobre su deliberación a pesar de la petición realizada por este medio.
Hipertextual se ha puesto en contacto con los dos investigadores que optaron a la dirección del Instituto Cajal. Por un lado, Ricardo Martínez Murillo dice que "no quiere entrar en la polémica", al mismo tiempo que defiende que su nombramiento "ha sido ajustado a la normativa" y que la decisión "no es excepcional". "La Junta del Instituto lo que hizo fue proponer al Consejo dos candidatos sin valorar quién era mejor ni peor", resalta. El actual responsable del centro niega que no deseara rubricar el informe que la Junta elevó a la presidencia del CSIC. "Cuando lo quise firmar, la gerente ya lo había trasladado al presidente del Consejo", defiende al otro lado del teléfono. De forma posterior a la conversación mantenida con Hipertextual, el director del Cajal pone en conocimiento de este medio un correo electrónico, con fecha 7 de abril de 2017, como "prueba de intención" de su deseo de suscribir el documento. Sin embargo, el informe del acta de la polémica Junta se envió el día anterior, 6 de abril de 2017, aludiendo a la "disconformidad" manifestada en su momento por Martínez Murillo.
Por otro lado, Hipertextual se ha puesto en contacto con José Luis Pons, que no ha querido hacer declaraciones sobre lo sucedido. Según fuentes oficiales del Consejo, el presidente del CSIC habló con el candidato que resultó elegido por el claustro del Cajal para comentarle su decisión, aunque no ha explicado los motivos al resto del centro. Las fuentes oficiales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas restan importancia al retraso de meses producido entre la votación y la resolución con la designación del director, ya que de acuerdo con su versión, "este tipo de toma de decisiones lleva tiempo". Como ha podido saber este medio, en la elección de Lora Tamayo ha influido el "perfil continuista" del actual director del Cajal; que se habría mostrado más favorable a los planes de traslado que sobrevuelan este instituto pionero en neurociencias desde hace meses.
El elefante en la habitación: el traslado del Cajal
El centro, fundado por orden del rey Alfonso XIII en 1920, tuvo su origen en el antiguo Laboratorio de Investigaciones Biológicas. Desde su inauguración en 1932, el Instituto Cajal ha pasado por diferentes sedes. Primero estuvo localizado en el Cerro de San Blas, al lado del Parque del Retiro, enfrente de la casa de su primer director, el propio Santiago Ramón y Cajal. En 1957, el Instituto Cajal se trasladó a la calle Velázquez, donde compartió espacio con el Centro de Investigaciones Biológicas; posteriormente, en 1989, se inauguró la nueva sede en la avenida del Doctor Arce, localización en la que se mantiene hoy en día. Desde entonces, han sido varias las iniciativas que han apostado por trasladar la sede del Cajal a otro lugar con el fin de ampliar sus espacios o renovar sus instalaciones, entre otras razones.
El Instituto Cajal estuvo a punto de ser trasladado desde el centro de Madrid hasta el campus de la Universidad de Alcalá, en el municipio de Alcalá de Henares (Madrid), durante la segunda legislatura del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En enero de 2010, meses antes del anuncio de los primeros recortes en España, la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, junto con el antiguo presidente del CSIC, Rafael Rodrigo, el rector de la Universidad de Alcalá, Virgilio Zapatero, el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Juan José Güemes, y el alcalde de Alcalá de Henares, Bartolomé González, colocaron la primera piedra de la que iba a ser la nueva y flamante sede del Cajal. Ubicada en una parcela de 20.000 metros cuadrados, el centro iba a disponer de "la tecnología más puntera" y a recoger "el testigo de más de un siglo de esfuerzo científico en este campo”. Pero las promesas se las llevó el viento de la crisis.
El anuncio del traslado del Cajal a Alcalá de Henares se quedó en agua de borrajas con "la paralización del Instituto de Medicina Molecular Príncipe de Asturias", según revelan a Hipertextual fuentes conocedoras de las gestiones, que apuntan la necesidad de que el CSIC optimice sus espacios. De aquella iniciativa faraónica, valorada en más de 30 millones de euros, hoy solo queda un edificio a medio construir, en el que se puede adivinar una fachada de color blanco y grandes cristaleras que iban a iluminar los laboratorios de los investigadores. La paralización de las obras llevó al CSIC a buscar opciones alternativas, como la posibilidad de alquilar la actual sede del Instituto Cajal en el centro de Madrid por 15 millones de euros, según publicó el diario ABC. Sin embargo, en la actualidad los científicos del centro siguen yendo a la misma sede a trabajar como hacen desde hace más de treinta años.
El último intento de traslado del Cajal quedó abortado hace unos meses, cuando el claustro del Instituto rechazó por segunda vez de forma mayoritaria que la nueva sede del centro se ubicase en el Campus de Alcorcón de la Universidad Rey Juan Carlos. Los investigadores contrarios al traslado del Cajal a la URJC defienden que la universidad está a la cola de los ránkings educativos y de I+D, muy lejos del resto de entidades públicas madrileñas. La negativa del claustro del Instituto Cajal llegó después de que se conociera el escándalo de plagios protagonizado por Fernando Suárez Bilbao, anterior rector de la Universidad Rey Juan Carlos. La URJC señala por teléfono a Hipertextual que en la actualidad no hay ninguna oferta para que el Instituto Cajal se traslade a alguno de sus campus. El equipo dirigido hoy en día por Javier Ramos, afín al anterior rector Suárez Bilbao, sostiene que solo mantiene un protocolo firmado con el Instituto Cajal en 2016 para "intentar buscar sinergias" y "llegar a acuerdos del tipo que sea".
Por otro lado, las personas que se mostraron favorables a la mudanza del centro, entre las que se encontrarían el antiguo y el actual equipo directivo del Cajal, veían con buenos ojos un posible traslado a Alcorcón, una localidad que alberga titulaciones como Medicina, Enfermería o Psicología, pero que no lidera la investigación en neurociencias en la Comunidad de Madrid. Incluso en el seno del Cajal se llegó a esgrimir un supuesto estado ruinoso del Instituto para optar por "la primera salida viable", que según las fuentes consultadas iba a ser la Universidad Rey Juan Carlos. Sin embargo, los análisis técnicos realizados señalan que las grietas detectadas en las dependencias actuales del Instituto Cajal no revisten gravedad ni presentan carácter estructural. Las lesiones observadas en paredes y techos de un laboratorio y de la sala de cultivos no justifican, según los expertos, una presunta urgencia para trasladar el histórico centro.
Los críticos con la decisión de Lora Tamayo para que Martínez Murillo, y no el candidato elegido por el claustro, dirigiese el Instituto Cajal esgrimen que la medida fue tomada por la posición beligerante de Pons en contra del traslado del Cajal al Campus de Alcorcón. Fuentes oficiales del Consejo niegan este extremo y sostienen que "el presidente ha tenido en cuenta la decisión de la Junta del Instituto sobre el tema", en referencia al posible traslado del Cajal a la Universidad Rey Juan Carlos, rechazado en dos ocasiones por el claustro del centro. Según dice el CSIC a Hipertextual, "la última determinación tomada por la Junta, y comunicada a Presidencia en enero de 2017, no planteaba de momento el traslado", motivo por el que su eventualidad está actualmente "congelada". El Consejo Superior de Investigaciones Científicas sí admite "el interés que ha mostrado la Universidad Rey Juan Carlos así como otras universidades", aunque niega que haya más ofertas formales sobre la mesa además de la presentada en su día por la URJC.
"Queremos hacer ciencia en el mejor sitio y con los mejores recursos posibles", afirma un crítico con la decisión de Lora Tamayo, que describe el Campus de Alcorcón como "un erial" para la investigación. Fuentes consultadas destacan que tanto la Universidad Complutense de Madrid como la Universidad Autónoma de Madrid han expresado su interés por acoger la hipotética nueva sede. Hipertextual ha confirmado que el rector de la UAM mostró formalmente su disposición para albergar el Instituto Cajal mediante una carta dirigida al CSIC, una voluntad que el catedrático Rafael Garesse también manifestó durante la campaña electoral antes de acceder al Rectorado de la Universidad Autónoma de Madrid. Este medio además se ha puesto en contacto con el Vicerrector de Política Científica, Investigación y Doctorado de la UCM, Ignacio Lizasoain, que dice que "no puede dar información por el momento" sobre las negociaciones entre los rectores y el presidente del Consejo, aunque apunta "que no hay nada firme". Según personas conocedoras de las gestiones, ante la posible 'batalla' por albergar la nueva sede, la UAM y la UCM habrían valorado la posibilidad de ofrecer un centro mixto que compartieran entre la UCM, la UAM y el propio CSIC. El objetivo no sería otro que aportar una candidatura sólida para llevarse el Cajal, ya que ambas universidades cuentan con un mayor recorrido en la investigación neurocientífica en relación a la Rey Juan Carlos.
La decisión sobre el hipotético traslado del Instituto Cajal aún no ha sido tomada, pero los planes sobrevuelan el centro desde hace meses. Fuentes consultadas por Hipertextual sostienen que la URJC habría realizado una oferta económica firme, que califican como "cuento de la lechera", y que la propia institución académica niega que exista en la actualidad. Por el contrario, la propuesta de otras universidades ofrece la posibilidad de realizar una financiación conjunta con el Consejo, facilitar instalaciones y buscar posibles inversores externos. Fuentes conocedoras de esta segunda oferta señalan que la iniciativa de la URJC "no tiene sentido desde el punto de vista científico" y que la propuesta de la UAM con la UCM tendría mucho más potencial para captar fondos y promover el desarrollo del centro.
El actual director del Cajal afirma que es "favorable a cualquier propuesta que suponga una salida del instituto a un campus o a una situación más favorable, porque donde estamos ya casi no hay posibilidades para incorporar nuevo personal científico". En conversación telefónica con Hipertextual, Ricardo Martínez Murillo niega tener una idea predeterminada sobre el cambio de sede del Instituto Cajal. "Lo primero que hice fue contactar con la Autónoma y con la Complutense una vez que fui nombrado director. Se pueden ofrecer cosas, pero hay que ser realistas en cuanto a la financiación y otras cosas", asegura. El neurocientífico dice que "hay que contar con la opinión del Instituto y con la opinión del CSIC. Somos personal funcionario que tenemos que estar a las decisiones de la organización central del CSIC. Pero por supuesto hay que contar con la opinión de los investigadores, que son los que mejor saben cuál es el entorno que mejor nos puede favorecer para nuestro asentamiento". Martínez Murillo afirma que "no tiene opinión" sobre la Universidad Rey Juan Carlos porque no ha vuelto a hablar con ellos ni ha vuelto a negociar. "No sé cómo quedó el asunto. Supuestamente quedó ahí sobre la mesa, porque el claustro dijo que no. Yo no he tenido ninguna oferta para trasladarnos a día de hoy a la URJC", sostiene por teléfono el actual director del Cajal, que ocupó durante el mandato anterior el cargo de vicedirector.
A pesar de las palabras de Martínez Murillo, los críticos sospechan que la verdadera razón tras el nombramiento de Lora Tamayo es la distinta posición de Pons y de Martínez Murillo ante el posible cambio de sede. Fuentes oficiales del Consejo rechazan estas acusaciones y sostienen por correo electrónico que "todas las opciones se contemplarán por parte del CSIC, como ocurre en todas las ocasiones en que se plantea la creación de institutos mixtos". La inusual decisión tomada por Lora Tamayo, contraria a la voluntad del claustro del Cajal, se ampara en la discrecionalidad a la hora de elegir cualquier cargo de confianza, pero ha sembrado de sospechas y dudas el ambiente de un histórico instituto de la investigación en España.