Los últimos años de Android en cuanto a sistema operativo han sido, por una parte, muy buenos, y por otra, más de lo mismo, porque Google continúa sin solucionar de un plumazo el eterno problema de las actualizaciones. Tampoco acaba de solucionar problemas como la autonomía o el rendimiento, como expresa la compañía de Mountain View situándolos como prioridad cada Google I/O, por mucho que para el gran público hace tiempo que hayan dejado de ser dos aspectos de los que preocuparse. Esto es así sobre todo si comparamos con etapas más oscuras como las del reinado de Donut, Eclair o Froyo.
Después de todo eso, Android ha pasado (o está pasando) por tres etapas de búsqueda de madurez y consolidación. La primera búsqueda de ella llegó con Android 2.2 Froyo y culminó con Android 2.3 Gingerbread. La segunda, y más relevante, comenzó con Android 4.0 Ice Cream Sándwich en 2011 y se consolidó con Android 4.1 Jelly Beam y su Project Butter al año siguiente. A partir de ahí todo fueron mejoras menores hasta que el modelo alcanzó su culmen en Android 4.4 Kit Kat. En ese momento, Google se embarcó en una nueva búsqueda, la de la segunda etapa de madurez. El sistema necesitaba renovación y Google se entregó totalmente al mayor mayor evangelista que ha tenido la plataforma, Matías Duarte.
Así nacieron Android 5.0 Lollipop y Material Design, el lenguaje de diseño llamado a suceder a Holo. El sistema había dado un salto tan grande que la madurez en rendimiento y en estabilidad se había perdido. Eso requirió que al año siguiente llegara Android 6.0 Marshmallow para asentarlo todo y seguir ofreciendo funciones a buen ritmo. A partir de ahí llegamos a la segunda etapa de madurez, con cambios muy pequeños en la siguiente versión, Android 7.0 Nougat (menuda delicia, eso sí, el doble toque sobre el botón de aplicaciones recientes para volver a la app anterior).
Quién sabe lo que tocará el año que viene, pero hoy parece que el patrón se ha repetido. Android 8.0 Oreo, el broche de esta etapa de consolidación, sigue el patrón de la anterior, lanzar una marca comercial como ocurriera con Kit Kat. Coinciden incluso los tiempos. Si la anterior transcurrió desde 2011 a 2014, la etapa Material ha tomado desde 2014 a 2017. Estamos inmersos, como ocurre con iOS en el iPhone (no así en el iPad), en una etapa aburrida, en la que los principales defectos están corregidos y en la que incluso si nos preguntaran qué mejorar a nivel de funciones no tendríamos respuestas claras. Hay que alabar el trabajo de Google en todo este tiempo, en ningún momento han dejado de pisar el acelerador para conseguir un sistema que usan miles de millones de usuarios en todo el mundo.
La experiencia con Oreo
Tras probar Android 8.0 Oreo Developer Preview 4 durante dos semanas en un Google Pixel XL, las sensaciones no pueden ser mejores. Pese a no haber sido la versión final, se sentía más ágil y veloz que la mayoría de terminales de 2017, que tienen procesadores más potentes y un sistema operativo como es Nougat 7.1.1, bastante más pulido. Aspectos como la autonomía también han sido satisfactores en general, y a priori son pocas las novedades que saltan a la vista sin buscarlas. La mayoría de veces que lo usas sin pensarlo no piensas que te encuentras ante algo nuevo sin pensarlo, y eso en sí es una gran noticia. Lo es porque frente a lo que ocurría años atrás, no hay nada roto o que adaptar, ni se pierde compatibilidad con la mayoría de aplicaciones.
Cuando los fabricantes lo maquillen para darle homogeneidad con otras versiones de sus capas de personalización, Oreo será aún menos novedoso. Frente a lo que los entusiastas pueden esperar (cambios radicales cada año), la coherencia en el tiempo es lo que el público general necesita, posibilitando una curva de aprendizaje mínima o inexistente.
De entre todos esos cambios menores, el primero que llama la atención es, junto a los nuevos emoji (por fin) que vemos en la imagen superior son las notificaciones. Tanto la cortina como el panel de ajustes rápidos pasan de fondos oscuros al blanco. En cuanto a funciones, no han sufrido grandes cambios, pero sí una pequeña renovación dentro del proceso general que las lleva alterando años, desde que por ejemplo Google permitió deslizarlas para descartarlas o equiparlas con funciones rápidas como retuitear o eliminar un mail sin tener que entrar en la app.
Ahora el sistema permite posponerlas el tiempo que le digamos: 1 hora, 2 horas, 15 ó 30 minutos. Para todos aquellos usuarios que afirman que Android es soso o feo, Google trae novedades como la posibilidad de colorear las notificaciones según la app dicte. Así, en Spotify encontramos una notificación dinámica que cambia de color y fondo según la actualización, generando un efecto realmente bonito y que da vida a la cortina de notificaciones.
Con Oreo tenemos mejor agrupación y control de notificaciones según tipo de notificación (por ejemplo dentro de las de sistema, no es lo mismo una notificación de captura de pantalla que una de alto consumo de energía o almacenamiento bajo) con lo que han llamado Notification Channels y una novedad más importante, Notification Dots.
Gracias a ellos el sistema emula los puntos que indican las notificaciones sobre las aplicaciones en la pantalla de inicio de iOS. El funcionamiento en Android es distinto, pues sólo muestra un punto en las aplicaciones que tienen notificaciones, sin decir el número de notificaciones o mensajes pendientes de leer que tiene esa app, cosa que es útil. Nova Launcher, como siempre, ya ha hecho suyas estas opciones y las ha mejorado, permitiendo personalizar y mostrar números o incluso mostrar imágenes minúsculas en lugar del punto. Así, por ejemplo, en YouTube se puede mostrar el icono del último canal en haber publicado un vídeo.
Haciendo pulsación larga sobre una aplicación con punto se pueden ver las notificaciones de las aplicaciones, pero si tienen más de unas pocas palabras salen cortadas. Habría estado bien que desde ahí se puedieran leer enteras, pero evitar entrar en las aplicaciones en Android para acceder al texto entero como ocurre en iOS parece batalla perdida en Android. Aun así, son cambios que se agradecen y que muestran que, pese a que la idea y la organización de las pantallas de inicio no cambia, darles mayor profundidad siempre es posible.
Por la parte de la gestión de la autonomía nos encontramos con una decisión que muestra que a Google se le ha acabado la paciencia y que soluciones como Doze ayudan pero no son suficientes, y hablamos de que ahora el sistema cerrará aplicaciones con mucho consumo en segundo plano. Además de eso, como ya hacían fabricantes como Samsung, el sistema avisará al usuario de que hay apps corriendo en segundo plano consumiendo recursos.
Una función que todos los usuarios acabarán usando prácticamente a diario es la de Picture in Picture, es decir, aquella con la que podemos situar una ventana de vídeo (por ejemplo, YouTube o una videollamada) sobre otra aplicación en uso, de manera que el usuario dejar de estar obligado a tener que hacer una sola tarea a la vez. En Duo, aplicación donde ya se puede probar, funciona muy bien. Basta con estar dentro de una videollamada y pulsar el botón de inicio. En ese momento, el sistema nos lleva a la pantalla de inicio, pero el vídeo seguirá presente en un pequeño cuadro incluso si abrimos otra app. El problema con el que nos encontraremos será que muy pocas apps de las realmente interesantes lo soportarán pronto. En España, por ejemplo, YouTube no funciona. Parece que en Estados Unidos sí, pero con suscripción de pago de YouTube Red.
En cuanto a seguridad, la principal aportación es Play Protect, un sistema análisis de aplicaciones que se aplica de manera con mucha periodicidad sobre las aplicaciones instaladas y sobre las que se encuentran en el Play Store, con el que Google quiere dejar de aparecer en noticias por encontrarse malware en su tienda.
Mezclando accesibilidad y seguridad llega autofill o autorrelleno, que no es más que un sistema que guarda datos de autenticación (y otros como direcciones, datos bancarios, etc) para evitar el tedioso paso de rellenar formulario para comprar o iniciar sesión. Es, además, compatible con servicios como LastPass o 1Password. Hasta ahora existía algo parecido, pero producía mal funcionamiento en el sistema.
Aún tiene que implementarse en más aplicaciones, pero si funciona tan bien como Smart Lock, dedicado sólo a apps que hacen uso de la cuenta de Google, será una delicia. Por último, mencionar la función de reconocimiento de datos relevantes al seleccionar texto, como ocurre con calles (para proponer abrir Google Maps) o teléfonos (para proponer llamar) para ejecutar acciones rápidas, que cumple casi siempre agilizando ciertas tareas.
Conclusiones
Como hemos dicho, últimamente Google recibe críticas cuando presenta sus nuevos sistemas operativos porque "no innovan" y "no cambian respecto al año anterior". Que hay poco cambios es cierto, como ocurre en cualquier sistema operativo moderno con cierto bagaje, pero tiene una explicación. Las grandes carencias se han resuelto. El sistema, bajo la opinión de la mayoría de expertos en diseño, ahora es bonito y guarda homogeneidad. Es decir, no hay un camino distinto que seguir, ni un volantazo brusco que dar. La experiencia con Android Oreo antes de que algunos fabricantes la rompan es fantástica.
Con Oreo, Google muestra que no se conforma con cambios que no se ven, pero que esos son tan o más importantes que los pequeños que sí se ven. Es el ejemplo de una nueva gestión de energía que le hace parecerse cada vez más a iOS, a la vez que iOS ha querido parecerse más a Android en multitarea en segundo plano. Los pocos que se ven sólo suman, nunca restan, y es de agradecer la profundidad que están ganando las apps presentes en la pantalla de inicio con pulsación larga y puntos de notificación, a la vez que se personaliza más el sistema y se le dan toques de color a áreas como la cortina de notificaciones, con cambios dinámicos como el que introduce Spotify.
El funcionamiento de Android puro siempre es muy bueno, por lo que la incógnita seguirá siendo ver cómo lo adaptan los fabricantes a cientos de modelos, cómo eso afecta a las aplicaciones, a sus autonomías, y sobre todo, ver cómo integran Project Treble para solucionar el primer y último gran problema de la plataforma, las actualizaciones. Fuera, como necesidades personales, seguirá habiendo detallitos como no poder copiar y pegar una imagen que seguirán sin explicación. Pero todo llegará. Si bajo Fuchsia o bajo otro nombre, sólo el tiempo lo dirá.