Una nueva adaptación de los comics sobre el hombre araña, dirigida por Jon Watts y segunda del Universo Cinematográfico de Marvel en la que aparece, ha llegado por fin a los cines. Fue todo un acierto para este director estadounidense postularse para realizar Spider-Man: Homecoming (2017), la décima sexta película del Universo Cinematográfico de Marvel, y probablemente toda una satisfacción haberlo conseguido tras solo dos largometrajes estrenados.
Su carrera en ello se inició con la grotesca e inverosímil Clown (2014) y continuó con la minúscula y sobrevalorada Coche policial (Cop Car, 2015). En ambas coescribió el libreto con Christopher Ford, que repite en la misma tarea para su último filme pero compartiendo crédito ambos también con Jonathan Goldstein, John Francis Daley, Chris McKenna y Erik Sommers.
Es evidente que en una superproducción como esta no habrán contado con tanta libertad narrativa como en las otras ocasiones, lo que, visto lo visto, tal vez haya sido lo más conveniente.
Spider-Man: Homecoming, una fórmula divertida
La fórmula ligera y divertida pero contundente de las adaptaciones seriadas de Marvel Studios es algo que sus productores cuidan mucho, así que escogen para llevarlas a cabo a aquellos que pueden garantizarles que esta se mantenga. De modo que no es de extrañar que el guion esté escrito a doce manos.
Además, Goldstein y Daley ya habían colaborado a su vez como guionistas en Cómo acabar con tu jefe (Horrible Bosses, 2011), Lluvia de albóndigas 2 (Cloudy with a Chance of Meatballs 2, 2013) y Vacaciones (Vacation, 2015), que también dirigieron. Y McKenna y Sommers, en Batman: La LEGO película (The LEGO Batman Movie, 2017).
Por otra parte, ahora estamos acostumbrados a ver a Spidey en la gran pantalla, pero no debemos olvidar que la primera de sus películas que se estrenó en cines fue la rezagada Spider-Man (Sam Raimi, 2002). Fue el inicio de una trilogía que acabó dándonos las que aún son las mejores adaptaciones sobre el hombre araña, Spider-Man 2 y Spider-Man 3 (Raimi, 2004, 2007), bastante por encima de las posteriores The Amazing Spider-Man (Marc Webb, 2012) y The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro (Marc Webb, 2014).
Si bien ya participó en un par de secuencias de Capitán América: Civil War (Anthony y Joe Russo, 2016), lo bueno que hoy podemos decir es que Spider-Man: Homecoming es lo mejor que hemos visto de este superhéroe mutante desde la última de Raimi.
Los subrayados vergonzosos y un antagonista un poco ridículo se cargaron Spider-Man, y los chistes sin gracia, las conversaciones insulsas, el romance alelado y las arbitrariedades del guion, The Amazing Spider-Man.
Cuando casi todo funciona
Pero, en este nuevo filme, todo funciona de manera satisfactoria dentro de sus propios límites esenciales; y nos ofrecen al Peter Parker más oportuno de los tres que hemos visto hasta ahora.
Su entusiasmo es contagioso para el espectador. Se trata de un adolescente al que sus extraordinarias habilidades no le suponen ninguna carga, sino que disfruta de todo cuanto puede hacer con ellas. Adiós al reconcomio sobre los grandes poderes que conllevan una gran responsabilidad, ¡y pasémoslo de fábula!
La lógica de esta perspectiva para el joven Parker no admite discusión en Spider-Man: Homecoming, por mucho que luego haya que meterle en cintura, y cuadra sin problemas con el espíritu lúdico del Universo Cinematográfico de Marvel. Y el sentido del humor que esto nos proporciona, con las ocurrencias verbales de un Spidey de lo más juguetón, es muy de agradecer.
Como también agradecemos la forma inteligente en que unen este filme protagonizado por el chaval araña y el de su aparición anterior. Se llenan los huecos narrativos con la hechura de una grabación doméstica, típica del metraje encontrado aunque no sea tal cosa. Y cómo nos aclaran que el origen del que se revela como el villano aquí, el Buitre, se retrotrae a los acontecimientos cósmicos que tuvieron lugar durante Avengers (Joss Whedon, 2012), así que no debe haber reparos a la hora de considerarle una consecuencia de las viles travesuras de Loki.
Watts planifica el desarrollo visual de Spider-Man: Homecoming con buenos modales, sin sobresalir en ningún momento pero tampoco demostrando deficiencia alguna, lo cual nos permite indicar que podría haber dado más de sí en ese sentido.
Se apoya en unos actores a los que no se les puede sacar una sola tacha. Desde Tom Holland como Peter Parker, pasando por Jacob Batalon como Ned Leeds, Laura Harrier como Liz Allan, Zendaya como Michelle "MJ" Jones y Tony Revolori como Flash Thompson, hasta Marisa Tomei como May Parker, Jon Favreau como Happy Hogan, Robert Downey Jr. como Tony Stark o Michael Keaton como Adrian Toomes. Un lujo como encarnación del Buitre, para el que desearíamos mayores posibilidades de lucirse en su villanía.
Spider-Man: Homecoming logra entonar con el resto del Universo Cinematográfico de Marvel
Lo mejor que podía ocurrir con Spider-Man: Homecoming es que Jon Watts nos entregara una película que no desentonase en absoluto con el divertimento de sus predecesoras, y aparte de procurárnoslo, nos ofrece motivos para creer de nuevo en una buena vida para las andanzas de este superhéroe.